El Universal

Llevan su show de los 90 a mil por hora

El concierto de 90’s Pop Tour incorporó a la cantante Lynda, quien, tras una ausencia de 16 años, se mostró emocionada de volver al escenario

- ERIKA MONROY —erika.monroy@eluniversa­l.com.mx

Las butacas estaban llenas de recuerdos, todos ellos de por aquellos años, por los 90, donde los tonos neón y cabello de colores estaban de moda.

Esos años, cuando Lynda puso de moda las rastas y un poco la actitud de mala en una chica linda.

Lynda cantaba “Amor a mil por hora” y tras 16 años de estar desapareci­da, volvió a un escenario.

En medio de la Arena Ciudad de México surgió la versión más madura de Lynda. De cabello corto y lentes de pasta colorada.

Ahí confesó que fue culpa de Ari Borovoy que ella volviera a cantar.

Así, ella sola, sin más parafernal­ia que su voz, provocó la emoción de los recuerdos en las butacas.

Esos fans que en pleno ejercicio de volver a su pasado se acordaron de ella, de sus canciones y la felicidad de aquellos años.

Lynda agradeció a aquellos que no la olvidaron y que han hecho que ella recupere su emoción por cantar, por recibir el aplauso en vivo.

Ese fue el punto más emotivo en el el tour por los años 90.

Antes del concierto, la intérprete reflexionó: “Dieciseis años que no nos vemos y tantas cosas por contar, por ahora digamos que vengo de muy lejos y de otra parte de sus vidas para abrazarlos.

“Ha sido un largo viaje que aún no termina, pero en esta pausa, nada me hará más feliz que encontrarn­os con el mismo amor y la esperanza que solíamos tenernos”, había escrito Lynda en su cuenta de Instagram.

Este show, 90s Pop Tour, tiene a las JNS y a los OV7 apareciend­o y desapareci­endo del escenario.

Mientras, en los espacios les dan chance a otros artistas como Beto Cuevas, Lizty, Caló, Fey y MDO.

El público que dedicó su tiempo al 90’s Pop Tour, estaba más que complacido, porque sus asientos poco pudieron quejarse, ya que el brinconteo y la imitación de las coreografí­as fueron la regla no escrita de la noche.

Además, Ari Borovoy se consolidó como el provocador de gritos, en su mayoría, femeninos.

A cada una de sus aparicione­s y de sus intervenci­ones musicales, la respuesta era la misma: gritos.

La música, el juego de luces, el escenario 360, sin rincones o oscuros, repitieron por quinta ocasión en la Arena Ciudad de México.

Fueron más de cuatro horas de concierto las que se vivieron la noche del jueves, ante 25 mil personas; el recital, culminó en las primeras horas del viernes; el hilo conductor fue la festividad y la alegría por la nostalgia de los años 90.

“Ha sido un largo viaje que aún no termina, pero en esta pausa, nada me hará más feliz que encontrarn­os” LYNDA Cantante

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El desfile habitual de grupos y solistas durante la presentaci­ón, como Caló.

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