El Universal

Crecen solicitude­s de asilo a EU por violencia

• En garita de Tijuana, en una semana 170 personas pidieron refugio • Es la tercera ola de desplazado­s que llega de junio de 2017 a la fecha

- GABRIELA MARTÍNEZ Y ROSELIA CHACA Correspons­ales

TIJUANA, BC.— En menos de siete días unas 170 personas, en su mayoría mexicanos, llegaron a la garita peatonal de El Chaparral en Tijuana para pedir asilo o refugio al gobierno de Estados Unidos.

Hasta el domingo pasado 112 personas habían cruzado a aquel país, procedente­s principalm­ente de Michoacán y Guerrero, además de unos 10 extranjero­s africanos y centroamer­icanos. Según sus testimonio­s, huyen de la violencia en sus comunidade­s.

El director de Atención al Migrante en Tijuana, César Palencia, explicó que esta es la tercera ola de personas que llegan a pedir asilo, la segunda fue en diciembre pasado y la primera en junio de 2017.

El Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados detalló que en 2016 Estados Unidos admitió a un total de 85 mil personas que pidieron refugio.

Tijuana.— En menos de siete días, alrededor de 170 personas llegaron a la garita peatonal de El Chaparral, en Tijuana, para pedir asilo o refugio al gobierno de Estados Unidos, según sus propios testimonio­s, debido a la violencia que hay en sus lugares de origen que les impide asegurar su vida o la de sus familias.

De las casi 200 personas que han llegado durante la última semana, hasta el domingo pasado 112 cruzaron del puerto fronterizo mexicano al del lado estadounid­ense, conocido como PedWest, con la misma intención de quedarse en aquel país. La gente era principalm­ente de estados como Michoacán y Guerrero, aunque hubo una minoría de extranjero­s africanos y centroamer­icanos.

Desde el jueves pasado se concentrar­on en el patio exterior del Instituto Nacional de Migración (INM), en la garita de El Chaparral, hasta el domingo cuando solamente quedaban ocho personas: tres mujeres, tres niñas y dos niños, todos mexicanos. Pero para el lunes, en menos de 24 horas un nuevo grupo de unas 50 personas ya había llegado al mismo sitio.

Movidos por el temor. “Me vine porque en Cuitzian Grande [Michoacán] ya no puedo vivir, ninguna niña de mi edad puede hacerlo. El futuro siempre es el mismo, que a una la roben los de la maña”, dice Mercedes, una joven de 19 años que dice haber llegado a Tijuana hace dos días con un tío, con la intención de irse a Estados Unidos, a Sacramento, para vivir con sus dos hermanas.

Su decisión, cuenta, no fue fácil. En el rancho, enclavado entre los cerros en Turicato, uno de los 113 municipios de Michoacán, vivía con su mamá y tres hermanas más. Trabajaba en la cocina de una fonda para ayudar con los gastos de su familia y la educación de sus hermanas.

Aunque era necesario el dinero que ganaba, dice que fue mucho más importante abandonar su rancho y a su gente para no sufrir el mismo destino que Yureli, su hermana menor, quien un día unos hombres se la llevaron en una camioneta a la fuerza, como si se tratara de un objeto.

“Estábamos en la clausura de la primaria de mi hermana”, cuenta Mercedes mientras espera sentada sobre el suelo, a unos tres metros de la entrada a Estados Unidos. “Le estábamos festejando en familia y una de mis hermanas, la mediana, salió a comprar unas cosas, pero ya no regresó, sólo nos dijeron los vecinos que vieron cuando se la llevaron”.

Mercedes desconoce si tiene o no la posibilida­d de convertirs­e en una refugiada o de recibir asilo en aquel país, pero según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), 31 mil personas que intentaron cruzar por el área de San Diego a través de una solicitud de refugio o asilo fueron rechazadas por el gobierno estadounid­ense durante 2017.

Sin embargo, el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) detalla en su informe 2016, que para ese año Estados Unidos admitió a un total de 85 mil personas que pidieron refugio, 15 mil más que en 2015; además, para ese entonces ya advertían que la tendencia marcaba que para 2017 la cifra de aceptación sería de 110 mil.

Mercedes es parte de esa estadístic­a junto a otras que como ella que tam- bién esperan sobre el suelo de la garita peatonal para que un oficial de CBP les diga si serán recibidas por el gobierno de Estados Unidos.

“Yo no vengo de lejos, vivo en Tijuana, pero tampoco puedo estar aquí. Mi esposo me amenazó de muerte y pues quiero salvar a mis hijos; ya muchas veces pedimos ayuda, pero parece que en México tienen que matarme para protegerme”, dice Silvia, una de las tres mujeres que también espera ser recibida en Estados Unidos.

Mares de migrantes. Uno de los guardias del edificio del INM dijo que en total llegaron 112 personas durante los últimos cinco días.

El director de Atención al Migrante en Tijuana, César Palencia, explicó que en junio de 2017 llegó al municipio la primera oleada de indocument­ados, en su mayoría centroamer­icanos. En diciembre pasado llegó la segunda ola, en la que casi todos fueron mexicanos, para pedir asilo o refugio al gobierno estadounid­ense. En ese entonces se documentar­on más de 200 personas que durmieron en la intemperie esperando una respuesta del gobierno de EU.

Antes de que los propios mexicanos utilizaran la petición de refugio o asilo, en 2016 llegaron a Baja California alrededor de 12 mil hatianos, que bajo las mismas condicione­s intentaron cruzar la frontera. Desde ese entonces otros movimiento­s como la Caravana de Migrantes centroamer­icanos también han transitado desde Chiapas hasta la ciudad fronteriza con la misma intención.

“Me vine porque en Cuitzian Grande [Michoacán] ya no puedo vivir, ninguna niña de mi edad puede hacerlo” MERCEDES Joven de 19 años

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Desde el jueves, mexicanos que buscan refugio en Estados Unidos se concentran en el patio exterior del INM, en la garita de El Chaparral, en espera de ser recibidos por un oficial de control fronterizo.
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Mercedes es una de las personas que buscan salir del país. La joven michoacana dice que tomó esa decisión después de que hombres se robaron a su hermana.

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