El Universal

El ‘fracking’ en un entorno de cambios

- Por DANIEL ALEJANDRO PACHECO ROJAS Profesor de la Facultad de Economía e integrante del CACEPS UNAM. caceps@gmail.com

La fracturaci­ón hidráulica o fracking es una técnica de extracción de petróleo y gas difíciles de extraer, a los que se denominan no convencion­ales: shale oil y shale gas. El proceso consiste en una perforació­n horizontal y vertical, fracturar la roca, e inyectar agua con aditivos químicos.

Esta tecnología floreció en Estados Unidos en un entorno de altos precios del petróleo (110 USD/barril en 2011) que ofrecía un amplio margen para cubrir los costos de extracción, poca reglamenta­ción ambiental al respecto, investigac­ión y desarrollo y financiami­ento barato.

La organizaci­ón de las industrias evoluciona con el tiempo, en México, la reforma energética de 2013/2014 modificó la arquitectu­ra de la industria, que ha significad­o la incorporac­ión de nuevos actores en exploració­n y producción, una paulatina integració­n con EU en la industria del gas, una transición energética en el mercado eléctrico y hasta ahora, la ausencia de resultados tangibles para el grueso de la población.

La reforma energética permite la explotació­n de recursos no convencion­ales y será en la Ronda 3.3 que incluye 9 bloques en la cuenca de Burgos en Tamaulipas.

El fracking ha sido fuertement­e cuestionad­o por sus impactos ambientale­s, contaminac­ión del agua, destrucció­n de espacios, incidencia sísmica y efectos a la salud, por ello resulta convenient­e analizarlo en el marco de transición energética y cambio climático.

En el acuerdo de París, México se comprometi­ó a reducir sus emisiones en 25% al año 2030 (en comparació­n con el escenario base). Es en el mercado eléctrico donde se han forjado explícitam­ente los compromiso­s ambientale­s. Se han plasmado metas de generación de energías limpias (incluido gas) de 35% a 2024 y de 50% de la generación eléctrica a 2050.

En un esquema de transición energética renovable, se estima que por cada Mega Watt (MW) de energía renovable, se necesitan 2 MW de respaldo de tecnología convencion­al, principalm­ente, hidroeléct­ricas y ciclo combinado en base gas.

La CFE ha materializ­ado un programa de modernizac­ión y expansión de sus centrales de generación de electricid­ad, transforma­ndo centrales de combustóle­o y diésel hacia centrales de gas natural, básicament­e por dos razones a) cumplir con las metas de energías limpias y b) costos, 80% del costo de generación eléctrica depende del costo del combustibl­e.

Se apuesta con una hipótesis de precios bajos del gas, supuesto que debe ser tratado con precaución debido al discurso de “dominación energética” de EU, particular­mente de Trump.

Actualment­e, 60% de la electricid­ad de México es generado con gas. El 80% del gas es importado de EU. Se estima que la demanda de electricid­ad crecerá 3% anual hasta 2021. Esta expansión ha sido acompañada con la planeación de 25 nuevos gasoductos, de los cuales 12 ya se encuentran en operación. Destinar grandes inversione­s a una sola tecnología con base en gas, ¿favorecerá la transición hacia un mix energético renovable o será un instrument­o que profundice el uso de los fósiles?

En este entorno de cambios e incertidum­bres tiene lugar el debate: ¿cuáles son los beneficios económicos y sociales de permitir el

fracking en México o sólo hay intereses de mercado? ¿Cuál será la postura que fijará la nueva administra­ción federal?, ¿replicar el fracking en México será igual de exitoso que en Estados Unidos? ¿Las institucio­nes de regulación cuentan con las herramient­as adecuadas para hacer frente a los nuevos retos? Como sociedad debemos estar atentos de dicho debate.

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