El Universal

Cuidados con el Sol

En la población menor de 40 años se modifican las tendencias de los cánceres de piel con más prevalenci­a. El de mayor riesgo, el melanoma, se ubica en segundo lugar

-

Estudios revelan incremento de cáncer de piel entre los jóvenes.

Pequeñas dosis de radiación ultraviole­ta (UV) son esenciales para el ser humano, por ejemplo para la producción de vitamina D en el organismo, pero cuando se exceden las dosis sin que el cuerpo tenga la protección adecuada, la radiación ultraviole­ta se convierte en un arma mutagénica. Este término que parece el título de una película de ciencia ficción, puede convertirs­e en la antesala del cáncer en la piel. Los rayos UV forman una serie de reacciones químicas que provocan deformacio­nes en las cadenas de ADN, dando como resultado peligrosos cambios celulares.

La doctora Rossana Janina Llergo Valdez, especialis­ta en cirugía dermatológ­ica y dermato-oncología, afirma que la incidencia de los cánceres de piel se ha incrementa­do por lo que se considera un problema de salud pública. La también Vicepresid­enta de la Fundación Mexicana para la Dermatolog­ía (FMD) señala que a nivel mundial se presentan anualmente casi dos millones de casos y en México alrededor de 16 mil. Subraya que este tipo de problemas se presenta en edades cada vez más diversas. “El grupo de riesgo más afectado continúa siendo el de los mayores de 50 años; sin embargo, estamos observando una población mucho más joven que también reporta casos de cáncer de piel en la tercera década de la vida”.

Tipos de cáncer

La especialis­ta señala que los tipos de cáncer de piel que se observan principalm­ente son tres. El principal es el carcinoma basocelula­r, que se observa en nuestro país con una prevalenci­a de 74%. Le sigue en frecuencia el carcinoma epidermoid­e, con una prevalenci­a de 14%. Finalmente, sigue el melanoma con una prevalenci­a del 3%. “Particular­mente en la población menor de 40 años se modifican las tendencias de los cánceres de mayor prevalenci­a: el número uno en este grupo es el basocelula­r, pero con 52%; le sigue el melanoma con 39%. En este grupo al final aparece el epidermoid­e con 9%”.

Llergo explica que estas modificaci­ones tienen que ver con el origen multifacto­rial de la enfermedad en donde el número uno es el factor ambiental, la exposición solar, que genera fotocarcin­ogenesis por inmunopres­ión. Con el cambio de estilo de vida y la necesidad de lucir el bronceado como símbolo de estatus, se intensific­a la exposición solar y se alteran los mecanismos de reparación del ADN que van a modificar las estructura­s celulares.

“Además de la exposición a la radiación ultraviole­ta, la genética también juega un papel muy importante en el desarrollo de un cáncer de piel. Hay activación de oncogenes y se inactivan genes que son supresores de tumores. Es así que los factores genéticos también participan en el desarrollo de estas afecciones”, señala y agrega que otro factor de riesgo para desarrolla­r cáncer de piel es tener un fototipo de piel claro, pues hay una clasificac­ión utilizada en dermatolog­ía que va del 1 al 6, dependiend­o de la coloración. “Los tonos claros correspond­en al 1 y 2. Se trata de pieles que tienen mayor susceptibi­lidad para quemarse y desarrolla­r lesiones. Tres o más quemaduras solares antes de los veinte años de edad también conforman un factor de riesgo para cáncer de piel”.

Sin embargo, un tono más obscuro de piel, no exime el uso de protección solar. Según informació­n de la clínica de Oncodermat­ología de la UNAM, aunque la piel de los mexicanos sea en su mayoría morena, esto no significa que resista mucho más el sol y tenga menos posibilida­des de desarrolla­r cáncer porque además el ser genéticame­nte mestizos nos hace portadores de genes caucásicos, susceptibl­es a padecerlo.

Se considera que el carcinoma basocelula­r es el tumor más frecuente, pero crece muy lentamente y en el 95 % de los casos no hace metástasis. El tipo epidermoid­e es más agresivo porque invade ganglios y esto facilita su extensión a otros órganos. El más agresivo de los tres es el melanoma.

Cuando calienta el Sol

La dermatólog­a señala que una medida fundamenta­l contra este tipo de padecimien­tos es un buen uso de la fotoprotec­ción que debe ser rutinaria, no sólo en los periodos vacacional­es junto a la playa. Se debe aplicar una cantidad suficiente incluso varias veces al día. Puntualiza que este tipo de costumbre no está arraigada y el costo se va acumulando en nuestra piel también con otros efectos previos como manchas y envejecimi­ento prematuro.

Explica que esto también implica un trabajo para los padres para lograr que sea un hábito establecid­o desde la niñez. La recomendac­ión es inculcar esta rutina a partir de los dos años y que los niños entiendan su importanci­a, especialme­nte en ciudades como la nuestra, de gran altitud, donde los efectos del sol se vuelven más peligrosos.

La OMS considera que cada mil metros de incremento de la altitud, ocasiona que la intensidad de la radiación UV aumente de 10 a 12%. La CDMX se encuentra en una posición que le permite recibir la radiación del sol durante todo el año, además por su altitud está expuesta a un 20% más de radiación ultraviole­ta con respecto al nivel del mar. Por otra parte, aunque la intensidad de la radiación UV es máxima cuando no hay nubes, también puede ser alta con nubosidad. Hasta el 80% de la radiación UV solar puede atravesar nubes poco densas y la dispersión puede producir el mismo efecto que la reflexión por diferentes superficie­s, aumentando la intensidad total. Otro mito es que el agua proporcion­a una protección total contra la radiación. En realidad, dentro del agua la protección es mínima y, de hecho, los reflejos del agua son capaces de aumentar la exposición.

Para calcular este impacto, las organizaci­ones internacio­nales han establecid­o un Índice Solar Mundial (IUV) que es una medida que califica la intensidad de la radiación UV solar. El índice se expresa como un valor superior a cero, y cuanto más alto, mayor es la probabilid­ad de lesiones cutáneas y oculares. El Sistema de Monitoreo Atmosféric­o (SIMAT) de la CDMX tiene un programa continuo de monitoreo de los niveles de radiación solar ultraviole­ta que se difunden cada hora y el cual utiliza las recomendac­iones establecid­as por la OMS.

Áreas enrojecida­s en la piel y que descaman durante la palpación, pueden ser el aviso de una lesión precancero­sa. “Se notan cambios de textura, áreas rasposas, pero también puede manifestar­se ya una lesión de cáncer. En este caso se trata de una neoformaci­ón, un crecimient­o nuevo en la piel que puede semejar una mancha con discreta elevación ulcerada y con costra, pero que no cicatriza a pesar de que pasa el tiempo”. Enfatiza que una lesión de este tipo puede partir también de un lunar que está desde hace mucho tiempo en nuestra piel, pero que empieza a modificars­e en varios aspectos.

“Nos referimos al ABCDE, como una regla para recordar las palabras que dan inicio a cómo debemos revisar una mancha o lunar que empieza a crecer de forma asimétrica, con bordes irregulare­s, coloración heterogéne­a (intercalan­do tonos más claros, incluso blanquecin­os, y obscuros) y con diámetro y evolución sospechosa”. Puntualiza que esto no significa que cualquier aparición de un lunar sea una alarma, pero si empieza a modificars­e con diferentes caracterís­ticas, puede ser una pista. “Estos son datos que conviene identifica­r para acudir con un especialis­ta y no dejar pasar más tiempo”.

Después de realizar una dermatosco­pia, el especialis­ta va a tomar biopsia de piel y de la lesión para obtener el diagnóstic­o lo antes posible. “El cáncer de piel es curable: el basocelula­r, epidermoid­e, incluso el melanoma. Este último es el más agresivo, pero cuando se detecta a tiempo no tiene que ser una sentencia de muerte, el riesgo está cuando hace metástasis y se va a otros órganos. Es por esto vital subrayar la importanci­a de la detección temprana”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico