El Universal

El futuro de la educación

- Por ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN Presidente ejecutivo de Fundación Azteca. @EMoctezuma­B emoctezuma@tvazteca.com.mx

Las nuevas prácticas educativas generan conocimien­to a través de ejercicios lúdicos, más divertidos, interactiv­os. Así, los valores cívicos, éticos, democrátic­os y los conocimien­tos técnicos, se adquieren, no en la prédica, sino en la práctica.

Ese es el caso del aprendizaj­e colaborati­vo que ya se aplica en cientos de escuelas públicas mexicanas, impulsado por asociacion­es civiles.

También, las ciencias y técnicas “duras”, como las ingeniería­s, la electrónic­a, la mecánica y la programaci­ón, entre otras, se aprenden en competenci­as de robótica.

Los alumnos viven con enorme interés la experienci­a de construir un robot y se emocionan al competir frente a otros equipos que ponen a prueba la calidad y eficacia de su diseño. Estas competenci­as no se distinguen, en pasión y apego, de las deportivas.

Asimismo, el desarrollo de la sensibilid­ad, la autoestima, vida interior; el pensamient­o matemático, el trabajo en equipo, la disciplina y la búsqueda de la excelencia, se logra a través de la interpreta­ción de música clásica.

Las orquestas infantiles son fábricas de buenos ciudadanos. El efecto en el cerebro humano al interpreta­r música es espectacul­ar.

La activación física y el deporte tienen también grandes ventajas en la coordinaci­ón física y cerebral del alumno, por lo que el deporte no debe verse como algo adjetivo, sino como parte esencial en el desarrollo de los niños.

Cuando se logre sumar todo esto en el currículo educativo, ir a la escuela, será algo mucho más divertido que en el siglo XX. Ya estamos en el XXI y así será la educación en el presente. No todo es presupuest­o, la imaginació­n ayuda.

Hay que acelerar el paso. La educación en el mundo y en México sigue siendo tradiciona­l. Esto es explicable, ya que los grandes cambios tecnológic­os, la investigac­ión sobre el proceso cognitivo y las nuevas fuentes de conocimien­to son recientes y cambian constantem­ente.

¿A qué me refiero por tradiciona­l? Cuando el maestro transmite conocimien­tos, como la única parte activa del proceso de enseñanza y los alumnos reciben la informació­n pasivament­e.

Esto ya lo cambió la tecnología, pero todavía 70 por ciento del magisterio da clases a través del dictado. Eso aburre a los alumnos y reaccionan con desinterés por la clase.

Urge acelerar el cambio en la relación maestro–grupo–alumno. Construir una nueva relación en donde el aprendizaj­e sea horizontal; en donde sí se valga copiar y el alumno construya su propio aprendizaj­e y lo comparta con sus compañeros.

¿Y qué debe hacer el docente? El maestro se está convirtien­do en un coordinado­r del aprendizaj­e; es el responsabl­e de generar los ambientes para que niñas, niños y jóvenes logren aprender lo que más les interesa. No más dictados, no más clases aburridas, sino experienci­as de prácticas, investigac­ión y participac­ión colaborati­va.

Afortunada­mente, algo que es muy notorio, es que lejos de tener miedo a salir de su zona de confort, los más interesado­s en aprender más y mejores métodos, y nuevas formas de transmitir el conocimien­to, son los docentes.

Es notorio como se entusiasma­n los maestros al impulsar a sus alumnos de una manera distinta. La respuesta para el futuro, es formación continua del magisterio.

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