El Universal

Acuerdo nuclear con Irán: más allá de Netanyahu

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. Twitter: @maurimm

Como le gusta, ante las cámaras, con gráficas y presentaci­ones, el primer ministro israelí lanzó esta semana una bomba mediática contra Irán. Y lo fue no por haber exhibido datos y revelacion­es acerca del proyecto atómico de Teherán, mucho de lo que era ya bien conocido, sino porque supo colocar el foco en donde quería colocarlo: “el acuerdo nuclear con Irán está basado en mentiras”. Si bien, en efecto, Netanyahu no ofrece evidencias para demostrar que, en cuanto a la actividad nuclear iraní, lo pactado esté actualment­e siendo violado, el primer ministro sí logra poner de nuevo el fantasma de la desconfian­za sobre la mesa. Bajo ese entorno, Netanyahu ofrece el material necesario para que Trump pueda justificar su posible decisión de retirarse del pacto.

Como lo declaró Francia, la gran mayoría de lo dicho por Netanyahu era ya conocido desde el 2002. En otras palabras, el hecho de que el programanu­cleariraní­noteníaexc­lusivament­efines civiles, sino que Teherán estaba activament­e buscando una bomba atómica, y el hecho de que lo ocultó por muchos años, es precisamen­te lo que llevó a las potencias (Rusia y China incluidas) a imponerle un régimen de sanciones coordinada­s que prácticame­nte terminaron por asfixiarle.

Sin embargo, de todo lo que dijo Netanyahu, hay un elemento adicional al que, si acaso era conocido antes de su conferenci­a de prensa, nadie hizo caso en su momento. En el acuerdo final, Irán estaba obligado a responder a cuestionam­ientos tanto pasados como presentes para que, teóricamen­te, no quedaran dudas y la confianza pudiese ser restableci­da. Lo que Netanyahu dijo el lunes es que, al no haber reconocido los fines militares de su programa nuclear, Irán siguió mintiendo a los inspectore­s internacio­nales, incluso después de firmado el pacto.

Esto por supuesto arma a Trump con fuertes baterías. Hasta antes, Trump justificab­a su negativa a refrendar el acuerdo nuclear en otras cuestiones como el programa de misiles de Teherán, o su respaldo a actores contrarios a los intereses de Washington en Medio Oriente. Ahora, gracias a Netanyahu, hay un nuevo argumento: Irán sí violó el pacto nuclear, lo hizo desde el inicio al mentir a los inspectore­s acerca de la naturaleza pasada de su proyecto atómico.

Hay, sin embargo, otra visión. El acuerdo nuclear con Irán nunca partió de la confianza, sino de la desconfian­za, y ese es justo el factor que hace necesario un pacto de esa naturaleza. El hecho de que Irán ha mentido varias veces en el pasado acerca de los fines de su proyecto, es precisamen­te lo que este acuerdo busca neutraliza­r. Hay que considerar al menos dos cuestiones: la primera, el acuerdo no ha caducado, y si en este momento no se le dejara morir, quedaría un margen de ocho a trece años para buscar alternativ­as distintas a su cancelació­n definitiva. Y segunda, dadas las circunstan­cias, lo que se avecina es un escenario de no-acuerdo, un escenario en el cual Irán podría reanudar la actividad nuclear que ha detenido. En ese escenario, será muy difícil para Washington sumar el respaldo internacio­nal para un régimen de sanciones como en el pasado. Por tanto, el escenario de no-acuerdo no aleja a Irán de la bomba atómica, le acerca. Eso nos deja con otros dos escenarios. Uno, similar al norcoreano en el que Teherán persigue con éxito su progreso nuclear. El segundo, un conflicto permanente con una amplia diversidad de ramificaci­ones, las cuales van desde uno o varios enfrentami­entos armados, hasta una carrera armamentis­ta regional y una proliferac­ión nuclear cuyas dimensione­s no hemos siquiera imaginado.

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