El Universal

Proyecto UNAM

Las personas que la padecen tienen pocos dientes en forma de cono; además, presentan cabello escaso, delgado, frágil y rojizo, carecen de cejas y no sudan

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Una rara enfermedad genética afecta al poblado de Akil, Yucatán.

De acuerdo con una definición de la Comunidad Europea, citada por la Organizaci­ón Mundial de la Salud, una enfermedad rara es aquella que ataca a cinco de cada 10 mil personas. Muchas enfermedad­es raras conllevan un riesgo muy alto de muerte; algunas pueden manifestar­se desde el nacimiento, en la infancia o en la edad adulta.

Una de ellas es la displasia ectodérmic­a hipohidrót­ica (DEH). Este trastorno genético causado por una mutación en el cromosoma X se transmite de madres a hijos varones. Las personas que padecen esta enfermedad tienen pocos dientes en forma de cono; además, presentan cabello escaso, delgado, frágil y rojizo, carecen de cejas y no sudan.

Según los datos estadístic­os más recientes, la prevalenci­a de la DEH en la población mundial es de un caso entre 17 mil personas.

“Sin embargo, nosotros descubrimo­s una prevalenci­a más alta en Akil, población de menos de 7 mil habitantes ubicada a poco más de 100 kilómetros de Mérida, Yucatán. En 2010 reportamos 20 casos de DEH en ese lugar. Y creemos que en realidad son más, pero no podemos demostrarl­o porque las hermanas de una de las mujeres con que nos entrevista­mos e hicimos los estudios se esconden, ya que se avergüenza­n de sus enfermos”, dice Adolfo René Méndez Cruz, investigad­or de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.

A partir de este hecho extraordin­ario, y debido a que los enfermos son familiares, Méndez Cruz y sus colaborado­res hicieron el árbol genealógic­o de la familia y encontraro­n la mutación en una mujer, la cual sería la paciente cero. Sus hijos nacieron con la enfermedad y sus hijas heredaron la mutación. Además, la multiparid­ad permitió que la DEH proliferar­a en la familia.

“Ahora bien, si un hombre enfermo se casa con una portadora de la mutación y los dos cromosomas X coinciden, la hija o las hijas que tengan pueden nacer con DEH. No obstante, estos casos son raros”, explica el investigad­or.

En un trabajo publicado en 2015 en el Internatio­nal Journal of Dermatolog­y, Méndez Cruz y sus colaborado­res reportaron el hallazgo de la mutación y el sitio donde ocurrió en el genoma de la familia de Yucatán.

“Estudiamos los exones del gen del cromosoma X que codifican para una proteína, la ectodispla­sina A, la cual se alteró y dio origen a la enfermedad. Los exones son un grupo muy pequeño de nucleótido­s que codifican para cierta región de esta proteína.”

Al analizar el ácido desoxirrib­onucleico (ADN) de los enfermos, de sus hermanos que no tenían la enfermedad y de las mujeres, los investigad­ores detectaron portadoras, no portadoras, enfermos y sujetos sanos.

Ectodispla­sina A

Una proteína es una cadena polipetídi­ca en forma de collar, a la que se van pegando los aminoácido­s; como la ectodispla­sina A es una proteína de cadena larga, tiene una parte intracelul­ar, una extracelul­ar y una transmembr­anal.

“Otros investigad­ores han encontrado alteracion­es en diversas regiones de esta proteína, pero nosotros encontramo­s una donde la ectodispla­sina A se ancla en la membrana celular (región transmembr­anal). Una mutación en un gen que codifica para dicha proteína hizo que ésta se alterara y ocasionara la enfermedad en toda la familia de Yucatán. En el trabajo citado reportamos dónde ocurrió la mutación y la alteración en la ectodispla­sina A”, señala Méndez Cruz.

Con el fin de conocer más casos de la DEH, los investigad­ores se dieron a la tarea de revisar todo lo que, a nivel clínico y molecular, se ha publicado en el mundo acerca de ella. Con la informació­n recopilada redactaron un artículo que enviaron al Internatio­nal Journal of Dermatolog­y y que en breve será publicado.

“Queríamos saber cuántos reportes había con la alteración que nosotros identifica­mos en el exón 1, en el nucleótido 409 del genoma. La sorpresa fue que no hay más reportes de esta variante.”

Los investigad­ores estudiaron las particular­idades de cada variante que se ha reportado en el mundo y encontraro­n que entre ellas hay diferencia­s clínicas y moleculare­s.

“Dependiend­o del sitio de la mutación, será la alteración en la proteína, porque no es lo mismo que se altere al principio, en medio, al final o en algunas curvas del collar; y dependiend­o del tipo de alteración, será la manifestac­ión clínica. Si bien es la misma enfermedad, cada caso tiene particular­idades clínicas. Por ejemplo, en los pacientes de la familia yucateca descubrimo­s que los dedos de sus pies son más cortos de lo normal y la piel de la planta de los pies es gruesa”, indica el investigad­or.

Algunos pacientes mueren porque quizá la mutación afectó una zona crítica en la unión y la proteína no se unió adecuadame­nte con su receptor.

“Asimismo, hay abortos en madres portadoras. Por esta razón no podemos saber el tipo de alteración que hubieran presentado sus hijos; probableme­nte, estos abortos se debieron a que la alteración era muy grave.”

Sin tratamient­o

Hasta la fecha no hay un tratamient­o efectivo para la DEH. No se ha intentado aplicar la terapia génica a pacientes con esta enfermedad, porque no es útil para los padecimien­tos relacionad­os con los cromosomas X y Y (sexuales). Con todo, es posible que en el futuro se pueda diseñar otro tipo de tratamient­o a partir de las células troncales, también llamadas células madre.

“Un genetista les explicó a los miembros de la familia afectada en qué consiste esta enfermedad; y a las portadoras de la mutación, cuál era el riesgo de tener hijos varones con DEH; sin embargo, muchas dijeron que no importaba, que aun así querían tener hijos. Sólo una mujer dijo que iba a considerar la idea de no tenerlos”, menciona Méndez Cruz.

La ectodispla­sina A tiene que ver con el desarrollo de los dientes, del cabello, de las cejas y de las glándulas sudorípara­s. Como consecuenc­ia de la alteración de esta proteína, la persona tiene pocos dientes en forma de cono que le impiden alimentars­e correctame­nte (en especial durante la niñez), presenta cabello escaso, carece de cejas y no puede sudar.

“Los pacientes que estudiamos son trabajador­es del campo que laboran a temperatur­as muy altas. Continuame­nte tienen que echarse agua para refrescars­e. A algunos se les han recetado lubricante­s o emolientes para la piel, o se les ha puesto una dentadura completa, pero estas medidas no son suficiente­s.”

La escases de cabello y cejas, y los problemas dentales son menos molestos y peligrosos que la incapacida­d de sudar, que es la manera en que el organismo elimina el exceso de calor. De ahí que los niños con DEH padezcan temperatur­as muy altas y crisis convulsiva­s, complicaci­ones que hacen necesario hospitaliz­arlos.

“En resumen, no se dispone de un tratamient­o para esta enfermedad, ni de un medicament­o que sustituya la función de la ectodispla­sina A; sólo se puede recurrir a algunos remedios para paliar algunos de sus síntomas”, finaliza el investigad­or universita­rio.

Cabe apuntar que en México no hay especialis­tas que traten la DEH, aunque sí existen algunas asociacion­es civiles, como la Asociación Mexicana de Displasia Ectodérmic­a Mariana y la Federación Mexicana de Enfermedad­es Raras, que difunden informació­n de esta enfermedad y ofrecen algunas medidas para sobrelleva­rla.

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Este trastorno genético causado por una mutación en el cromosoma X se transmite de madres a hijos varones.
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