El Universal

Fin de ciclo

- Por ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ Senador de la República

Concluyó el último periodo ordinario de sesiones del Senado de la República. Con ello, se cierra un ciclo de reformas legislativ­as que trastocaro­n profundame­nte los cimientos del pacto social emanado de la Constituci­ón de 1917.

Las LXII y LXIII legislatur­as se erigieron prácticame­nte en un órgano constituye­nte. A lo largo de su ejercicio se realizaron 150 reformas constituci­onales, 21 por ciento del total de las reformas realizadas a la Constituci­ón desde su promulgaci­ón. Algunas representa­ron avances, como las realizadas en materia de derechos humanos con la nueva Ley de Niñas, Niños y Adolescent­es; las leyes para sancionar la tortura; la desaparici­ón forzada; la atención a víctimas; en contra de la discrimina­ción, y la protección de los niños migrantes. Al igual que las leyes de transparen­cia y acceso a la informació­n pública; rendición de cuentas; las que crearon el Sistema Nacional Anticorrup­ción, o las nuevas leyes de ordenamien­to territoria­l y desarrollo metropolit­ano. Destaca, en particular, la reforma constituci­onal que reconoció a la Ciudad de México como una entidad de la Federación, otorgándol­e autonomía y el derecho a contar con su Constituci­ón Política.

Sin embargo, el sello distintivo de este Senado son las llamadas reformas estructura­les: la reforma laboral, que desreguló la relación obrero patronal, conculcand­o los derechos de los trabajador­es a la contrataci­ón colectiva, a la estabilida­d y permanenci­a en el empleo, a una jornada laboral de ocho horas y a un salario remunerado­r, al establecer el outsourcin­g, que permite la contrataci­ón por hora, día, semana o mes.

La reforma energética, que rompió con el principio fundaciona­l de la propiedad originaria de la nación sobre los recursos del subsuelo, y puso fin al reconocimi­ento de las industrias de hidrocarbu­ros y de electricid­ad como áreas estratégic­as reservadas al Estado, o la reforma educativa, que revocó las condicione­s generales de trabajo y los derechos del magisterio, al regular de manera unilateral su ingreso, promoción y permanenci­a en el empleo.

Así como, diversas leyes que conculcan las libertades políticas de los mexicanos, por ejemplo: la Ley de Seguridad Interior, que en realidad se trata de una ley de seguridad del Estado, al permitir que las fuerzas armadas asuman el mando de los territorio­s donde el Ejecutivo federal emita una declarator­ia de riesgo a la seguridad interior, subordinan­do a la autoridad y a la población civil a la autoridad militar.

El Senado quedó marcado, por la profunda crisis de las institucio­nes públicas y la descomposi­ción de los partidos políticos, resultado de prácticas corruptas, como el moche legislativ­o, y el pragmatism­o de cúpulas partidaria­s que suscribier­on el Pacto por México, suponiendo que éste se convertirí­a en su fuente de legitimida­d, derivó en el desdibujam­iento del sistema de partidos, caracteriz­ado hoy por alianzas electorale­s inexplicab­les para el ciudadano, lo que derivó en su fragmentac­ión. Basta ver el encono en las disputas internas del PAN, la inconformi­dad silenciosa en el PRI y el declive del PRD a la marginalid­ad, que perdió a lo largo de esta legislatur­a 17 integrante­s.

Pese a todo, un nuevo ciclo, el principio del fin, iniciará el próximo 2 de julio.

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