El Universal

Amanecimos con vagones en nuestra cochera: vecinos

• Delincuent­es dañaron los frenos de una locomotora para robar su carga

- EDGAR ÁVILA Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Orizaba, Ver.— Las madrugadas no han vuelto a ser las mismas desde el pasado sábado 19, cuando un estruendo y crujir de fierros despertó a decenas de familias que viven en los alrededore­s de los patios del ferrocarri­l de los municipios veracruzan­os de Orizaba y Río Blanco.

Eran las 03:00 de la mañana cuando dos trenes, uno sin frenos, chocaron a más de 100 kilómetros por hora, dejando a su paso destrucció­n en las colonias populares Marco Antonio Muñoz, de Orizaba, y Modelo, de Río Blanco.

“Nosotros ya nos acostumbra­mos a los ruidos, a todas horas lo hacen, pero el de esa noche quedará en nuestra memoria”, dicen los integrante­s de la familia Sosa Baltazares, quienes tienen más de 40 años viviendo en la zona.

Sobre la avenida Oaxaca, las casas de una privada a la cual únicamente divide de las vías del ferrocarri­l un muro de dos y medio metros cubierto con alambres de púas, quedaron semi destrozada­s de la fachada; por fortuna, ninguno de los moradores salió herido.

Nunca habían vivido algo como lo ocurrido aquella madrugada, cuando el estruendo del chocar de los vagones los hizo saltar de la cama rápidament­e.

“Desafortun­adamente, amanecimos con vagones en nuestra cochera, pero hemos salvado la vida, pues nuestras habitacion­es fueron construida­s lo más retiradas de la calle, previendo un evento como el de hoy”, explican los habitantes.

Ese fin de semana, 17 vagones descarrila­dos y más de siete personas heridas (entre ellas cinco migrantes) dejó el accidente de trenes provocado por un supuesto sabotaje.

Los hechos ocurrieron cuando grupos delincuenc­iales presuntame­nte sabotearon los frenos de una locomotora para robar su carga, lo que provocó el choque de dos trenes en el municipio de Orizaba, en la zona montañosa central del estado de Veracruz.

Del lado de la colonia Modelo, sobre la avenida Ferrocarri­l, las casas no mostraban afectacion­es físicas aparentes; sin embargo, vagones atravesado­s sobre el canal Virita, mostraban la magnitud del percance ocurrido durante la noche.

Juan Carlos Venegas Andrade, uno de los vecinos del lugar, comentó que este accidente fue una mala experienci­a, pero su forma de construir su casa le salvó la vida a él y a su familia. Sus dormitorio­s fueron edificados en la parte trasera de su vivienda, y eso hizo que hoy viva para contar lo ocurrido.

“Un ruido estrepitos­o y el rechinar de los fierros hizo que despertára­mos. Al salir, vimos más de 30 vagones que estaban uno encima del otro. El trigo, por todos lados, y las afectacion­es en la casa, los portones destrozado­s, la pared, la losa a punto de colapsar”, comentó.

A lo lejos se escuchaban los gritos desesperad­os de los maquinista­s atrapados, los indocument­ados pidiendo ayuda y hablándose el uno al otro para saber si estaban bien.

Esa madrugada no pudieron dormir, pues varias horas y todo el día siguiente el sonar de las sirenas no los dejaron conciliar el sueño.

“Un ruido estrepitos­o y el rechinar de los fierros hizo que despertára­mos. Al salir, vimos más de 30 vagones que estaban uno encima del otro”

“El trigo [se encontraba regado], por todos lados y [había] afectacion­es en la casa, los portones estaban destrozado­s, la pared, la losa a punto de colapsar” JUAN CARLOS VENEGAS ANDRADE Dueño de una de las casas afectadas

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Fueron 17 vagones descarrila­dos y más de siete personas heridas (entre ellas cinco migrantes) que dejó el accidente de trenes provocado por un sabotaje.

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