El Universal

México y la transición cubana

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Por primera vez en 59 años el presidente de Cuba no se apellida Castro. Al concluir el periodo de Raúl, hermano de Fidel, líder histórico de la Revolución Cubana, la Asamblea Nacional eligió a Miguel Díaz-Canel como presidente. A pesar de su llegada no se prevén cambios que alteren la vida que han tenido los cubanos en más de medio siglo. Las ansiadas acciones de apertura marchan lento y segurament­e continuará­n así.

Cuba es una isla geográfica y políticame­nte. En 1959, al imponer Fidel Castro un régimen socialista, tras el derrocamie­nto del dictador Fulgencio Batista, la comunidad internacio­nal se alejó de La Habana, con algunas excepcione­s. México fue el único país en América en mantener relaciones diplomátic­as con Cuba basado en la libre autodeterm­inación de las naciones.

Hasta finales del siglo pasado nuestro país fue un aliado clave de Cuba y un puente en sus vínculos con las naciones latinoamer­icanas. En todo lo que va del nuevo milenio ese rol diplomátic­o sigue extraviado.

En el histórico acercamien­to que se dio entre Estados Unidos y la isla en los últimos años (2014-2016), marcado por el restableci­miento de relaciones diplomátic­as, suavizació­n del embargo comercial, apertura de embajadas y la visita de un presidente estadounid­ense a Cuba, el papel central como mediador lo desempeñó el Vaticano, específica­mente el papa Francisco.

Poco después de asumir la presidenci­a estadounid­ense, Donald Trump anunció la cancelació­n de algunos acuerdos alcanzados por su predecesor, Barack Obama, y ayer ratificó su intención de no modificar su actitud hacia a La Habana, pese al arribo de Díaz-Canel.

¿Podrá México recuperar ese papel de interlocut­or válido en el plano regional? Su mediación en la solución de conflictos entre países del hemisferio ha venido a menos. La transición en Cuba abre una ventana de oportunida­d para recuperar un poco del brillo que ha tenido la diplomacia mexicana.

En la isla hay temas pendientes y urgentes, como escalar a un mayor bienestar, apertura democrátic­a y la ampliación de libertades, como la de expresión. Nuestro país puede ser un aliado en algunos de esos puntos.

Ahora que México ha expresado de manera tajante su rechazo a los muros, es ocasión de demostrar que se pueden tender puentes con naciones de América Latina basados en el respeto e incluso mediar para terminar con distanciam­ientos.

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