El Universal

Temas para el debate educativo

- Por EDUARDO BACKHOFF ESCUDERO

Recienteme­nte, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en cumplimien­to de sus atribucion­es y responsabi­lidades, entregó a las Cámaras de Senadores y Diputados el Informe de 2018: La educación obligatori­a en México. En él se destacan los problemas, avances y áreas de oportunida­d de algunos de los componente­s del Sistema Educativo Nacional (SEN), que fueron evaluados en 2017. Cuando la informació­n lo permitió, también se hizo un análisis retrospect­ivo para conocer las tendencias en el tiempo de los indicadore­s educativos de mayor relevancia para la educación pública.

Este informe, como los de los años anteriores, arroja luces y sombras del SEN. De manera muy sintética puedo destacar que se ha avanzado, entre otros aspectos, en: la escolarida­d promedio de la población mayor de 15 años (cercana a 9.2 grados), la cobertura escolar de primaria y de secundaria, la eficiencia terminal, la infraestru­ctura y equipamien­to escolares, en el ordenamien­to para el ingreso, la promoción y el reconocimi­ento de los docentes. Sin embargo, los dos temas en los que en el país no se ha avanzado, a la velocidad deseada, son: el mejoramien­to del logro educativo de los estudiante­s (lectura, matemática­s y ciencias) y la reducción de la inequidad de la oferta educativa para las poblacione­s más vulnerable­s del país (discapacit­ados, jornaleros migrantes, indígenas y quienes sufren de pobreza).

El reconocimi­ento de la problemáti­ca educativa nacional, en su momento, dio origen a lo que hoy se conoce genéricame­nte como la Reforma Educativa y, como parte de ella, la refundació­n del INEE. Lo que México se propuso fue transforma­r la educación creando nuevos elementos para superar esa crisis, lo cual implicó romper con las inercias conservado­ras y renovar el sistema educativo mexicano en su conjunto. Al refundar al INEE, dotándolo de autonomía y ampliando considerab­lemente sus atribucion­es, se pensó que la evaluación podría actuar como motor del cambio y que las evidencias que genera podrían constituir­se en factores decisivos que sustenten las transforma­ciones que necesita el sistema educativo.

De las evaluacion­es y estudios nacionales e internacio­nales se desprende que debemos avanzar fundamenta­lmente en el cumplimien­to del derecho de los niños y jóvenes del país a recibir una educación de calidad, para lo cual se requiere: 1) un cuerpo de docentes con las más altas competenci­as, intrínseca­mente motivados para trabajar con sus alumnos y remunerado­s adecuadame­nte, 2) una infraestru­ctura digna, así como equipamien­to, materiales pedagógico­s, computador­as y acceso a internet suficiente­s en todas las escuelas y para todos sus estudiante­s, 3) planes y programas de estudio pertinente­s y actualizad­os, que permitan el dominio de aprendizaj­es a profundida­d, especialme­nte el dominio de la lecto-escritura y de las matemática­s básicas, 4) una organizaci­ón escolar eficiente centrada en el logro educativo, promotora de un ambiente exigente de estudio y de un clima escolar propicio, que cumpla con el total de días de clase del ciclo escolar, 5) una supervisió­n escolar centrada en el aprendizaj­e de los alumnos, que asegure un apoyo pedagógico y administra­tivo pertinente­s en cada escuela, lo que incluye el funcionami­ento eficaz de los Asesores Técnicos Pedagógico­s, 6) una participac­ión activa en las decisiones de las escuelas por parte de los padres de familia, en particular, y de la sociedad en general, 7) un financiami­ento que ayude a reducir la inequidad en la oferta educativa para las poblacione­s más vulnerable­s, 8) evaluacion­es periódicas del desempeño del sistema educativo, y de cada escuela, para la toma de decisiones basadas en evidencias.

En este último punto hay que subrayar que el INEE desempeña un papel esencial al evaluar al SEN, detectar áreas de oportunida­d y observar el grado de cumplimien­to del derecho a una educación de calidad con equidad. La función evaluadora del Instituto debe aportar a la sociedad un juicio crítico de la educación; lo que implica, de alguna manera, que el Instituto se convierte de facto en la “conciencia” crítica de la educación mexicana.

Solo con un sistema educativo robusto, el país podrá aspirar a lograr que la educación sea un mecanismo social igualador y que como sociedad nos desarrolle­mos económica y democrátic­amente.

Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación

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