Impúlsalo a comunicarse
Más allá de ser un sello distintivo del ser humano, el lenguaje debe ser considerado parte integral del bienestar infantil
En ocasiones, se olvida que el doctor Noam Chomsky fue uno de los lingüistas más importantes del siglo XX y no solo un polémico crítico de la política contemporánea. Su legado en materia lingüística radica en la defensa y demostración de que la posibilidad de adquirir un lenguaje es universal e innata.
En su convicción, “...el conocimiento de una lengua determinada crece y madura por una vía que, en parte, se encuentra intrínsecamente determinada”, escribió en su libro El conocimiento del lenguaje.
A la luz de esto, se aprecia la importancia que tiene la correcta inmersión en el lenguaje a temprana edad. Sin embargo, este proceso puede enfrentar trabas cuando no se valora su papel en el desarrollo cognitivo e, incluso, cerebral de las personas.
Estimulación oportuna
Al respecto, el psicólogo Juan Bribiesca, con maestría en Educación Especial por la Universidad de las Américas, explica que existen “periodos críticos del desarrollo de la persona: el lenguaje, el intelecto, las emociones, la habilidad psicomotriz y el propio desarrollo del cerebro.
“En el caso del lenguaje, si no se estimula en el momento adecuado (del nacimiento a los tres años de edad, aproximadamente) con la escucha del lenguaje, la modelación del mismo y el nombrar las cosas del ambiente, va a ser cada vez más complicado, si bien no imposible, que después lo aprenda”, advierte.
El catedrático indica que ese primer lapso influye en la adquisición del lenguaje posterior. De ser positivo, el niño almacena la información en el nivel cerebral, “lo cual le permitirá expresarse correctamente en la interacción con los demás”.
El papel de los padres
La adquisición de la comunicación verbal debe entenderse como un rasgo de la salud integral de los infantes y, para ello, es vital la intervención de los padres.
El especialista detalla que los pequeños deben crear una conciencia fonológica, que se habitúen a los fonemas de su lengua, la creación y unión de sílabas, siempre con la ayuda de los adultos.
“En los primeros meses de vida, los sonidos que se emiten corresponden al propio nivel de maduración orgánica de las estructuras anatómicas como músculos labiales, garganta, lengua, etcétera.
“En el castellano, los primeros sonidos que el niño domina son ‘p’ y ‘m’, junto con las vocales ‘a’ y ‘o’, que coinciden con las palabras ‘papá’ y ‘mamá’; no porque conozca su significado, sino por la facilidad para pronunciarlas”, sostiene.
El rol de la familia
Otro clásico de la lingüística, el estadounidense Willard van Orman Quine, plasmó en su tratado Palabra y objeto la siguiente metáfora: “El niño escala por la chimenea intelectual del lenguaje, apoyándose en cada lado por los ladrillos de la presión social de los demás”.
Dicha idea destaca el componente comunitario y solidario en la adquisición del lenguaje, lo cual llega a fallar en diversos entornos familiares. No obstante, el nivel socioeconómico no es un factor determinante, sino el compromiso familiar.
“En la mala inmersión al lenguaje, no se identifica un problema de clase o región. Por ejemplo, podemos tener a familias de la serranía poblana, cuyos niños están correctamente estimulados en su lengua; o, bien, personas citadinas de clase media cuyos niños no saben expresarse bien”, subraya Bribiesca Ruiz.
Es necesario que los padres fomenten la expresión del niño y que trabajen de manera presencial: conversando, cantando o nombrando junto a los infantes, práctica que se ha relajado en las nuevas generaciones porque éstas “privilegian los estímulos mediáticos audiovisuales”.
Además, deben entender que el tiempo dedicado a la modelación del lenguaje impacta en el desarrollo de la personalidad y del órgano cerebral de su pequeño.