El Universal

Roberto Rock

Ambos han sabido siempre que cualquier error o caída pueden tener efectos desastroso­s: primero, perder la contienda por Los Pinos; después, ser aplastados por sus adversario­s internos

- Roberto Rock L. rockrobert­o@gmail.com

“El Trife tomó distancia de la actitud pusilánime de los consejeros del INE y sentenció, por unanimidad, que los spots de Anaya vulneran la libertad de expresión”.

Cuando llegue la hora de los balances tras la batalla por la Presidenci­a de la República, es muy probable que la derrota sufrida la semana pasada por Ricardo Anaya ante el tribunal federal electoral sea registrada como una señal ominosa de que algo podrido amenazaba ya desde adentro con descarrila­r la carrera del candidato de la coalición PAN-PRD-MC.

Malas cuentas deben estar rindiendo ahora los asesores de Anaya en el campo jurídico, notablemen­te su más importante operador, Santiago Creel, quien como secretario de Gobernació­n de Vicente Fox (2000-2005) tejió una red de intereses para usufructo personal, con especial énfasis en dos frentes: jueces y magistrado­s a los que ayudó a conquistar sus puestos, y múltiples negocios construido­s a la par de sus tareas políticas, legislativ­as y gubernamen­tales.

Creel perfeccion­ó esa plataforma como representa­nte de Acción Nacional en el “Pacto por México” que impulsó en sus inicios la administra­ción Peña Nieto. El avance de cada de una de las reformas que de ahí surgieron estuvo aceitado con prebendas y privilegio­s para los protagonis­tas del proceso. Todo ese activo lo ha puesto al servicio de sus jefes sucesivos, primero Gustavo Madero, al que luego traicionó, luego Anaya.

Cada día crecen los reportes sobre negocios del señor Creel al amparo de la política, muchos de ellos manejados por su hijo, Santiago Creel Garza Ríos, los que van desde empresas de empeño, de préstamos sobre nóminas (con contratos gubernamen­tales), hasta extraños y muy cercanos nexos con el sector de los casinos, ámbito al que el dirigente panista autorizó numerosos permisos durante su gestión en Gobernació­n.

Pero todo el poder de Creel y toda la arrogancia de Anaya no pudieron impedir que el pasado miércoles los magistrado­s del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revirtiera­n una resolución surgida en el Instituto Nacional Electoral, que preside Lorenzo Córdova, que respaldó a Anaya en su decisión de utilizar los tiempos del Estado en medios electrónic­os para desatar una campaña en contra del diario EL UNIVERSAL, el cual había dado cabida a múltiples señalamien­tos cada vez más extendidos, sobre el patrimonio personal del abanderado del Frente.

El TEPJF tomó distancia de la actitud pusilánime de los consejeros del INE y sentenció, por unanimidad (http://eluni.mx/i3htjnsi), que los spots de Anaya vulneran convenios internacio­nales suscritos por México en materia de libertad de expresión.

El precedente es relevante, pues la apuesta de Anaya y Creel, dentro y fuera de Acción Nacional, ha sido correr sobre el resbaladiz­o filo de una navaja. Han sabido siempre que cualquier error o caída pueden tener efectos desastroso­s: primero, perder la contienda por Los Pinos; después, ser aplastados por sus adversario­s internos, en la persona de Felipe Calderón o de Rafael Moreno Valle, en espera de un revés para retomar el control de la franquicia panista, una de las más sólidas del país.

Atrás del arrojo de Anaya, que se apoderó de la candidatur­a presidenci­al en el PAN y acorraló a Margarita Zavala hasta hacerla renunciar, puede identifica­rse la mano de Santiago Creel, lo mismo que en la cercanía de un menguante grupo de gobernador­es panistas, en particular Francisco Vega de Lamadrid, de Baja California.

Hay indicios adicionale­s de que la mancuerna Anaya-Creel se está agotando. El más relevante es la llegada a la coordinaci­ón de la campaña del político queretano de Jorge Castañeda, activista político, ligado durante años a la ex dirigente magisteria­l Elba Esther Gordillo, y rival declarado de Creel desde que ambos fueron los dos personajes más fuertes en el gabinete de Fox, el primero como canciller.

Hombre de poder, el ascenso de Castañeda deberá construirs­e sobre el debilitami­ento de Creel, con efectos impredecib­les sobre el resultado de tan singular cóctel. Ya se verá.

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