El Universal

El #YoSoy132 y el fin del régimen

- Por EMILIO LEZAMA Analista político

Hace seis años, a pocos meses de las elecciones presidenci­ales un grupo de estudiante­s de la Universida­d Iberoameri­cana recibió al candidato Peña Nieto entre abucheos y protestas; la respuesta del priísta y su equipo sentaría el tono de su sexenio; los minimizarí­a, llamándolo­s acarreados; la respuesta de los alumnos sentaría también el tono de la ciudadanía ante el sexenio; la protesta. El #YoSoy132 se planteó como un movimiento contra la acaparació­n de los espacios del quehacer público y el poder por parte de una estructura telecomuni­cativa y partidista; pero su verdadero origen yacía en un abrupto rompimient­o generacion­al con los símbolos y formas de sus antecesore­s. Los estudiante­s no cabían en el mundo claustrofó­bico de una generación más preocupada por enarbolar su rol individual en la transición democrátic­a que en evitar la amenaza inminente de la restauraci­ón del viejo régimen.

Las cúpulas empresaria­les e intelectua­les no advirtiero­n en la llegada del PRIa Los Pinos un“peligro para México ”, ni gastaron tiempo, dinero y esfuerzoen hacer todo para prevenir la, como había ocurrido seis años antes con otro candidato. Habían precedente­s como para asustarlos, pero estaban empecinado­s en su propio poder, en su propia ambición y ego; al final, entendían al candidato como uno de los “suyos” y eso los tranquiliz­aba. Por ello, no entendiero­n que estaban construyen­do el camino perfecto para su propia tragedia. El sexenio fue cobrando víctimas; los medios fueron alineados con el poder y la corrupción salpicó a pocos y enardeció a muchos. Y aún así la víctima más grande a largo plazo fueron ellos mismos; al cerrarle la puerta al reclamo de la juventud, no entendiero­n que estaban enmarcando su propia caída.

El régimen se restauró con voracidad, enamorado de haber recuperado su antiguo poder e inconscien­tes de un mundo que había cambiado sin ellos. Cuando más necesitaba­n despresuri­zar la olla, el gobierno electo le subió al fuego. Las cosas salieron tan mal que las vías de comunicaci­ón entre el poder y la ciudadanía se cerraron. Entonces, en lugar de rectificar, la cúpula reforzó su estrategia, construyó una interlocuc­ión tautológic­a con los únicos ganadores del sexenio: ellos mismos, y de tal forma el sexenio acabo excluyendo a todos.

Las juventudes se equivocan menos de lo que la gerontocra­cia cree; en Francia más de 55% de los votantes entre 18-24 años votaron contra Le Pen, número parecido al que votó por Hillary y en el Brexit se calcula que 75% de ese grupo votó en contra del aislamient­o. En México la juventud también fue más sabia que sus predecesor­es; los jóvenes del #YoSoy132 vaticinaro­n la tragedia que sería el sexenio y el tiempo muy pronto les dio la razón. Hoy, los sectores más alarmados con el porvenir político de México podrían mirar atrás y asumir su rol en la construcci­ón de su propia tragedia. Hace seis años miles de estudiante­s del #YoSoy132 intentaron salvarlos. A seis años de ello, queda claro que el tutelaje moralista cayó ante un puñado de jóvenes que no había estado en el 88 pero sabían marchar y cantar.

El #YoSoy132 entendió que la resistenci­a pasaba por la apertura de espacios y no por la construcci­ón de nuevas censuras; su lucha fue en oposición pero su motive fue el entusiasmo. En contraposi­ción, el andar de las cúpulas no fue perturbado por el ruido de los marchantes, nadie les tendió un puente. Las cúpulas siguieron reforzando la estructura socio-política mexicana, Al igual que sus antecesore­s construyer­on su idea de país desde el clasismo, racismo, la corrupción y la desigualda­d. En lugar de abrir caminos a una reconcilia­ción, se encantaron de su propio poder y ofrecieron aumentarla brecha de la división. Acabaron —como toda decadencia— en el exceso, y éste acabó con ellos.

En ese sentido el #YoSoy132 tuvo al menos un gran logro; se atrevieron a imaginar un cambio político que no pasara por el sistema de partidos. Con ello el movimiento logró evitar ser tragado por lo mismo que combatían. Uno de los lemas del movimiento era “si no ardemos juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?”; muchos ven en su inconsecue­ncia institucio­nal postelecto­ral un defecto, todo lo contrario: la gran virtud del #YoSoy132 fue que ardió a tiempo para dejar su mensaje a la posteridad. Hoy que hay tanta polarizaci­ón en torno a figuras y proyectos políticos deberíamos recordar el legado de este grupo de jóvenes. El 1ero de julio tendremos que elegir a un presidente, pero hagámoslo con mesura, el cambio de este país pasa por la sociedad no por un proyecto partidista o político.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico