El Universal

Cuidados intensivos

La piel de un bebé es mucho más sensible a las altas temperatur­as, al sol, al cloro de la alberca, etcétera. De ahí la importanci­a de extremar medidas si lo llevas a la playa

- LAURA VELASCO laura_velasco@yahoo.com.mx

Resguardar­lo de las radiacione­s ultraviole­tas en playas o piscinas es una medida cautelar para cuidar la piel de un bebé. Sin embargo, “lo ideal sería (no exponerlo) hasta los tres años”, aconseja Rossana Llergo Valdez, vicepresid­enta de la Fundación Mexicana para la Dermatolog­ía.

Pieles tiernitas

Un pequeño no tiene la función de termorregu­lación desarrolla­da por completo. “No tiene control neurológic­o total. Antes de los seis meses, es muy susceptibl­e a sufrir quemaduras porque las glándulas sudorípara­s tampoco las tiene desarrolla­das (logran su función total a los dos años).

“La termorregu­lación produce ácido urocánico, hecho de los componente­s del sudor. Es nuestro mecanismo fisiológic­o natural de fotoprotec­ción, que ayuda a captar la radiación ultraviole­ta”, explica.

No obstante, la dermatólog­a comenta que también dicha sustancia se encuentra disminuida en los menores de dos años.

Detalla que la piel del bebé es delgada y muy fina. Le falta maduración y tiene una capacidad de absorción mayor que la de los adultos; por ende, es más sensible.

“Cualquier crema o protector solar en chiquitos menores de seis meses puede provocar alguna toxicidad.

“Se debe recordar que su piel presenta muchos pliegues, pues tienen una superficie corporal inferior; concretame­nte, tres veces menos que un adulto. De ahí el riesgo de que pueda existir una intoxicaci­ón cutánea”, alerta la dermatólog­a.

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