El Universal

LOS DIOSES DEL TITICACA

el lago navegable más elevado del mundo, nacen los dioses, se construyen islas flotantes y habitan hombres tejedores. Un tren de lujo nos llevó al techo de Perú

- por GRETEL ZANELLA gretel.zanella@eluniversa­l.com. enviada

PUNO, Perú.— Gloria tiene los cachetes rosados, la figura rolliza y la piel quemada por el sol y el frío de los Andes. Sujeta sus trenzas oscuras y gruesas con un par de borlas de estambre del tamaño de una pelota de tenis. Al igual que el resto de sus vecinas, viste falda larga y holgada en colores vivos. Me muestra episodios de su vida a través de sus bordados, y no creo que sea porque le caiga bien, sino porque intenta venderme uno. En su lienzo de manta tejió figuritas humanas vestidas a la usanza de esta tierra; una llama; la casita donde ella y Enrique, su marido, viven; su risueño bebé de ocho meses; Enrique en otra escena, con un “chullo” en la cabeza y una flor en la mano, pidiéndole matrimonio a Gloria; y una frase: “Isla de los Uros”…

Desperté en la ciudad de Puno, a orillas del Lago Titicaca, a bordo del Belmond Andean Explorer, un tren de novela al estilo de la escritora Agatha Christie, elegante y lujoso, con un staff encantador y “personajes sospechoso­s” incluidos en el paquete.

Durante la travesía que iniciamos en Cusco, hay tiempo suficiente para inventarse historias policiacas en la barra del bar, mientras que un brasileño, un peruano, un argentino, una chilena y una mexicana (sí, parece el preámbulo de un chiste), esperamos a que Marco, el bartender, nos prepare unos pisco sours.

El lago navegable más elevado del planeta ya no es exclusivo del dios Inti (el sol), ni de los apus (los espíritus de las montañas que protegen a los habitantes de los Andes), ni de Gloria, ni de su pueblo ancestral: los uros. Esta mañana me encuentro a varios mochileros y turistas adinerados que buscan nuevas experienci­as. Viajan por la libre o en compañía de touroperad­oras que casi siempre tendrán a la mano un tanque de oxígeno portátil que ofrecer.

A tres mil 800 metros de altura sobre el nivel del mar es común que a los extranjero­s les dé (nos dé) el soroche o mal de altura: se les ve caminando agitados, con la lengua de pechera, diría mi abuela.

Los catamarane­s con turistas parten del puerto de Puno. Quién se iba a imaginar que este lago sagrado, de donde emergió el dios Sol y luego sus hijos —Manco Capac y Mama Ocllo— con la encomienda de ir a buscar el sitio idóneo para fundar el imperio inca (Cusco fue el lugar elegido), no solo estaría rodeado por montañas nevadas, sino también por un par de ciudades de edificios apiñados: precisamen­te Puno, del lado peruano, y Copacabana, en Bolivia. El Titicaca le pertenece a ambos, aunque el que se lleva la mayor porción del lago es Perú.

A siete kilómetros del puerto se localizan las islas flotantes, el hogar de Gloria y Enrique. Sus habitantes son los descendien­tes de los uros, una civilizaci­ón preincaica que perdió su lengua original y ahora habla aymara y español.

Tienen cientos de años haciendo su vida en el agua. Se vieron forzados a abandonar tierra firme ante el acoso de los incas y a construir islas flotantes de totora, una especie de junco de tallos largos que crece en la superficie del agua.

A la sombra de los Andes nevados todo es de totora: el suelo, las pequeñas chozas a dos aguas, las embarcacio­nes, las artesanías, la medicina y hasta la comida.

Cómo hacer tu propia isla de totora

Te juntas con tres, cuatro o cinco amigos, hermanos o primos para trabajar en equipo. No pienses que solo serán ellos y tú, cual roomies hípsters de la Roma. Todos traerán a sus familias para habitar esa isla feliz, pero cada quien en su propia casa.

Hay que ponerse de acuerdo para salir un día a buscar raíces y tallos de totora perfectos. Se cortan y se dejan secar por unos días. Después se van entretejie­ndo a mano para colocar capa sobre capa con la medida perfecta de tierra. Las islas, generalmen­te, miden tres metros de espesor. Y si no quieres amanecer al otro extremo del lago, tú y tu clan deberán anclarla al fondo, con cuerdas y piedras. Dicen que estas estructura­s duran unos 28 años, pero hay que darles mantenimie­nto: las capas de totora se renuevan cada 20 días, por lo menos.

Los taquileños se rigen bajo un precepto inca: “Ama sua, ama llulla, ama quella”. Esto significa: “no mentir, no robar, no ser perezoso”.

En la vida real, las viviendas son de una sola pieza. No cabe más que un colchón y una tele. La electricid­ad la obtienen de paneles solares, gracias a Alberto Fujimori, quien hace años ordenó su instalació­n.

Gloria y las vecinas nos esperan en su isla. El catamarán no se ha detenido todavía y ya comienzan a agitar los brazos emocionada­s. Mis botas se hunden ligerament­e al pisar el suelo fofo conformado por una maraña de juncos. Las anfitriona­s ya se saben el programa de visitas: nos saludan con un apretón de manos, cantan a capela un par de canciones en lengua aymara, acompañada­s de coreografí­as. El guía nos cuenta la historia de esta comunidad y explica cómo construyen las islas.

Tienden en el suelo sus puestos de artesanías: muñecos de lana, animalitos de junco y mantas bordadas en las que autorretra­tan su vida cotidiana, como las de Gloria. Al final, se despiden con otra canción.

Para hacerse de más recursos, también ofrecen paseos de 15 minutos a bordo de sus “Mercedes Benz”. Así les llaman a sus embarcacio­nes de dos pisos, de totora, por supuesto, y madera. Las decoran con cabezas de animales tejidas para que luzcan más atractivas. El precio del tour es de 10 soles.

Chullos, chumpis y chumpas

A unas dos horas de Puno existe una isla natural, casi remota. Taquile tal vez sea menos popular que las islas artificial­es, pero ofrece una experienci­a más auténtica, pienso.

Es tierra de hombres tejedores, con raíces incas. Para crear chullos (gorros peruanos tradiciona­les con orejeras), chumpis (fajas o cinturones-calendario) y chumpas (bolsos) usan con maestría las agujas y el telar de pedal prehispáni­co. En 2008, el arte textil de Taquile fue inscrito en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Filemón aprendió de su padre el arte textil y él lo transmitió a sus 12 hijos. “Nacemos con los símbolos de la vida en nuestra memoria para tejer”, me dice, como las hojas de coca, pescaditos, soles, aves y chacras (las terrazas de cultivo y no los chakras o los centros de poder energético del cuerpo, pues).

Los hilos, de lana de oveja o de alpaca, tienen que ser finísimos; la mayoría se tiñe con pigmentos naturales. Las mujeres son las que tejen los cinturones-calendario o chumpis, piezas con ideogramas que a veces representa­n las ofrendas que se entregan a la Pachamama, rituales, acontecimi­entos agrícolas o sucesos de la vida cotidiana.

Para saber el estado civil de un hombre, solo hay que echar una miradita discreta al color de su chullo: si es blanco está soltero; si es rojo, el individuo está casado.

Este pedazo de tierra que mide más de cinco kilómetros de largo y puede rodearse en tan solo un par de horas, fue reconocido por el sitio Skytrax como una de las 15 islas más bellas del mundo. No hay automóvile­s ni perros, me cuenta Filemón orgulloso. “Mira allá, esa es Bolivia”, señala, sin soltar sus agujas, un conjunto de cumbres nevadas que se levantan en el horizonte.

Estamos sobre una loma y allá abajo hay una playa bañada por las olas y unos camastros para deleitarse con la brisa helada, bajo un sol ardiente. El Titicaca no parece un lago, sino un mar de color azul profundo cuando sale el sol.

“Ésta es la vida que merezco”

El lago Titicaca no es el punto más elevado en la travesía del Andean Explorer. El día anterior, el tren se detuvo en la Estación La Raya, a cuatro mil 335 msnm. Era de tarde. El frío ya me esperaba para calarme los huesos. La bruma lo cubría todo y casi oscurecía. El personal del tren permanecía estoico para ofrecer, a la entrada de un vagón, un ponche de almendras reconforta­nte. A lo lejos se asomaba el Chimboya, un monstruo nevado de cinco mil 489 msnm…

La travesía de tres días por el altiplano andino comenzó en la estación de Cusco. Los 68 pasajeros y el personal brindamos por una aventura memorable. Guías expertos nos llevaron a zonas arqueológi­cas desconocid­as, a descubrir pinturas rupestres ocultas en el fondo de un cañón y a convivir con los habitantes de un lago en el cielo.

A bordo, ansiaba la hora del almuerzo y la cena. La cocina peruana triunfó en este restaurant­e “ambulante”.

La altura le puede jugar una mala pasada a cualquier paseante. Pero todo está bajo control: por si a alguien le falta oxígeno, aunque fuese pura sugestión, una enfermera viaja en el tren para atenderlo y, como parte de las “amenities”, las cabinas disponen de tanques de oxígeno…

El tren se pone en marcha para dejar atrás el Titicaca. Hoy es la última noche. Mañana por la tarde llegará a Arequipa, el último destino.

En el bar, el grupo de latinos por fin resolvemos el misterioso caso de nuestra ociosa historia policiaca: el sospechoso elegido fue un pasajero irlandés de 60 y pico de años, largo y desaliñado. Nuestro “criminal imaginario” resulta ser un tímido músico que cada año cumple el sueño de viajar junto a su esposa.

El traqueteo se convierte en un arrullo a la hora de dormir en una cabina de lujo, en una cama donde me acomodo a mis anchas. Alguien me lo dijo: “Ésta es la vida que merezco”.

El Belmond Andean Explorer rescata el romance de las travesías a bordo un tren de lujo al estilo del Orient Express. La decoración clásica y elegante nos remonta a otros tiempos y su calidez convierte a todos en cómplices de una atmósfera de camaraderí­a

 ??  ?? Los uros originales se mezclaron con la etnia aymara y finalmente desapareci­eron como etnia pura.
Los uros originales se mezclaron con la etnia aymara y finalmente desapareci­eron como etnia pura.
 ??  ?? Gloria y su pequeño de ocho meses. En algunas islas artificial­es, las mujeres reciben a los turistas.
Gloria y su pequeño de ocho meses. En algunas islas artificial­es, las mujeres reciben a los turistas.
 ??  ?? Taquile, isla de maestros tejedores.
Taquile, isla de maestros tejedores.
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 ??  ?? Las mantas bordadas retratan la vida cotidiana.
Las mantas bordadas retratan la vida cotidiana.
 ??  ?? El Belmond Andean Explorer viaja de Cusco a Arequipa y viceversa.
El Belmond Andean Explorer viaja de Cusco a Arequipa y viceversa.
 ??  ?? Los hijos de Inti emergieron del lago para fundar el imperio inca en Cusco.
Los hijos de Inti emergieron del lago para fundar el imperio inca en Cusco.
 ??  ?? Un mundo de totora en las islas flotantes de los uros.
Un mundo de totora en las islas flotantes de los uros.
 ??  ?? Los hombres taquileños tejen su cosmogonía en cada prenda.
Los hombres taquileños tejen su cosmogonía en cada prenda.
 ??  ?? Cabina de lujo para dormir entre los Andes.
Cabina de lujo para dormir entre los Andes.
 ??  ?? Durante el viaje verás alpacas, llamas y vicuñas.
Durante el viaje verás alpacas, llamas y vicuñas.

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