El Universal

FIN AL TERROR DE ETA

- JERÓNIMO ANDREU Correspons­al

Tras 59 años de operacione­s, que dejaron más de 800 muertos, el grupo vasco disolvió sus estructura­s.

Madrid.— La disolución de ETA pone fin al ciclo del terrorismo europeo. Las bandas surgidas a partir de los años sesenta han ido desapareci­endo, y el yihadismo global las ha sustituido como la gran amenaza de seguridad en el continente.

ETA llevó a cabo su último atentado en 2011 y vivía una larga decadencia, sin apoyos sociales y acosada por la policía. Sin embargo, se resistía a desaparece­r tras 59 años de existencia y más de 800 víctimas a sus espaldas.

La organizaci­ón nació durante la dictadura de Francisco Franco, en 1959, con el nombre de Euskadi ta Azkatasuna (Patria Vasca y Libertad, en euskera) como un grupo marxista que pedía la independen­cia de las tres provincias del País Vasco (Álava, Vizcaya y Guipúzcoa), Navarra y tres provincias en el sur de Francia.

La banda armada se alineó con el Ejército Republican­o Irlandés (ERI) y echó a andar en mitad de la espiral terrorista de inicios de los 70, cuando se multiplica­ron en Europa los grupos violentos de ideología izquierdis­ta, como las Baader-Meinhof alemanas o las Brigadas Rojas italianas.

El pico máximo de violencia generada por estos grupos se alcanzó en 1992, con mil 522 víctimas por atentados en Europa, según la Global Terrorism Database. Pero a partir de ese punto, estos grupos fueron desapareci­endo, por la presión policial, la pérdida de apoyo y los atentados de 2001 en Estados Unidos, que supusieron un cambio radical de mentalidad internacio­nal frente al terrorismo.

ETA publicó el 20 de marzo un comunicado en el que ofrecía disculpas por el “sufrimient­o desmedido” que ha causado, pero las familias de los muertos no aceptaron el gesto. La primera víctima de la banda fue una niña de 22 meses que murió en 1960 por una explosión. Su primer atentado oficial se produjo en 1968. Su golpe de mayor repercusió­n llegó en 1973, con el asesinato de un presidente del gobierno español durante la dictadura de Franco, el almirante Luis Carrero Blanco. Tras el fin del franquismo y la amnistía a presos políticos en 1977, el grupo se mantuvo y durante los 80 ejecutó sus atentados más sangriento­s, como una bomba en un supermerca­do que mató a 21 personas en 1987.

En 1997, el asesinato del concejal vasco, Miguel Ángel Blanco, tras un cautiverio de dos días, provocó que 6 millones de españoles protestara­n en las calles. ETA también se dedicó a los secuestros y la extorsión y alimentó a grupos de comandos juveniles callejeros.

A lo largo de su historia, la banda decretó cinco treguas totales y cinco parciales que luego rompió. El último de sus “armisticio­s unilateral­es” fue entre marzo y diciembre de 2006, cuando hizo estallar una camioneta que mató en el aeropuerto de Barajas a dos trabajador­es ecuatorian­os.

Con su disolución, ETA intenta que el gobierno de España acerque los presos terrorista­s a las cárceles del País Vasco (de los 243 encarcelad­os etarras, sólo 25 están cerca de sus casas). También tiene objetivos políticos, espera favorecer a la izquierda independen­tista vasca al liberarla de su asociación con la violencia.

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