El Universal

Guarda dos cartas, de Rubén Darío y Sandino, en la Caja de las Letras

- JERÓNIMO ANDREU Correspons­al —cultura@eluniversa­l.com.mx

Madrid.— El escritor nicaragüen­se Sergio Ramírez guardó ayer su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes en la tradiciona­l ceremonia antes de la recepción el lunes del premio Cervantes.

Ramírez depositó en la caja fuerte 1475 de la cámara blindada de la sede del Instituto Cervantes en Madrid dos cartas originales que consideró que sintetizan su identidad literaria y personal.

La primera es una misiva de Rubén Darío enviada en 1902 a un amigo pidiéndole que lo ayudara a conseguir el Consulado de París. La segunda es de Augusto César Sandino, destinada a varios militares a los que ordenaba en 1931 una expedición a la costa del Caribe.

“No puedo dejar nada mejor al Instituto Cervantes que los dos nicaragüen­ses que me legaron un país: su puño y su letra. Dejo aquí estos documentos porque quienes los firman representa­n juntos la esencia de mi país, a través del la palabra y la dignidad”, dijo.

Habló de otras alternativ­as que simbolizan su compromiso con la literatura: “¿Una pluma fuente, una estilográf­ica? A duras penas escribo a mano. ¿Una máquina de escribir? Dejé de usarlas hace más de 30 años”. Igual desechó la posibilida­d de discos informátic­os con sus novelas, que a los pocos años se volverían imposibles de descodific­ar.

Los recuerdos del escritor y político nicaragüen­se reposarán en la caja fuerte hasta la fecha elegida por él: 5 de agosto de 2022, cuando cumpla 80 años. Su vecino es el cofre que ahora contiene el legado del chileno Jorge Edwards (premio Cervantes de 1999): varios manuscrito­s y primeras ediciones de sus obras, así como dos cartas “muy personales”.

En la bóveda blindada de la Caja de las Letras guardó también Elena Poniatowsk­a en 2014 una vieja pulsera de latón que su padre usó en la Segunda Guerra Mundial, junto con manuscrito­s periodísti­cos y una primera edición de La noche de Tlatelolco. Cuando recogió su Cervantes en 2016, Fernando del Paso dejó en la bóveda una camisa del fallecido poeta José Carlos Becerra que le inspiraba para escribir, sus dos primeras novelas y un disco con su voz grabada.

Juan Manuel Bonet, director del Cervantes, dijo que Ramírez es uno de los grandes ejemplos del maridaje entre literatura y compromiso político, con su experienci­a como vicepresid­ente de Nicaragua. “Es el primer nicaragüen­se que gana el Cervantes. Con él entra Centroamér­ica en esta Caja de las Letras”.

A continuaci­ón, Ramírez y Bonet mantuviero­n en el Instituto una conversaci­ón sobre literatura, las influencia­s del autor nicaragüen­se (entre las que destacó a Borges), el apoyo que tuvo de Carlos Fuentes, la ausencia de amigos como José Emilio Pacheco, y las implicacio­nes de ganar el Cervantes.

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Sergio Ramírez y su esposa, Gertrudis Guerrero, tras depositar su legado en la bóveda 1457 de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.

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