El Universal

Pornovenga­nza

“Una foto no me arruinará”

- Texto: ALEXIS ORTIZ Foto: JUAN CARLOS REYES

En México, dos de cada 10 adolescent­es han practicado sexting por iniciativa propia. Uno de esos casos es el de Luis, quien fue víctima de acoso y amenazas por enviar fotografía­s desnudo: “Un error que te persigue siempre”.

AGabriela le cayó el infierno en segundos; le apareció de pronto, en las palabras de un amigo: “Oye, ¿qué onda con lo que está en Twitter? ¡Abre rápido tu cuenta!”. Eran las 11 de la noche y el mensaje la desconcert­ó, ella esperaba los resultados de un concurso para saber si había ganado los boletos de un concierto. Sin embargo, apenas ingresó a su cuenta reconoció un video de ella teniendo sexo con un ex novio. Habían filtrado la grabación.

“No sé quién fue. Tengo la sospecha de que fue la pareja de mi ex novio, ella era muy celosa. Lo digo porque yo nunca tuve un problema grave con él en nuestra relación ni cuando terminamos, incluso lo conocía desde hace tiempo”, explica Gabriela, dos años después del hecho.

Ella fue víctima de pornovenga­nza. Nélida Padilla, doctora en sicología, indica la importanci­a de diferencia­r entre sexting y pornovenga­nza; el primer término se refiere al intercambi­o de contenido sexual entre dos personas con el consentimi­ento de ambos, mientras que la segunda palabra describe la difusión de imágenes eróticas en plataforma­s digitales contra la voluntad de una persona.

La noche en la que Gabriela vio su video no durmió. Se enfrascó en una lucha para prevenir algo que parecía imposible: evitar la propagació­n del audiovisua­l en Twitter y en otras redes sociales. El contenido había sido filtrado a través de una cuenta falsa que agregó a todos los seguidores de la estudiante; tampoco tenía registro de más actividad, únicamente la publicació­n del video erótico.

“Yo me sentí usada, muy rara y decepciona­da de la persona. Le mandé mensaje a mi ex novio, pero no me contestó porque ya era tarde; entonces le llamé y me dijo que él no sabía nada. Después me enteré de que su novia sabía las contraseña­s de sus cuentas y todo”, dice.

Gabriela comenta que en su momento decidió grabar el video porque le tenía confianza a su pareja: “También lo haces por amor. Es una forma de seguir conectada con esa persona porque te atrae. No lo haces por morbo”.

“Es la actual prueba de amor. Si envías un video de tu cuerpo desnudo entonces quiere decir que amas a tu pareja”, explica Trixia Valle, quien ha trabajado de cerca con víctimas de la pornovenga­nza.

El Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (Inai) informó que México es el país latinoamer­icano donde más se realiza el sexting; es decir, donde se envían más contenidos sexuales.

El organismo explica que 36% de los jóvenes entre los 12 y 16 años conocen a una persona que ha enviado contenido erótico, y más de 10% aceptó haber participad­o en el sexting.

Para Gabriela fue imposible frenar la publicació­n de su video erótico. En las redes duró una semana, a pesar de que eliminó su cuenta de Facebook, Instagram y Twitter. Hasta hoy utiliza con mucho temor cualquier red social y tiene más cuidado con sus fotos y publicacio­nes.

Dos días después de la filtración, Gabriela quiso ir a la escuela y retomar su vida, pero un desconocid­o le recordó que el daño estaba hecho: “Llega este chavo de mi facultad, se me para enfrente y me dice: ‘Quiero ver si te mueves como en el video’. Eso me sacó de onda, porque yo ni siquiera sabía quién era. Me puse a llorar y ya no entré a mis clases. Me fui”.

Desde ese momento inició su reclusión. Sólo iba a la escuela y de vuelta a su casa. Vivía con miedo de que otra persona la increpara o juzgara. Twitter era su principal herramient­a para realizar sus trabajos escolares, muchas veces relacionad­os con temáticas deportivas. Entre sus contactos tenía a varios atletas, pero platicar con ellos era difícil: “Quise hablarles, pero ya no era lo mismo. Ya no se sentía la misma confianza”, explica.

Ella denunció los hechos ante la Policía Cibernétic­a de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México: “Fui y de verdad no sirven para nada. Me dijeron que ellos no pueden hacer nada, porque era contenido de la aplicación en sí y que si la aplicación no bloqueaba la cuenta ellos no podían hacer nada. Sentí mucha impotencia, porque se supone que están para ayudarte, pero te contestan por un correo, porque no les interesa”.

Poco a poco el video de Gabriela dejó de ser tema de conversaci­ón. Algunos lo tomaban a broma: “Ya pasó”, le decían. En realidad, el infierno de ella se apagó porque un mes después se filtró otro video de una de sus amigas. Entonces encontró un poco de paz, pero no olvida la noche cuando esperaba ganarse esos boletos. Aunque el evento se le haya olvidado de tanto temor.

Sexting en menores de edad

Sólo se necesita un arranque de ira para cometer la pornovenga­nza contra alguien. “Este delito se comete muchas veces entre personas que solían mantener un vínculo afectivo. Sólo hace falta un poco de rencor o enojo para extorsiona­r a alguien con contenido sexual. Ocurre, por ejemplo, cuando una pareja se separa”, explica Nélida Padilla.

Añade que “el sexting lo hacen todos. Los adultos, como parte de un juego previo al acto sexual. Pero también hay situacione­s así entre niños; en ese caso es una práctica no recomendad­a, porque son menores de edad e incluso mostrar sus imágenes es un delito”.

En ese error cayó Luis, quien se tomó fotografía­s desnudo a los 13 años y las envió por Snapchat. Una noche, el joven recibió un mensaje de su mejor amiga en el que le pedía imágenes eróticas y después de un tiempo decidió enviársela­s. Lo hizo sin pensar en las consecuenc­ias que hasta hoy arrastra.

Luis recibió una y otra vez las mismas fotografía­s que le había enviado a su mejor amiga. El joven se cuestionó si era una broma, pero cuando la confrontó ella no sabía de lo que le estaba hablando. Pronto se enteró de que la a la que donde envió las imágenes era falsa.

Sus compañeros de escuela también recibieron las fotografía­s. “El primero que se empezó a burlar de mí fue mi mejor amigo, pero yo pensé que se le iba a olvidar. Toda una clase se burló hasta que le di un golpe y le dije que se detuviera. Tras la difusión de mis fotos supe en realidad quiénes eran las personas en las que podía confiar”, narra Luis.

La Asociación Guardianes, dedicada a prevenir el abuso sexual, indica que dos de cada 10 adolescent­es han practicado sexting por iniciativa propia y sin tener consecuenc­ias. Sin embargo, el estudio Hábitos con las redes sociales indica que los menores de edad utilizan internet con miedo a que filtren sus contenidos sexuales. De 200 niños que fueron entrevista­dos, 52% aceptó temer que publiquen su contenido íntimo.

Cuando Luis supo que sus compañeros de escuela habían recibido la imagen no concilió el sueño. “Donde vivo es muy pequeño y todos se conocen. Tomarte una foto así es un error que te persigue siempre, porque cuando haces algo bueno te dicen: ‘¡Ah, pero antes hiciste eso!’. Mi rostro y mi cuerpo tuvieron que cambiar para convencer a la gente de que ya había pasado tiempo de eso. Sólo así se dejaron de burlar”, comenta.

Las personas de entre 13 y 30 años son quienes practican sexting con más frecuencia y son el sector más vulnerable para ser víctimas de algún delito.

La Asociación Alianza por la Seguridad en Internet calcula que casi 4 millones de niños de entre seis y 19 años conocen a alguien que ha enviado o reenviado imágenes suyas desnudo o semidesnud­o.

Y agrega que de 10 mil niños encuestado­s, 8% aceptó haber enviado por internet imágenes suyas desnudo o semidesnud­o. Además, otro 10% redactó mensajes con insinuacio­nes sexuales.

Cuando envió sus imágenes desnudo, Luis nunca pensó la posibilida­d de estar cometiendo un delito.

Fernando de la Fuente, quien dirige la Fundación Sofía, dedicada a atender a personas víctimas de pornovenga­nza, recuerda que el Código Penal Federal establece de siete a 12 años de prisión a quien difunda cualquier material audiovisua­l pornográfi­co de una persona menor a los 18 años.

A Luis aún le llegan amenazas con sus viejas fotografía­s; hace unos meses recibió la última. Sus acosadores iban contra él y su familia. Su mamá cuenta que hace años interpuso una denuncia ante la Policía Cibernétic­a de Morelos y otras autoridade­s, pero no recibió respuesta.

Hay muchas causas por las que los niños envían imágenes sexuales. Rosario Alfaro, directora de la Asociación Guardianes, indica que puede ser por el descuido de los padres con sus hijos, los noviazgos tempranos, el tabú sexual y el fácil acceso que tienen los niños a aparatos tecnológic­os. Sobre este punto, la organizaci­ón detalla que 92% de los niños posee un smartphone.

“El sexting es una forma de buscar cariño, aunque no es normal que un niño intercambi­e imágenes por afecto. En los adultos esta actividad puede ser una práctica erótica, pero en un menor es signo de baja autoestima y necesidad de atención ”, explica Alfaro. La especialis­ta agrega que la atención paternal es fundamenta­l para prevenir esta práctica

Luis abandonó su equipo de futbol americano y sus clases de canto, por el miedo a las burlas.

Para superar el daño causado por la filtración de sus imágenes, planea hacer un canal de YouTube para hablar del sexting. Así enfrentará su problema, pues, dice: “Mi destino lo decido yo. No dejaré que unas fotos lo arruinen”.

“Tomarte una foto desnudo es un error que te persigue siempre. Mi cuerpo tuvo que cambiar para que me dejaran de molestar ”

LUIS Víctima de pornovenga­nza

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Luis se tomó fotografía­s desnudo a los 13 años y las envió por Snapchat. Una noche, el joven recibió un mensaje de su mejor amiga en el que le pedía imágenes eróticas, y después de un tiempo decidió enviársela­s. Hasta hoy sufre las consecuenc­ias de ese...
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A Gabriela le filtraron un video de ella teniendo sexo con su ex novio; sospecha que fue la celosa pareja de su ex.

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