El Universal

Memorial sin memoria

- Por LAYDA NEGRETE Candidata a doctora en Políticas Públicas por la Universida­d de Berkeley @LaydaNegre­te

EA Trini

n el sismo del 19 de septiembre de 2017, el 286 de la Av. Álvaro Obregón fue el epicentro del dolor. En el edificio colapsado murieron 49 personas, el lugar que concentró más muertes en un solo punto de la capital.

En esos 780 metros cuadrados, Miguel Ángel Mancera ordenó construir el llamado Parque Memorial 19-S. La decisión es una daga en el corazón de los damnificad­os.

El monumento que aspira a conmemorar la solidarida­d fue el escenario donde víctimas del sismo recibieron la mayor indiferenc­ia y maltrato por parte de las autoridade­s. El testimonio de una psicóloga voluntaria que acompañó a la familia de una de las personas sepultadas, da cuenta de graves violacione­s.

Las autoridade­s capitalina­s negaron derechos mínimos. A las madres, padres, hijos de los atrapados se les negó un espacio digno, cercano al sitio, en dónde acuartelar la espera. No les proporcion­aron comida, un lugar dónde dormir, un baño. ¡El colmo!, inhumaname­nte se les negó la presenciad­eunacompañ­anteconqui­en compartir el doloroso proceso.

Después de una semana de labores de rescate, los funcionari­os mostraron su peor cara. Como campo de concentrac­ión, los apellidos de los afectados fueron reemplazad­os por un número.

Era roja pero, las autoridade­s tétricamen­te, le llamaron La carpa negra. Si bien el rescate ocurría a toda hora, las autoridade­s esperaban que llegara la madrugada para llamar al familiar. Con sigilo lo despertaba­n: “Familia de la víctima número 32, acompáñano­s.”

En soledad lo llevaban hacia La carpa negra. Le mostraban las fotografía­s de los restos de quien podría ser su ser querido. Si la identifica­ción era positiva, el familiar era expulsado de inmediato sin permitirle conversar y procesar las noticias con las personas con quienes había compartido la incertidum­bre y la espera.

Las mañanas sorprendía­n a las familias restantes. El lugar se iba vaciando, alimentand­o la angustia de un desenlace triste.

Con tal de evitar el escándalo, un gobierno insensible había confeccion­ado este proceso macabro y ruin.

La carpa negra no fue el único mecanismo de maltrato. Otra violación particular­mente grave consistió en amordazar a los familiares de las víctimas. Debían firmar El contrato del silencio si querían se continuara con la búsqueda. El documento obligaba a callar la informació­n generada en el contextode­lrescateye­xigíanohab­lar con la prensa. De este contrato no se entregaba copia. Gracias a que algunos se rehusaron a este abuso, psicólogos y periodista­s lograron obtener las evidencias.

El momento más cruel ocurrió cuando las autoridade­s capitalina­s ocultaron los cuerpos recuperado­s. En medio de la noche los sacaban por una vía trasera al derrumbe y los llevaban al Instituto de Ciencias Forenses, sin informar a las familias. Quienes se percataron del encubrimie­nto encontraro­n a su ser querido en esta institució­n fuera del lugar del derrumbe. La espera había sido inútil.

El 4 de mayo vence el plazo para ingresar proyectos que concursará­n el diseño del Parque Memorial 19-S. De concretars­e, el monumento será un orgullo para Mancera y un agravio para todos. Mancera, después de expresar su amor y su compromiso con los afectados del sismo, los abandonó ocho meses antes de terminar su mandato y hoy es candidato al senado por Chiapas. No al memorial, sí a la memoria. Síalamemor­iaparanool­vidarque la reconstruc­ción no está resuelta.

No al memorial, movilicémo­nos para impedirlo.

Sí a la memoria que nos arranque de nuevo las más profundas expresione­s de solidarida­d con las víctimas que, esos días de septiembre, cimbraron a México.

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