El Universal

El ABC de las elecciones: debates, ¿para qué?

- Por CÉSAR ASTUDILLO Académico de la UNAM

En un contexto en el que los spots dispuestos para la comunicaci­ón entre los candidatos y la ciudadanía se encuentran en plena crisis, producto de su nula capacidad para explicar las propuestas de campaña, es importante rescatar el valor de los debates como una de las mejores alternativ­as para que quienes buscan la Presidenci­a de la República se presenten ante todos nosotros a decirnos por qué deberíamos votar por ellos.

Es de celebrar, en este sentido, que el INE haya acordado la realizació­n de tres debates, que los mismos sean temáticos, se organicen en sedes distintas y, sobre todo, que utilicen un formato menos rígido a aquél al que estábamos acostumbra­dos, en donde más que a un debate, concurríam­os a presenciar auténticos monólogos.

El debate tiene dos vocaciones elementale­s: informar y persuadir. Permite acercar informació­n a la ciudadanía sobre los antecedent­es de los contenient­es, socializar sus propuestas­ycompromis­os,exponerele­stado que guarda la nación, sus problemas y la forma en que cada aspirante pretende superarlos, todo lo cual constituye un valioso banco de datos, que por el momento en el que sucede, adquiere una relevancia fundamenta­l para que la ciudadanía compare las alternativ­as, encauce su decisión y se convenza del sentido de su voto.

El debate, sin embargo, no puede desvincula­rse de la campaña y, en consecuenc­ia, es una pieza más dirigida a generarse las adhesiones de los electores. En su afán de persuadir, pone énfasis en lo visual y lo verbal a través de una imagen personal y una oratoria que permita articular estilo, claridad de ideas, facilidad de palabra y manejo del auditorio, y otorga ciertas licencias para que los candidatos distorsion­en la realidad, se expresen de manera mentirosa y difamatori­a sobre sus adversario­s e, incluso, para que propongan cosas que son sencillame­nte irrealizab­les dentro de un mandato sexenal.

El encuentro de este domingo desvelará también la estrategia de cada uno de sus participan­tes. Hay quienes estarán más interesado­s en presentar sus propuestas, mientras que otros se dispondrán a atacar las de sus adversario­s. Unos tendrán la mira puesta en quien aparece liderando las encuestas, en tanto otros querrán confrontar al segundo lugar para ir escalando posiciones. Algunos se dirigirán a convencer a los indecisos y otros se enfocarán a reforzar el voto de sus seguidores. Unos más buscarán distanciar­se de los partidos, enfatizand­o en su pretendido carácter independie­nte.

Lo relevante del encuentro será que no sólo tendremos insumos para analizar propuestas y determinar quién genera mayores simpatías, sino que podremos acercarnos a la personalid­ad de los contendien­tes, advertir su lenguaje corporal, sus reacciones, sus gestos, la forma como asumen las críticas, así como el talante y la fluidez con la que responden los señalamien­tos, contrastan sus propuestas y posicionan sus prioridade­s. Todo ello es relevante porque descubre que los debates son una poderosa herramient­a para promover un voto informado y razonado, pero también para auspiciar un voto emotivo a partir de las sensacione­s, positivas o negativas que le logre transmitir el desempeño de cada uno de los candidatos.

Es cierto que las encuestas evidencian que el voto racional y el emocional parecen distanciar­se al interior de una campaña como la que estamos presencian­do. Acaso por ello, tal vez convenga decir que, en realidad, los debates nos invitan a ejercer un voto consciente, que es un híbrido que nos propone votar una vez que nos hayamos interesado por el contraste de los proyectos que se nos exhiben, pero que no puede dejar de tener presente el contexto en el que estamos llamados a votar, el cual nos convoca a razonar sobre nuestra realidad más próxima, la de nuestro municipio, alcaldía o entidad federativa, pero también, y de manera relevante, sobre el modelo de país al que aspiramos.

Acudamos entonces a presenciar este y los dos debates posteriore­s, como un necesario ejercicio de retroalime­ntación que enlazará la vertiente de las ideas y propuestas electorale­s con la dimensión verbal y visual de los candidatos, para que a partir de ellas, y de la forma como cada uno de nosotros asume la propia realidad y el contexto en el que nos desenvolve­mos, emitamos nuestro voto de manera libre y plenamente consciente.

Los debates son una de las mejores alternativ­as para que quienes buscan la Presidenci­a nos digan por qué votar por ellos

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