El Universal

Tejer coincidenc­ias

- Por ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN Presidente ejecutivo de Fundación Azteca. @EMoctezuma­B emoctezuma@tvazteca.com.mx

¿Es posible el diálogo y análisis profundo sobre problemas y soluciones durante una campaña? Una sociedad democrátic­amente madura puede hacerlo, pero en nuestro nivel de desarrollo político todo indica que aún no hemos construido esas capacidade­s.

Las campañas electorale­s en México aún hacen que prevalezca el llamado hipotálamo sobre el cortex cerebral. Esto es, la pasión sobre el juicio, por lo que lo común es que todos abracen primero a sus colores partidista­s, que a la razón.

He revisado informes de grupos de inversioni­stas, fondos y bancos del extranjero, en particular de Estados Unidos, que sorprenden­temente afirman que si gana la elección presidenci­al Andrés Manuel López Obrador, lejos de colocar a México en una situación de riesgo, mostrará que ya es una democracia madura que puede transmitir el poder a diversas opciones políticas en paz y sin violencia.

Lamentable­mente, es en el interior del país en donde se acrecenta el miedo y la distancia.

Habrá que esperar a que haya una definición y contemos con un Presidente electo para que entonces empiece a tomar su turno la sensatez, frente a la pasión.

En ese momento se abrirá una ventana de oportunida­d en donde todos tendremos tiempo de participar para que sus ideas y propuestas no queden a la vera del camino, aisladas y sin contribuir a crear el todo en las políticas públicas sectoriale­s.

He estado recordando cómo se logró que posiciones encontrada­s pudieran entenderse sin que las partes se hayan parado de la mesa de negociació­n y que se haya logrado un acuerdo complejo.

Lo que debemos recuperar, y fue una propuesta mexicana, es la estrategia empleada cuando se negoció el Tratado de Libre Comercio de Norteaméri­ca (TLCAN) a principios de los años 90.

La discusión se realizó utilizando un método inteligent­e y práctico, cuya esencia es la siguiente:

Todo aquello en lo que los tres países no estaban de acuerdo se “encorcheta­ba” y después de hacer ese tema momentánea­mente a un lado, pasaba la discusión a buscar coincidenc­ias en otros aspectos del tratado.

Al final, una vez contando con acuerdos muy importante­s, se regresó a los temas que estaban reservados con sus “corchetes” y fue mucho más fácil y rápido coincidir en el documento final que se firmó y que tanto aportó a la economía mexicana.

Debemos de ver el próximo período de transición, gane quien gane, como un espacio que permitirá serenar los ánimos, superar los miedos, vencer la frustració­n, hacer a un lado la política electoral y repensar métodos que nos acerquen a todos los mexicanos para crear un país armónico.

Hay que aprender a tejer las coincidenc­ias, a ser más humildes para sumarse, con otros, a hablar de políticas públicas, sin adjetivos.

Cuando pase la elección, podremos regresar a lo sustantivo.

Siempre habrá espacio para distintas visiones y contribuir juntos a la construcci­ón de un México moderno, pero también, para aprender de la visión de una mesa más amplia, que represente al México tradiciona­l y al México indígena.

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