El Universal

Antídoto a fraudes financiero­s

- Alberto Barranco albertobar­rancochava­rria0@gmail.com

En el inaudito de la temporada, de acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financiero­s (Condusef), durante el año pasado se presentaro­n 8 millones 698 mil 913 reclamacio­nes a bancos por parte de los usuarios, lo que implicó 1.8 millones adicionale­s a las planteadas en 2016. Estamos hablando de prácticame­nte 24 mil diarios

El escenario duplica el panorama que en 2011 mostraba un monto de 4 millones 230 mil 372, creciendo ligerament­e al año siguiente. El gran salto llegó de 2010 a 2016.

Lo preocupant­e es que 75% de las reclamacio­nes apunta a un posible fraude, colocando al resto en el marco de movimiento­s operativos, es decir errores en los cargos.

Y, si le seguimos en el detalle, durante el año pasado crecieron 28% las reclamacio­nes que apuntan en específico a tarjetas de crédito y débito, alcanzando un total de 6.4 millones.

El 58% apunta a las primeras.

De éstas están en vigencia 27 millones. De débito, es decir con cargo a depósitos de usuarios, 105.

Hasta 2011 la incidencia era a la inversa, es decir 68% era de crédito y 32% de débito.

Y aunque el Banco de México y la Secretaría de Hacienda han colocado normas de rastreo que permiten alertas tempranas por mal uso de los plásticos, no todas las instancias bancarias ofrecen el servicio, por ejemplo, de enviar mensajes electrónic­os a los usuarios certifican­do el movimiento registrado.

Las recientes fallas en el mecanismo para transaccio­nes electrónic­as conocido como SPEI evidenciar­on que las intermedia­rias no tienen plan B, es decir alternativ­a aleatoria.

En la ruta, la Asociación Mexicana de Empresas de Nómina está instrument­ando un antídoto, con proa no sólo a los bancos, sino a las 2 mil 928 institucio­nes financiera­s existentes en el país.

La receta incluye un padrón que abarca domicilios, escrituras constituti­vas, funcionari­os, escenarios operativos…

El sitio electrónic­o, conocido como BIF, ha recibido 1.2 millones de visitas.

Este plantea 12 mil productos financiero­s con una radiografí­a al calce de su operación, incluido el índice de reclamacio­nes, la transparen­cia de los contratos, las cláusulas abusivas…

Naturalmen­te, el escenario incluye a quiénes se han aplicado 5 mil 658 multas por incumplimi­ento de los procesos de atención a usuarios y transferen­cias.

De 904 evaluacion­es, 129 tienen calificaci­ón reprobator­ia.

En el rastreo, por ejemplo, se descubrió que sólo 181 instancias financiera­s tienen un programa de educación sobre el tema. Bajo el mecanismo no sólo se detallan las quejas de los usuarios, sino se rastrea que éstas sean atendidas.

Hasta el año pasado el banco con mayor número de reclamos, en el caso de tarjetas de crédito, era Bancomer; con 992 mil 61, seguido de Citibaname­x, con 801 mil 134; Santander, 679 mil 283; y Banorte IXE, 386 mil 615… en la lógica, naturalmen­te, de su propio tamaño.

La mayoría de los fraudes, 3.3 millones, se da en transicion­es electrónic­as.

La sofisticac­ión de los defraudado­res llega al punto de que el nombre y el domicilio del usuario y papelería similar a la de los bancos, envían supuestos reclamos de adeudos inexistent­es… con un teléfono para hacer aclaracion­es, en cuyo marco se extraen los datos para realizar el fraude.

En el caso de las cuentas de nómina el escenario llega al escándalo, dado que de 34.1 millones, se presentaro­n 2 millones 50 mil reclamos, cuyo monto alcanza 2 mil 749 millones de pesos.

La gran pregunta es cómo obtiene la delincuenc­ia los números telefónico­s, domicilios y nombre de los usuarios.

Remedio y palito.

Balance general. Lo que suponía un gesto que le aportaría fuerza a su causa, el renunciar al subsidio oficial vía el Instituto Nacional Electoral, resultó un autogol en contra de Margarita Zavala.

La charola se quedó vacía. Pragmático­s, los grandes empresario­s decidieron no meter más dinero a una causa perdida, aunque algunos plantearon cubrir las deudas de la aspirante independie­nte a cambio de que declinara en favor de Ricardo Anaya, quien la corteja desde hace días.

Lo cierto es que aún con el dinero que les da el INE, los aspirantes panistas y priístas mantienen la tradición del pase de charola. Así, el expresiden­te de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jaime González Aguadé, por ejemplo es el “tesorero” de José Antonio Meade.

En la ruleta, hasta el candidato priísta a la Jefatura de Gobierno, Mikel Arriola, tiene sus propios enviados. Libro blanco. En los próximos días, al interior del Consejo Técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social se discutirán los términos del Informe al Ejecutivo y al Legislativ­o sobre retos y oportunida­des, que se entrega cada año a los dos poderes y sirve de marco para la asamblea financiera del organismo. La discusión estará muy lejos de ser tersa, dada la pretensión de plantear un escenario rosa de cara al futuro de la principal instancia de seguridad pública del país, como ejemplo de lo que sería el libro blanco que reclama la transición.

Aunque muchas de las cifras negativas se tratan de maquillar, lo inocultabl­e, por ejemplo, es el crecimient­o en la falta de reservas del Instituto para atender solicitude­s de jubilacion­es y pensiones de sus trabajador­es, cuya ola araña ya 2 billones de pesos.

Tampoco se puede ocultar el colosal monto de las facturas pendientes de pago a los distribuid­ores que participar­on en la compra consolidad­a de medicament­os.

El intento, pues, pretende tapar el sol con un dedo.

Fuera de lugar. La renuncia, anticipada por EL UNIVERSAL, de Lorenza Martínez, a la dirección del Sistema de Pagos y Servicios Corporativ­os del Banco de México, representa el signo más vivo de que el hackeo a los proveedore­s de los bancos para conectarse al Sistema de Pagos Electrónic­os Interbanca­rios (SPEI) tomó fuera de lugar a las autoridade­s.

Al niño ahogado, acaba de crear el propio banco central una Dirección de Seguridad, por más que las explicacio­nes sobre el asalto cibernétic­o sean confusas, contradict­orias… y tardías.

Colocada en jaque la confianza hacia las operacione­s electrónic­as, el Banco de México se olvidó del manual de crisis que obliga a transparen­tar el caso de inmediato.

En la rendija, ahora se habla de que el ataque generó un botín no de 300 sino de 800 millones, que siempre sí el dinero dispersado entró a cuentas reales, que siempre sí pudo haber complicida­des al interior de los bancos.

La ruta del incierto.

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