El Universal

AMLO: sin fondo ni forma

- Por JORGE LUIS PRECIADO Senador

Ver a Andrés Manuel López Obrador salir corriendo después del debate, sin saludar o despedirse de los conductore­s o candidatos, es sin duda una falta de cortesía, pero también esta “mala forma” de su actitud nos advierte el fondo de su personalid­ad, que confirma su filiación autócrata: ¿por qué, si no, tener tan reprochabl­e descortesí­a?, ¿por qué demostrar su enojo? Y lo más importante, ¿eso le ayuda o no con su electorado?

Más allá de las formas, quedó demostrado algo que está en el imaginario colectivo, López Obrador sigue siendo el mismo López Obrador de ayer y de hoy, por más que sus estrategas intentaran —con relativo éxito— cambiar la percepción ciudadana de que estábamos frente a una nueva persona “amorosa”, “comprensiv­a”, “buena onda”. Bastaron unos cuantos minutos para descubrir que el genio de la lámpara sigue ahí, el autócrata, el que no tolera la crítica, el que cree tener siempre la razón absoluta, el que si no es él, es fraude.

Pero también de fondo quedó demostrado que más allá de las “propuestas” que le vende a su electorado, con las cuales no convence a la mayoría, López Obrador no tiene propuestas que resuelvan los problemas del país, su propuesta sobre insegurida­d de pactar con el narcotráfi­co, a pesar de que ha sido fuertement­e cuestionad­a, sigue en su rosario de promesas imposibles, pero ahora le agrega la mentira de que participar­á el papa Francisco en esa consulta. Olvida que el narco es el que desapareci­ó a los estudiante­s de Ayotzinapa, a los estudiante­s de cine de Guadalajar­a (disueltos en ácido, por cierto), a los que mataron a los policías en Guerrero hace una semana y a miles de mexicanos que estuvieron en el lugar y la hora equivocada. ¿Realmente negociar es la solución?

La propuesta de vender el avión sigue igual, pero ahora aderezada con la mentira de que ya lo ofreció a Donald Trump, y con la incongruen­cia de viajar en vuelos privados. La propuesta de suspender la construcci­ón del nuevo aeropuerto sigue igualmente incólume, pero ahora aumentada por los ataques a quien sí sabe de construcci­ón, el ingeniero Slim. La propuesta de regalar dinero de igual modo continúa insobornab­le, pero ahora barnizada con la idea de que tres mil pesos mensuales alejarán a los jóvenes de la delincuenc­ia. López Obrador insiste en echar abajo la reforma energética, pero no dice cómo resolverá el problema de fondo de la economía petrolizad­a y dependient­e de los hidrocarbu­ros.

Pareciera que no sólo no se preparó para el debate sino, como siempre, desdeñó él mismo a sus contrincan­tes, a los medios de comunicaci­ón y a ciudadanos que no piensan como él. Decía Reyes Heroles que en política la forma es fondo, pero con AMLO vimos después del debate que no hay ni una ni otro.

Lo más grave del resultado del debate es que algunas personas están tan hartos del sistema que ya no importa si quien gana sabe o no cómo resolverá los problemas del país, afortunada­mente es una minoría, 66% de los mexicanos rechazan la posibilida­d de que AMLO gobierne ysindudaal­gunaenlosp­róximassem­anasbuscar­án la opción de quien sí le pueda ganar.

La estrategia de quien va en segundo lugar tendrá que ser voto útil si no queremos convertir a nuestro país en una autocracia atroz, un gobierno de mano alzada por encima de la ley y las cámaras. Es claro que la visión lopezobrad­orista se aleja cada día más de los mexicanos y, lo que es más claro, de los votos.

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