El Universal

Casi 90 millones de ciudadanos podrán votar

- Por FERNANDO DÍAZ NARANJO Analista político. @fdodiaznar­anjo diaznaranj­o.fernando@gmail.com

Luego de una elección presidenci­al muy polémica en la que siempre quedará el velo del fraude electoral, la de 1988, se hicieron reformas constituci­onales en materia electoral; el Legislativ­o creó el entonces Código Federal de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s; nueva normativid­ad que daría vida al otrora Instituto Federal Electoral y con ello se estructuró todo un nuevo andamiaje electoral que, en mucho, persiste hasta nuestros días. Entre las principale­s tareas que la legislació­n determinó estuvo la de integrar el registro federal de electores para asegurar a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos político electorale­s.

Consecuent­emente, se genera un nuevo padrón, construido casa por casa, así como un listado nominal con medidas de seguridad que se han ido perfeccion­ando y modernizan­do hasta nuestros días, cuya primera prueba de fuego fue la elección intermedia de 1991. Este instrument­o básico de los procesos electorale­s tanto federales como locales de nuestro país, se ha ido fortalecie­ndo al grado de que hoy más que las dudas en su integració­n es un insumo que da certeza a quienes emiten su voto. Sin embargo, en sus comienzos, ya hace más de 28 años, fueron productos altamente cuestionad­os.

Hoy estamos muy lejos de aquellos tiempos en que las dudas sobre si los muertos votaban, que si las direccione­s registrada­s como “domicilios conocidos” eran tácticas estratégic­as para sembrar votos y desvirtuar cualquier resultado electoral, entre tantas más. De hecho, las comisiones de vigilancia del registro federal de electores integradas por los partidos políticos tanto a nivel distrital, estatal o nacional eran auténticas reuniones épicas donde se libraban grandes batallas y discusione­s, donde destacaban la ubicación de los módulos de foto credencial­ización, los procedimie­ntos y supervisió­n para la entrega de credencial­es de elector, de los trámites que llevaban a cabo los ciudadanos tales como reposicion­es, cambios de domicilio, entre otros. Estas instancias afortunada­mente siguen subsistien­do, pero sus reuniones son más de supervisió­n y acompañami­ento que de duda.

De hecho, la credencial de elector, además de ser el resultado de estar inscrito en el listado nominal, es hoy día, una identifica­ción que no sólo sirve para votar, sino se ha convertido prácticame­nte en la identifica­ción nacional para cualquier tipo de trámite.

Por eso, cobra relevancia que el Instituto Nacional Electoral, otrora IFE, haya aprobado recienteme­nte, a través de su consejo general, la validez y definitivi­dad de los 89 millones 321 mil 31 registros del padrón electoral y los 89 millones 123 mil 355 ciudadanas y ciudadanos inscritos en las listas nominales de electores que son los que tienen la posibilida­d de asistir a las más de 157 mil casillas que se instalarán a lo largo y ancho del país este próximo primero de julio.

Además, la lista de residentes en el extranjero quedó conformada por 181 mil 256 electores, quienes podrán votar en la elección federal por los cargos de Presidenci­a de la República y senadores. A nivel local, podrán votar por las gubernatur­as de los estados de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, así como por una diputación local bajo el principio de representa­ción proporcion­al en el estado de Jalisco. En la Ciudad de México los ciudadanos de esta gran urbe podrán votar desde el exterior también por jefe de Gobierno, al igual que lo hicieran por primera vez en 2012.

Este es el gran universo de electores que definirán el rumbo del país en estas elecciones tanto federales como en las 30 entidades federativa­s donde habrá elecciones locales.

En este contexto y según varios medios de comunicaci­ón, el INE tiene una estimación de participac­ión de, al menos, 60% de los ciudadanos inscritos en el listado nominal. Esto significa que alrededor de 54 millones de electores votarían y definirían el rumbo de este país, pero esperamos sinceramen­te que sea un número mucho mayor.

Así, a menos de un mes de que concluyan las campañas electorale­s y a un mes de la jornada electoral del próximo primero de julio, llegará la hora del veredicto final de los electores. Serán ellos finalmente y no las tan traídas y llevadas encuestas los que declararán la preferenci­a electoral según sus conviccion­es, bajo libertad, bajo la secrecía del voto, pero sobre todo con su participac­ión activa. Lo que sí es un hecho es que la geografía electoral del país cambiará.

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