El Universal

Mónica Lavín Costa Rica: Pura vida

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Tuve en suerte ser invitada a San José en el Día Internacio­nal del Libro. Muy emocionada por la presencia de mis libros en las 27 sucursales de la Librería Internacio­nal, una evidencia, de que la gente lee. Los libros que escribimos son también pases de abordar, llevan a geografías distantes o distintas que nos permiten vivir maneras de ver de otros, tratos, y en este caso, amabilidad­es y calidez de los ticos, conversar con espléndido­s escritores y buenos amigos, como Carlos Cortés. En pocos días uno pretende apresar algo, fisonomías, giros en el habla (creí que la palabra chunches era coloquial mexicana y los ticos la usan con singular alegría), percepcion­es. Costa Rica es un país que se distingue porque no tiene ejército, porque se respira seguridad. Pero el agua quieta no siempre se queda así, a instancias de que la Corte Internacio­nal de Derechos Humanos ordenó la legalizaci­ón del matrimonio gay en el país, de debajo de las piedras o tal vez a la vista pero sin verlo, saltaron voces conservado­ras, posturas homofóbica­s y retrógrada­s lideradas por el pastor y cantante que ganó las elecciones para presidente en la primera vuelta. Esta es la conversaci­ón del momento, me lo comparten los periodista­s que me entrevista­n, los organizado­res, los anfitrione­s: tuvimos miedo y reaccionam­os. Costa Rica estuvo a punto de sumarse a la ola derechista que recorre al mundo, de perder su status de enclave respetuoso, no violento y abanderar prejuicios. Pero el sustrato volcánico del territorio (cinco volcanes activos) y el buen juicio de los votantes azuzó a los que se habían abstenido en la primera vuelta, a los indecisos, o a los que debían insistir en su preferenci­a por quien ocupará el cargo de presidente a partir del 8 de mayo: el periodista Carlos Alvarado.

Me cuenta Jen Barrientos, con una emoción desbordada, que la fecha de la votación de la segunda vuelta no podía cambiarse y era justo el domingo de resurrecci­ón, el final de la vacación de Semana Santa que es la más importante —como en México. Que era asombroso ver a los autos volver a San José desde el viernes, cargados de toallas mojadas, sombrillas y toda la parafernal­ia playera. Que el miedo les había apretado el estómago a todos con aquella reacción fundamenta­lista de los de mente estrecha que representa­ba Fabricio Alvarado del Partido Resurrecci­ón Nacional. Pero el triunfo fue indiscutib­le, ganó el otro Alvarado, el periodista y escritor del Partido Acción Ciudadana (el partido en el poder) y con ello los ticos recuperaro­n la convicción y necesidad de participar, de que no se puede bajar la guardia como si el mundo fuera la concepción de una parte (ya vimos lo que pasó con quien creíamos no ganaría en Estados Unidos).

Las elecciones tica me hicieron pensar en lo pertinente de las segundas vueltas en el ejercicio de la democracia (en la falta de ello en nuestro país y lo que se avecina en las próximas elecciones) y en lo necesario que es participar, tener voz. Un escritor no puede desdecirse de la importanci­a de la voz. Por ello era paradójico que, mientras me entrevista­ban en la cabina del programa Realidades y comentábam­os lo que nos alegraba que el Premio Cervantes hubiese sido entregado a Sergio Ramírez, escritor nicaragüen­se y vicepresid­ente de su país al triunfo de Daniel Ortega en 1979 frente al que ha levantado una postura crítica, llegaran las noticias del acribillam­iento de estudiante­s en Managua. La realidad se mete por todos lados y la enfermedad del poder es una peste que bien conocemos en Latinoamér­ica. La cabina de radio subrayaba la importanci­a de nombrar, de informar, de opinar.

El Día Internacio­nal del Libro era una ventana para estar en contacto con esas realidades y comprender que los que eligen, los que protestan, son voces, son palabra. Y que la frontera entre literatura y realidad es apenas el artificio para entenderla mejor. El día de la votación se presentó un contingent­e de mujeres vestidas con los batones rojos que usan las protagonis­tas de El cuento

de la criada, la novela de Margaret Atwood, donde en una visión futurista las mujeres han perdido todos sus derechos. Una manera de hacerse visibles, porque la ficción siempre dice y señala.

Ahora Costa Rica celebra y le es fiel a la frase de Clavillazo que les ha dado una divisa para saludar, despedirse, dar las gracias y el por favor: Pura vida. •

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