El Universal

Promesas de campaña en educación de AMLO

- Por EDUARDO BACKHOFF Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C.

Las campañas electorale­s han estado impregnada­s de tintes políticos cuyo principal objetivo es ganar el voto de los ciudadanos que decidirán el 1 de julio quién será el próximo presidente de México. Como lo que hemos visto, la educación se ha vuelto una “moneda de cambio” para ganar la simpatía del sector magisteria­l que, por su número (cerca de 1.5 millones), es muy apetecible para cualquier candidato. Sin embargo, las propuestas electorale­s en materia educativa han sido muy generales y, en algunos casos, poco factibles de concretar. Por esta ocasión empezaré con las propuestas de AMLO, que se han publicado en los medios de comunicaci­ón recienteme­nte.

Primero, nadie puede estar en contra de fortalecer la educación pública; sin embargo, ello requiere,ademásdevo­luntad,recursosex­traordinar­ios. El asunto aquí es saber qué porcentaje del PIB se está dispuesto a invertir en educación y qué áreas sociales sufrirán una reducción en su presupuest­o. Segundo, alimentar a todos los alumnosenc­ondiciones­depobrezae­sunplantea­miento muy loable, pero también hace falta que se especifiqu­e el número de alumnos por atender y el monto para lograrlo.

Tercero, contar con un plan que mejore la calidad de la enseñanza es un buen deseo difícil de concretar, al menos en un sexenio.

Cuarto, otorgar becas a todos los alumnos de educación media superior y superior es una meta inequitati­va e irrealizab­le. Por un lado, no tiene sentido otorgar becas a los estudiante­s que no la necesitan; tratar por igual a los desiguales es la definición perfecta de inequidad. Por otro lado, para evitar que no haya alumnos rechazados en las institucio­nes de educación superior se requeriría que el gobierno federal y los estatales incrementa­ran el subsidio en cantidades exorbitant­es. Por ejemplo, en la UNAM se rechaza a más de 90% de los aspirantes, razón por la cual habría que incrementa­r su presupuest­o de 40 mil millones de pesos anuales a cerca de 400 mil millones.

Quinto, el fortalecim­iento a las escuelas normales y el apoyo a las escuelas indígenas son dos condicione­s muy necesarias para aspirar a tener un mejor nivel educativo a mediano plazo; sin embargo, no se precisa cómo se van a mejorar estas escuelas.

Sexto, respecto a cancelar la reforma educativa de 2013, AMLO no especifica a cuáles de sus componente­s se refiere. Aunque el discurso mediático tiene que ver enfáticame­nte con la evaluación de los docentes, no se aclara a cuál se está refiriendo (ingreso, promoción, desempeño, reconocimi­ento). En cualquier caso, uno se pregunta si eliminando la reforma habrá “justicia” para los estudiante­s (que por hoy no aprenden) y si se regresará a la situación anterior, donde las plazas y promocione­s se vendían, se heredaban, se rentaban o se otorgaban a cambios de favores.

Séptimo, respecto a que el gobierno no intervenga en la vida gremial de los docentes y que los padres no paguen cuotas para el mantenimie­nto de la infraestru­ctura de las escuelas de sus hijos, solo tengo que decir que son buenas propuestas y viables de atender.

Finalmente, queda claro que muchas de las propuestas de campaña de AMLO son solo promesas. Y como dice el dicho: “prometer no empobrece, lo que aniquila es dar”. En su caso, al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) le tocará evaluar la implementa­ción de estas propuestas, siempre y cuando no se le derogue su autonomía.

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