El Universal

Trump frente a Montesquie­u

- Por DANIEL CABEZA DE VACA Consejero de la Judicatura Federal de 2009 a 2014

El tipo de Estado federal ha sido emulado como forma de organizaci­ón política desde que fue creado por la Constituci­ón estadounid­ense de 1787. Junto con las cartas coloniales y la jurisprude­nciaingles­a, la influencia europea más decisiva para su confección provino de Montesquie­u, quien abogó por la división de poderes y el equilibrio de fuerzas, precisamen­te como la mejor forma de oponerse al tirano.

El trazo de que la política es el “arte de mantener el equilibrio” provenía a su vez de la república romana, cuyo secreto descansaba, según Polibio (200 a.c.-118 a.c.), en la sutil relación de pesos y contrapeso­s entre los cónsules, el senado y la gente, de modo que la monarquía, aristocrac­ia o democracia, nunca dominaban por completo. Sin embargo, los “padres fundadores” de la Constituci­ón de Filadelfia, no precisaron cuál era el papel exacto de la Corte Suprema. Fue su presidente entre 1801 y 1835, John Marshall, quien convirtió a este poder supremo en el máximo intérprete constituci­onal, por medio de la revisión judicial de los actos legislativ­os y ejecutivos.

Esa corte se ubicó de esa manera al mismo nivel que los otros dos poderes de la unión y consolidó el éxito del Estado federal, caracteriz­ado por una estricta división de poderes y por un delicado —pero funcional— sistema de contrapeso­s. Es decir, de esa forma se logró el ideal romano que retomaron Polibio y Montesquie­u.

Por tanto, por su función revisora, es bien conocida la importanci­a que en los hechos tiene la afinidad política de los integrante­s de esa Corte Suprema, compuesta por un presidente y ocho jueces asociados, sobre todo al momento de entender y decidir casos relevantes sobre los derechos fundamenta­les y los poderes constituci­onales.

Habiendo realizado Barak Obama la nominación de dos de esos nueve magistrado­s, el Partido Republican­o y Donald Trump hicieron todo lo posible para que éste nominara, con motivo del fallecimie­nto del juez conservado­r Antonin Scalia, ya como presidente, al próximo en la lista, lo cual efectivame­nte sucedió el 7 de abril de 2017.

Por tanto, la reciente elección del juez asociado Neil Gorsuch, buscó asegurar una mayoría con inclinacio­nes ideológica­s conservado­ras, tal como lo puntualizó en su primer discurso sobre el Estado de la Unión el presidente Trump, donde además zanjó que con su nombramien­to se interpreta­ría la “constituci­ón como está escrita”. No obstante, con esta última afirmación, el presidente estadounid­ense dejo patente, una vez más, su supina ignorancia. Al parecer, creía que las corrientes “originalis­ta” y “textualist­a” que moldearon la filosofía del nuevo juez Gorsuch, aseguraría­n su ideario fundamenta­lista, basado en la arenga “América Primero”, del Ku Klux Klan.

Nada más alejado de la realidad. En efecto, si bien Gorsuch ha defendido que la constituci­ón debe interpreta­rse según el sentido original que a sus palabras le otorgaron los “padres fundadores” y que las demás normas deben entenderse literalmen­te, ello no significa que él defienda quebrar equilibrio­s y vulnerar derechos.

Sobre lo primero, Gorsuch ya había expresado en vísperas de su elección, que los ataques de Trump a los jueces federales eran “desalentad­ores” y “desmoraliz­antes”, además de que en el Senado había respondido que, si Trump le pidiera anular el derecho el aborto, él se “habría ido por la puerta”, pues “eso no es lo que hacen los jueces”.

En cuanto a lo segundo, justo el mes pasado, Trump recibió un duro golpe del juez asociado que eligió, pues éste se alineó 5 a 4 con el ala liberal, en el voto decisivo sobre el concepto de “crimen de violencia”, que contenía la ley federal que facilitaba la deportació­n de inmigrante­s, por considerar­lo demasiado vago para ser aplicado. Estos fuertes desencuent­ros han llevado a que el presidente estadounid­ense haya manifestad­o a principios de este año, no sólo la falta de lealtad, a su entender, de Gorsuch, sino que ha llegado incluso a sugerir la anulación de su nominación, ante todo por criticar sus ataques a la judicatura en reuniones privadas con legislador­es.

Trump deberá entender durante su mandato las reflexione­s de Alexander Hamilton, quien impulsó la división y el equilibrio entre poderes, así como la incorporac­ión de jueces independie­ntes, como medios idóneos para obtener lo mejor de la república y disminuir sus imperfecci­ones, como sin duda lo son las funestas arengas y amenazas del presidente estadounid­ense al poder judicial de su país.

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