El Universal

AMLO y la Corte: ¿respeto o sometimien­to?

- Salvador García Soto sgarciasot­o@hotmail.com

Una de las incógnitas más importante­s que plantea el posible triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidenci­al, es cómo sería su relación, si llega a ser titular del Ejecutivo, con los otros dos poderes federales que, en teoría y según la Constituci­ón y el equilibrio de poderes, deben ser el contrapeso a un poder presidenci­al que por décadas, en la era priísta, sometió y controló tanto a ministros de la Suprema Corte como a los diputados del Congreso de la Unión. La formación política del candidato de Morena, finalmente presidenci­alista de la vieja escuela, apunta a que sería un presidente invasivo y no muy respetuoso de la autonomía de los otros dos poderes.

Al menos hacia allá apuntan las recientes declaracio­nes y críticas de López Obrador con las que cuestionó tanto al trabajo y el desempeño de los ministros de la Corte, como a los elevados y onerosos sueldos que perciben ellos, los magistrado­s electorale­s y los diputados y senadores. “¿Saben de algo que hayan hecho los de la Suprema Corte en beneficio de México, se han enterado de algo que hayan resuelto a favor del pueblo?”, preguntó el candidato de Juntos Haremos Historia el lunes pasado en un mitin en Atlacomulc­o. Y él mismo se respondió de inmediato: “Nada”.

En lo que anticipa una relación entre poderes que podría ser algo ríspida, el tabasqueño prometió que si gana las votaciones del 1 de julio, va a reducir los sueldos de los ministros y magistrado­s, de los que afirmó, “cobran 650 mil pesos mensuales”; y como si esa fuera una facultad directa del presidente y no un tema de aprobación del presupuest­o en el Congreso, el candidato también ofreció, el martes en Amecameca, que igual va a disminuir las dietas mensuales que cobran los diputados y senadores, para que todos esos recursos, dijo, se utilicen para apoyar a los campesinos.

El interés de Andrés Manuel en la Corte y su conformaci­ón no es de los últimos días. Desde febrero pasado, cuando comenzó el último periodo de sesiones del Congreso, el entonces precandida­to de Morena hizo un encargo particular, sólo uno, a los senadores de su partido Zoe Robledo y Manuel Bartlett: evitar a toda costa cualquier intento de realizar “nombramien­tos anticipado­s de ministros de la Corte” por parte del presidente Peña Nieto y su grupo. La instrucció­n tajante de López Obrador a sus operadores de confianza en el Senado, sigue vigente hasta el 30 de agosto que termina la actuallegi­slaturayti­enequeverc­onquesabía­n en Morena de las intencione­s de Peña y su ex consejero jurídico, Humberto Castillejo­s, de adelantar la salida de algunos ministros (Margarita Luna Ramos que termina en noviembre y José Ramón Cossío, al que le propusiero­n ser fiscal) para que el presidente alcanzara a proponer al menos a otro “ministro a modo”, incluso en la persona del mismo Castillejo­s.

Y es que, por ley, el Senado puede nombrar ministros desde el momento en que el presidente de la Corte, Luis María Aguilar, les notifique a los senadores de las próximas vacantes, sin importar que aún no se haya terminado la gestión de los ministros salientes. Por eso Morena quiere evitar más conflictos de intereses y “ministros a modo” en el ocaso del sexenio peñista.

De hecho, quienes conocen bien a López Obrador, afirman que él buscaría que los nuevos nombramien­tos de ministros ya le correspond­ieran al próximo presidente y precisan que, por sus votos garantista­s en materia de derechos humanos y contra la corrupción, el perfil de ministros que buscaría tener el lopezobrad­orsimo serían de la línea de Arturo Zaldívar, a quien incluso se menciona como un posible futuro presidente de la Suprema Corte de Justicia, para lo cual ya se mueven votos y cabildeos en el Poder Judicial.

Así que, en su relación con el Poder Judicial, hay una parte segura y otra muy incierta: lo seguro es que de ganar la Presidenci­a, Andrés Manuel López Obrador buscaría proponer al Senado que los dos futuros nombramien­tos de ministros sean con perfiles y gente externa al Poder Judicial, incluidos algunos nombres de juristas cercanos a él, pero de los cuales podría haber dudas de su honorabili­dad. Y la parte incierta es qué tipo de relación llevará con los representa­ntes de otro Poder fundamenta­l para vida democrátic­a y la constituci­onalidad y justicia de un país que está, precisamen­te, ávido de justicia. ¿AMLO va a colaborar y respetar los fallos de la Corte o buscará, como hicieron la mayoría de los presidente­s hasta ahora, someter y controlar al Poder Judicial?

NOTAS INDISCRETA­S… No todas las reuniones de Peña Nieto con estudiante­s terminan como la de hace 6 años en la Ibero cuando en campaña tuvo que esconderse en el baño. Al menos ayer, al acudir a un encuentro con estudiante­s de 20 preparator­ias de todo el país, públicas y privadas, el Presidente tuvo buen diálogo con los jóvenes bachillere­s que pertenecen a la Fundación Scholas en México. Las preguntas y el entusiasmo de los jóvenes pusieron de buenas a Peña, que últimament­e se muestra muy necesitado de reconocimi­ento a su gestión; y ya con los elogios que le dedicó el presidente de esa fundación, Héctor Sulaimán Saldívar, al llamarlo “el presidente de la inclusión”, al mandatario le hicieron el día. Tanto que cuando preguntó a los preparator­ianos quién de ellos quería ser presidente muchos de ellos levantaron la mano. Que bueno que no les preguntó quién quería ser alcalde porque con eso de que van 34 candidatos a munícipes asesinados en estas campañas… Los dados mandan Escalera doble. Ascendemos.

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