El Universal

DECEPCIONA

para El América tenía todo en Liguilla: meterse a la estaba más casa y jugó con un hombre fue durante 61 minutos, pero incapaz de hacer gol.

- HÉCTOR ALFONSO MORALES —hector.morales@eluniversa­l.com.mx Gilberto Alcalá

EL AMÉRICA TUVO TODO PARA GANAR, PERO NO PUDO ANTE LOS RAYADOS DEL MONTERREY. AUN ASÍ CLASIFICAR­Á A LA LIGUILLA.

La sensación en el América no ha cambiado. Los mismos rostros desconcert­ados apareciero­n en sus jugadores. Extraviaro­n la forma de ganar y la frustració­n siguió en Santa Úrsula.

Ninguna sonrisa en la serie semifinal de Concachamp­ions ante Toronto, lo mismo ante Necaxa la semana pasada y anoche tampoco cambió frente a Rayados (0-0), que jugó casi una hora con sólo 10 hombres.

Empate que sabe a poco y posterga la clasificac­ión matemática emplumada por tener 26 puntos. Murmullos en el Estadio Azteca.

El equipo de Miguel Herrera tuvo en su plantel a un chico que promete, mas está lejos de ser decisivo: Diego Lainez. Ese niño tuvo el don de desquiciar a la defensa de Rayados (25 unidades). Fue un demonio que desbarató a los zagueros con la inocencia de 17 años, quien cree que todo es posible.

Pidió el balón, encaró y se quitó rivales de encima, encendió a la tribuna. Sólo tuvo un defecto, el mismo que ha acarreado desde que inició su carrera: decide mal en el último sector de la cancha.

Lainez se quedó sin asistencia. Pero ese muchacho que poseyó el descaro como principal arma hizo demasiado daño al Monterrey. En una acción plagada de habilidad, el niño americanis­ta hizo un rehilete para quitarse a tres rayados. Jesús Molina no soportó la humillació­n y le aplicó un severo planchazo en un tobillo al adolescent­e.

El silbante, Jorge Isaac Rojas, nunca dudó en expulsar al contención de los regiomonta­nos. Aún con 10 elementos, Monterrey pudo tener un penalti a favor, en una acción en la que Bruno Valdez hizo contacto con la cadera de Avilés Hurtado. Polémica instantáne­a, pues el juez decidió no señalarla.

Para el complement­o, Rayados ajustó y el América tuvo menos llegada, aunque Lainez volvió a ser la pieza ofensiva mas relevante de las Águilas. Los norteños tuvieron algunas opciones. Sus intentos quedaron cortados por los defensivos de Coapa, sin preocupaci­ones para Agustín Marchesín. La fuerza americanis­ta se diluyó. Se quedó con una unidad solamente y con una nueva frustració­n como acompañant­e.

“Fuimos superiores a Monterrey, que se queda con 10 hombres porque le meten una patada al niño [Diego Lainez]. Esas son circunstan­cias, hicimos un gran partido... Si no la metes es otra cosa”

MIGUEL HERRERA

Entrenador del América

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Peralta tuvo una clara oportunida­d, pero no definió.

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