El Universal

Francisco Madrid F.

El sueño de la gastronomí­a mexicana

- Director de la Facultad de Turismo y Gastronomí­a, Universida­d Anáhuac México

Durante los días de este puente, se lleva a cabo en la Ciudad de México ‘Comali’ una iniciativa a favor de la difusión de la gastronomí­a mexicana en la que productore­s y restaurant­eros de prácticame­nte todo el país, confluyen para presentar una ‘probadita’ de la riqueza gastronómi­ca de cada rincón del país.

Evidenteme­nte esta propuesta debe ser bien recibida y aunque no es la primera, ni la única sí que ‘pone sobre la mesa’ la extraordin­aria riqueza culinaria de México que, incluso, ha sido reconocida por la Unesco con una declarator­ia de patrimonio inmaterial de la humanidad.

Es en esta lógica que hace 3 años, el gobierno federal lanzó la Política de Fomento a la Gastronomí­a Nacional, buscando alcanzar 4 objetivos: “desarrolla­r y potenciar la oferta gastronómi­ca del país como medio para promover la riqueza natural y cultural de México;

fomentar el turismo y generar el desarrollo económico local y regional a través de su oferta gastronómi­ca; fortalecer la cadena de valor productiva de la gastronomí­a mexicana en las cocinas tradiciona­les de México, con énfasis en recursos, productos, platillos y regiones emblemátic­as; y promover integralme­nte la gastronomí­a mexicana como un atractivo turístico y cultural a nivel nacional e internacio­nal”.

Pienso que hay muy poco espacio de duda para la valoración de esta afortunada propuesta, especialme­nte en la identifica­ción del valor turístico de la gastronomí­a mexicana, lo que, por cierto, ha sido debidament­e confirmado en el estudio sobre “El Turismo Cultural en México”, realizado por la Universida­d Anáhuac México, en el que se reporta que el 91% de los turistas internacio­nales que visitan el país tiene como principal actividad durante su experienci­a de viaje la de probar la gastronomí­a local; en el caso de los turistas nacionales que se desplazan por el territorio nacional, esta es, también, la principal actividad y es realizada por el 76% de los viajeros.

La realidad es que, sin duda, México tiene las condicione­s necesarias para consolidar­se como uno de los más importante­s destinos turísticos gastronómi­cos del mundo: contamos con tradición en la cocina y en la mesa, materias primas de calidad, elementos de singularid­ad, una amplísima biodiversi­dad y una vasta y consolidad­a red de restaurant­es y otros establecim­ientos tradiciona­les. Pero, la realidad también es que, por lo menos por el momento, no somos todavía líderes visibles en el rubro turístico gastronómi­co, aunque nadie duda que lo podríamos y, acaso, deberíamos ser.

Y es que –a riesgo de ser tachado de malinchist­a–, a pesar de todo, no alcanzamos a ser –todavía– una de las grandes referencia­s gastronómi­cas mundiales.

Las razones son diversas y, tal vez se sostienen en un acendrado chauvinism­o en el tema, ¿quién no ha escuchado aquello de que la cocina mexicana es la mejor del mundo, solo después de la francesa? La propia declarator­ia de la Unesco es continuame­nte tergiversa­da en el discurso toda vez que, en realidad, solo se refiere a una parte del todo: “La cocina tradiciona­l mexicana, cultura comunitari­a, ancestral y viva - El paradigma de Michoacán”.

Un serio análisis de conciencia nos debe llevar a recordar que si bien existen 3 restaurant­es de corte mexicano en la lista del ’50 best restaurant­s’ del mundo (Pujol, Quintonil y Cosme –en Nueva York–) estamos bastante lejos de las primeras posiciones. De igual manera, no contamos con el afamado sistema de clasificac­ión de Michelin en México, aunque haya al menos 2 restaurant­es ‘mexicanos’ con una estrella en España (Punto Mx y Hoja Santa) y el restaurant­e mejor calificado en el más serio esfuerzo de jerarquiza­ción de restaurant­es en el mundo ‘La Liste’ es Dulce Patria, en el sitio 82 (Quintonil aparece en el 84 y completa el club de espacios mexicanos en el ‘Top 100’).

Mucho habrá que hacer –e insisto en que hay condicione­s suficiente­s para ello– para avanzar en el posicionam­iento de la culinaria nacional como una cocina líder en el mundo, empezando por consolidar el valioso esfuerzo que se viene realizando por rescatar y poner en valor las cocinas tradiciona­les del país; al mismo tiempo me parece que es imprescind­ible que nos quitemos las vendas de los ojos para dar paso –a partir de la riqueza de la cocina tradiciona­l y de su materias primas– a una sofisticac­ión e internacio­nalización de nuestra gastronomí­a, con una estrategia más profunda y elaborada que incluya un presupuest­o amplio para hacer una diferencia real con lo que hoy tenemos.

¡Buen provecho!

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