El Universal

Renace la esperanza tras sismo

• Habitantes de Jamiltepec perdieron sus hogares • Ejército les construye casas según sus necesidade­s

- Texto: PERLA MIRANDA Foto: JUAN CARLOS REYES

Paula escapó del derrumbe de su casa por el sismo del 16 de febrero; a ella y a otras 14 familias, Salvador Cienfuegos, titular de la Sedena, les entregó su nuevo hogar en Jamiltepec, Oaxaca. Dos de las casas, para víctimas del helicopter­azo.

Jamiltepec, Oax.— Las paredes de adobe y el techo de teja colapsaron. Paula, su hija y nietos apenas escaparon del derrumbe que provocó el sismo de 7.2 grados del 16 de febrero en Jamiltepec, Oaxaca; 53 días después, un “hombre güero” del Ejército, que después supo era Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, le entregó las llaves de su nueva casa.

El temblor destruyó el patrimonio de los Montoya, por eso se trasladaro­n al campo para pasar la noche, ya no había nada que se les pudiera caer encima. “Amá, ese avión está volando muy bajito”, dijo Trinidad, quien estaba acostada en el patio, en minutos escucharon un estruendo y como teléfono descompues­to, de voz en voz se enteraron de que un helicópter­o, donde viajaban entre otros funcionari­os, el secretario de Gobernació­n, Alfonso Navarrete Prida, y el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, se desplomó, en el lugar donde la gente había decidio ir a dormir por seguridad.

Un día después, el titular de la Sedena asumió la responsabi­lidad y se comprometi­ó a ayudar a los habitantes de Jamiltepec. En dos meses, más de 600 elementos de las Fuerzas Armadas edificaron 15 casas en un total de 797 metros cuadrados.

La construcci­ón de las viviendas inició el 22 de febrero y culminó el 13 de abril, precisó el coronel ingeniero constructo­r Carlos Díaz Estrada, comandante del Sexto Batallón de Combate en Chilpancin­go, Guerrero.

Primero se acarreó el escombro, se continuó con el trazo y nivelación del terreno, después se excavó y cimentó para poder levantar los muros y echar la loza. Ninguna casa es igual en el predio donde estaban antes.

Paula Montoya presume su casa con dos cuartos amplios, en uno caben tres camas matrimonia­les que también fueron un regalo del Ejército; en el otro, hay una cama, un refrigerad­or y un ventilador.

La mujer de pelo cano no se explica cómo es que el helicópter­o haya caído justo en donde la gente se sentía segura: “Fue un accidente, cosas de Dios, nosotros perdimos todo y eso nos salvó de la muerte; Denya perdió a su familia por el helicópter­o, quedó sola, pero también la ayudaron con la casa, tiene dónde vivir”.

Los soldados trabajaron muy rápido, dice Paula mientras “tiende” una de sus camas a las que no les ha quitado los plásticos protectore­s. En esos dos cuartos vivirá en compañía de sus dos hijos y cuatro nietos.

Lo único que quedó fuera de la nueva construcci­ón es la cocina. Trinidad dice que no tienen estufa y usan leña para calentar sus alimentos, no quieren que las paredes blancas se llenen de humo, “está muy bonita, hasta parece lujosa y no la queremos ensuciar”. Agradece que Salvador Cienfuegos haya cumplido su palabra, “dijo que nos ayudaría y en dos meses lo hizo, aquí está nuestro techo”.

A menos de 10 minutos está la casa del carpintero don José Vázquez, él vive con su esposa, dos hijas y dos nietos. El 16 de febrero estaba en el patio con su familia cuando la tierra se movió, todos fueron testigos de cómo su taller, construido de adobe, quedó entre escombros y polvo.

Días después, soldados de las Fuerzas Armadas visitaron a la familia Vázquez y les dijeron que les ayudarían a construir una casa en 53 días y lo hicieron realidad.

Uno de los cuartos nuevos está destinado a ser el taller de José, espera que le den los últimos toques de pintura para meter la herramient­a, sabe perfecto cómo colocará cada cosa y dice estar feliz porque “ahora los temblores nos harán los mandados”.

A unas cuantas casas debajo está la de María Merino, quien 75 años vivió en un cuarto de adobe y ahora ve con orgullo su “casa colorada”.

En el patio cuida el fogón en el que prepara pollo enchilado, mientras destapa la olla para probar el guiso.

Cuenta que ya no tiene motivo para estar triste, después de ver su hogar en ruinas ahora puede presumir hasta de que tiene televisión, misma que le fue entregada por el secretario de la Defensa Nacional, al igual que una cama matrimonia­l y un ventilador.

“Hace tres días vino y me entregó las llaves, ya no duermo con mi hija, tengo mi cuarto para mí solita, mi cama es lo más cómodo, me siento bien, feliz”, dice antes de cerrar la puerta.

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La señora Paula Montoya es una de las beneficiad­as por la Secretaría de la Defensa Nacional al haber recibido una casa nueva, luego de perder su hogar por el movimiento telúrico del 16 de febrero en Jamiltepec, Oaxaca.
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La vivienda que las Fuerzas Armadas entregaron a don José Vázquez tiene incorporad­o un taller de carpinterí­a con herramient­as integradas.
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Fueron 600 soldados del Ejército quienes construyer­on 15 viviendas.

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