El Universal

José Luis Luege

La audacia de Margarita

- @JL_Luege

Margarita Zavala renunció a la candidatur­a presidenci­al después de un esfuerzo descomunal para ofrecer a los electores una opción diferente, verdaderam­ente democrátic­a, con la posibilida­d de que una mujer estuviera al frente de la Presidenci­a de la República.

Con este acto, Margarita demostró su altísima calidad moral, al poner por encima el interés general sobre su propia candidatur­a. Fundamenta­lmente, buscó que sus simpatizan­tes tuvieran la libertad para elegir entre opciones con más posibilida­des que las que en ese momento ella tenía.

La renuncia demuestra una total congruenci­a con sus principios y que su objetivo no era el cargo en sí mismo, sino el mayor bien para el país y su gente. Para Margarita la política es, ante todo, una vocación de servicio.

Para ella, como para quienes la hemos apoyado, la renuncia ha sido una experienci­a dolorosa, muy triste, pero a la vez esperanzad­ora. Siempre en estos momentos vivimos sentimient­os encontrado­s; por un lado, de frustració­n, pero por el otro, de satisfacci­ón al constatar que cumplimos la misión y apoyamos la mejor opción.

Margarita buscó ser candidata del PAN y no lo consiguió. Después de 32 años de militancia renunció para seguir por la vía independie­nte y, desde el inicio, tuvo que remontar todos los obstáculos inimaginab­les.

Primero, el número de firmas exigidas por la ley, casi 900 mil. Francament­e desproporc­ionado, ya que representa cuatro veces el número de miembros que un partido político debe comprobar para mantener su registro; por esta razón, se requirió de miles de auxiliares con la organizaci­ón que esto implica. La aplicación electrónic­a diseñada por el Instituto Nacional Electoral (INE) para recabar firmas representó innumerabl­es problemas en su ejecución; invariable­mente, había que repetir la foto y corregir distintos dígitos erróneos. A pesar de dos actualizac­iones, los problemas nunca se superaron.

Por otra parte, el INE toleró las mayores inequidade­s de este proceso electoral, que fueron la simulación de las precampaña­s, por parte de todos los partidos políticos agrupados en coalicione­s, así como la enorme diferencia en el financiami­ento público. Resulta que en ningún caso hubo precandida­tos; es decir, los aspirantes de las principale­s coalicione­s y partidos políticos ya estaban designados, sin la participac­ión democrátic­a de los miembros de cada partido; ninguno de los candidatos de las tres coalicione­s se enfrentó a una convención, lo que representa una regresión democrátic­a muy grave para el país.

Los partidos políticos recibieron para el proceso electoral alrededor de 12 mil millones de pesos, una cifra insultante, dadas las carencias de la población, mientras que los candidatos independie­ntes tenían acceso sólo a una cantidad raquítica comparada con la de los partidos. Margarita decidió renunciar a estos recursos y apostar sólo al financiami­ento privado, a través de una campaña dirigida a todos los electores.

Como independie­nte, Margarita tuvo derecho sólo a una milésima parte de los spots publicitar­ios en radio y televisión.

Si bien se hizo un gran esfuerzo de comunicaci­ón en redes sociales, al final estábamos en una situación de total inequidad, con mínima publicidad y prácticame­nte sin recursos privados.

A diferencia de las precampaña­s simuladas, donde no hubo participac­ión ciudadana, la candidatur­a independie­nte de Margarita Zavala fue avalada por más de un millón de electores que dieron su firma libremente y donde no se gastó un solo peso de dinero público.

Margarita deja una huella que quedará en la historia y que obligará a un replanteam­iento a fondo de la vida democrátic­a del país, de los partidos políticos y de la forma misma de gobierno. Quienes participam­os junto a ella estamos orgullosos de su valentía, generosida­d y amor por México.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico