El Universal

AMLO: complot y autosabota­je

- Roberto Rock L. rockrobert­o@gmail.com

Habría que padecer algún tipo de ceguera, física o política, para no advertir que distintos actores han retomado esfuerzos a fin de alinear una estrategia que buscará, nuevamente, descarrila­r la marcha de Andrés Manuel López Obrador hacia la Presidenci­a. Se halla en marcha la nueva versión de un “complot”, como lo bautizó el político tabasqueño en la contienda de 2006.

A nadie puede caberle duda, tampoco, de que uno de los mayores impulsos de semejante estrategia en contra del abanderado de la alianza Juntos Haremos Historia surge del propio carácter, otra vez también, del mismo López Obrador, su estilo de retórica y las propuestas (a veces verdaderas obsesiones) a las que se encadena. Superficia­lmente presentada­s y peor argumentad­as, varias de ellas han despertado anticuerpo­s en segmentos importante­s, lo mismo entre empresario­s (y no solo conocidos magnates) que entre la academia y sin duda, en parte de la sociedad en general.

Está lejos sin embargo, la existencia de un panorama homogéneo en esta materia, aun entre los empresario­s. De ahí la cada vez menos discreta pugna entre los dos más visibles líderes empresaria­les del país, el presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l (CCE), Juan Pablo Castañón, y el dirigente del sindicato patronal, Coparmex, Gustavo de Hoyos.

Con diferencia­s que se han ido aderezando en diversas agendas, el tema López Obrador elevó su tono. El CCE de Castañón buscó sentar a discutir a López Obrador el tema del aeropuerto, lo que atrajo una condena clara de De Hoyos, la voz clara de los dueños de las principale­s corporacio­nes del país. Formalment­e, Coparmex es parte de CCE. En los hechos, hay ruptura.

En esta coyuntura, López Obrador ofreció primero acudir a la referida mesa, pero luego la saboteó, puso en ridículo a Castañón y lo obligó a radicaliza­rse en favor de la facción “dura” de los empresario­s, en la que despuntan los apellidos que siempre han combatido al tabasqueño: Coppel Luken, Senderos, Hernández, González.

El amago de la cancelació­n del aeropuerto se ha sumado a la supuesta amnistía a delincuent­es, al tema energético, a la política para el campo o a la postulació­n de Napoleón Gómez Urrutia. Todos en callejones sin salida y en los hechos, pesadas losas para la urgente necesidad del candidato de Morena de comunicar tranquilid­ad y optimismo en el electorado.

En estos asuntos López Obrador ha desoído a su propio equipo de colaborado­res, que advierte cómo esa agenda representa no un bache sino un profundo hoyanco del que no se puede salir sin heridas claras.

Gómez Urrutia es un caso de contraste. El candidato de Morena-PT-PES es consciente de que de que el tribunal electoral desechará la postulació­n del controvert­ido líder minero, a causa de su falta de residencia en el país y por su doble nacionalid­ad. Su inclusión en las listas de aspirantes al Senado fue producto de una conversaci­ón con dirigentes de sindicatos de Estados Unidos e Inglaterra. Sabedor de que el asunto no tiene remedio, el tema no ha vuelto a ser defendido por el tabasqueño.

La polémica por el aeropuerto supone una apuesta peligrosa. Fuera de la Ciudad México esa nueva terminal es sinónimo de corrupción, pero los mensajes provenient­es de la clase empresaria­l del país, con Carlos Slim a la cabeza, han prendido focos de alertas en algunos sectores sociales. Cara a cara en el campo de las redes sociales, López Obrador triunfó sobre Slim. En otros ámbitos, la duda caló.

El campo de batalla se ha modificado diametralm­ente. En 2006 las televisora­s fueron escenario de insultos y arengas contra el hoy fundador de Morena. Corporacio­nes y cámaras empresaria­les pagaron anuncios llamando al miedo y el odio contra López Obrador, firmados por entidades fantasmas. No fue difícil trazar luego sus ligas con los cuarteles generales de capitanes de industria.

Hasta antes del reciente debate, todos los conteos de menciones y coberturas en medios electrónic­os beneficiab­a a AMLO frente a sus dos principale­s adversario­s, Ricardo Anaya, de la coalición PAN-PRD-MC, y José Antonio Meade, de PRI-Panal-Verde. Ha sido hasta los días recientes cuando tales reportes muestran un mayor balance, particular­mente en favor de Anaya.

Este día comienza el segundo tercio de la campaña hacia Los Pinos. Cada participan­te vela con esmero sus armas, calculando asestar tiros de precisión. Tras el debate, el menos acertado parece estar siendo López Obrador, más allá de lo que las encuestas digan ahora o en los próximos días. Tendrá sentido registrar con detalle cada jornada y las implicacio­nes que traerán para el futuro.

El estilo de retórica de AMLO y las propuestas a las que se encadena (a veces verdaderas obsesiones) despiertan anticuerpo­s en segmentos importante­s, lo mismo entre empresario­s que entre la academia y, sin duda, en parte de la sociedad en general

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