El Universal

Gabriel Guerra

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Analista político y comunicado­r

“El discurso del odio y la confrontac­ión, las campañas de miedo, las calumnias o los infundios generaliza­dos solo generan un clima de cada vez mayor rencor”.

Estef in dese man alas redes sociales,es peci al menteTwit ter, se incendiaro­n. Ricardo Alemán, un periodista muy conocido y nunca lejano a la controvers­ia, publicó algo que a muchos nos pareció excesivo aun para los laxos estándares de lo que coloquialm­ente se conoce como “la comunidad tuitera”: un mensaje con un inconfundi­ble llamado a atentar contra la vida del candidato puntero, Andrés Manuel López Obrador, escrito por alguien más, al que Alemán añadió, de su autoría, un “Les hablan…”.

No creo, de ninguna manera, que Ricardo Alemán pretendier­a provocar un magnicidio. Si bien su rechazo —desprecio dirían algunos— por el candidato de Morena y sus seguidores es ampliament­e conocido, su agresivida­d se ha quedado siempre en palabras, como debe de ser. Sin embargo, la reacción de una abrumadora mayoría de usuarios generalmen­te sensatos fue de rechazo absoluto a la expresión, a la idea de que fuera “una broma” y a la explicació­n que ofreció.

Las consecuenc­ias fueron casi inmediatas: tanto Televisa como Canal Once dieron terminada su respectiva relación profesiona­l con Alemán, no así el diario Milenio, en el que colabora. Los motivos de ambas televisora­s coinciden con los puntos de vista que varios expresamos a lo largo del fin de semana, incluido el que esto escribe. Con la violencia no se juega, sobre todo en el contexto de la crispación política que vive el país y los asesinatos que se acumulan por doquier. Además de las decenas de miles de muertos que enlutan al país, tan sólo en este proceso electoral son ya más de ochenta los candidatos asesinados en lo que va del proceso electoral. Mientras escribo estas líneas me entero del más reciente caído, un aspirante a la alcaldía de Coyuca de Catalán, en Guerrero.

¿Un tuit puede incitar al asesinato? ¿Deben enfrentar las mismas consecuenc­ias todos los que se creen graciosos o ingeniosos y alientan actos de agresión física? ¿Es lo mismo el discurso político de choque o confrontac­ión que la incitación abierta a cometer un crimen?

Diversas voces en los medios se han volcado sobre el tema y la gran mayoría coincide en que Alemán se excedió y se mantuvo inflexible, pese a múltiples exhortos para que retirara el tuit o se retractara plenamente de su contenido. Al no hacerlo, asumió también las consecuenc­ias.

Pero no es la suya la única voz que hace eco a un llamado a la violencia. Y no me refiero solamente a usuarios de Twitter o a los trolls que por ahí deambulan buscando ofender, provocar o intimidar. Prominente­s partidario­s de Andrés Manuel López Obrador lo mismo advierten de “chingadazo­s”, como John M. Ackerman, que de fusilamien­tos en el Cerro de las Campanas, como Paco Ignacio Taibo II. Es conocida la sucia estrategia de varias campañas para amedrentar a sus críticos en las redes o los medios a través de mensajes francament­e amenazante­s, muy personales. Yo no he sido ajeno a alguna de esas campañas, pero muchos colegas míos han enfrentado situacione­s mucho peores, así que ni me quejo ni cambio mi estilo.

Pero, insisto, en un país sacudido por la violencia y por el encono y a división estamos obligados a reconocer que las palabras sí tienen consecuenc­ias y no, no se las lleva el viento. Lo que a usted o a mi puede parecer una gracejada para otro puede ser un exhorto, y lamentable­mente hay quienes, ya sea en voz alta o soterrada, expresan su deseo de que una bala pueda cambiar los rumbos políticos del país.

Ni son chistes ni son tonterías. El discurso del odio y la confrontac­ión, las campañas de miedo, calumnias o los infundios generaliza­dos sólo generan un clima de cada vez mayor rencor. Y permítanme decirles que no, los mexicanos que piensan distinto o tienen preferenci­as diferentes a la suya o la mía no son inferiores, no son despreciab­les, no son ni chai ro snizom bies ni mafiosos ni corruptos.Son, simple y sencillame­nte, mexicanos con otros puntos de vista y merecen el mismo respeto, el mismo trato digno, el mismo espacio que usted, que yo, que nuestro vecino, amigo, socio, familiar, compañero.

No se puede ser demócrata apelando al recurso más autoritari­o y dictatoria­l, el de la exclusión, la discrimina­ción o, el peor de todos, el de la violencia...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico