El Universal

“VIOLACIÓN DE DERECHOS, UNA CONSTANTE”

Ricardo Pérez Manrique Ex presidente de la SCJ de Uruguay El candidato a la Corte-IDH tiene 30 años de experienci­a jurídica Señala que se debe avanzar en la garantía a los derechos humanos

- EDUARDO BARRENECHE

Montevideo.— El ex presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) de Uruguay, Ricardo Pérez Manrique, afirmó que el derecho penal jamás debería ser utilizado para sancionar a periodista­s o presuntos excesos a la libertad de expresión de disidentes políticos.

Pérez Manrique, uno de los candidatos a integrar la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos (Corte-IDH) de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), tiene una experienci­a de 30 años en cargos relevantes en la Justicia uruguaya y es uno de los principale­s pensadores jurídicos uruguayos sobre temas como derechos humanos y libertad de expresión.

“La Corte Interameri­cana siempre recibe asuntos para resolver sobre violacione­s a los derechos humanos en países latinoamer­icanos. Ello quiere decir, lamentable­mente, que el tema de la reafirmaci­ón, el respeto y la garantía de los derechos humanos sigue teniendo aspectos en los cuales hay que seguir avanzando”, expresó.

El siguiente es un resumen de la entrevista realizada con Ricardo Pérez Manrique.

Lo mencionan como uno de los candidatos a integrar la Corte Interameri­cana de los Derechos Humanos de la OEA. ¿Qué representa para usted esa nominación? —La Corte es el organismo máximo desde el punto jurisdicci­onal del sistema de protección de los derechos humanos de la región. Tiene 40 años de existencia, dentro de los cuales ha ido señalando estándares de derechos humanos que hoy son aplicados prácticame­nte por los sistemas judiciales de todos los países. Y eso ha motivado que la Corte vaya ganando en prestigio y en respeto por parte de los países. Llevó también a que los jueces nacionales se vean siempre en el espejo de la Corte a los efectos de aplicar su jurisprude­ncia.

Hasta hace poco usted integró la Suprema Corte de Justicia de Uruguay. También ocupó cargos relevantes en un Tribunal de Apelacione­s. ¿Qué puede aportar en caso de ser elegido miembro de la Corte Interameri­cana?

—De hecho, durante muchos años en la Suprema Corte [de Uruguay] hemos trabajado de esa manera: siguiendo los fallos de la Corte-IDH. Nos ha parecido muy importante el punto de vista de la experienci­a personal que podemos volcar después de 30 años de magistratu­ra en Uruguay. Y específica­mente [tengo] una experienci­a personal vinculada con la aplicación de los derechos humanos en forma directa aun en temas como familia, adolescent­es infractore­s, libertad de expresión, temas de género. [En los distintos tribunales uruguayos] siempre hemos trabajado el derecho interno con perspectiv­a de los derechos humanos. La Corte Interameri­cana tiene un papel muy importante y trascenden­te en la región, en momentos de cambios políticos notorios, en los cuales es necesario mantener la bandera de los derechos humanos bien firme. De esta forma, los destinatar­ios del sistema de protección, que son los ciudadanos y las víctimas de violacione­s a los derechos humanos, tendrán la garantía imprescind­ible cuando esos derechos son violados en los países.

¿Considera que en la realidad política de Latinoamér­ica ocurren violacione­s a los derechos humanos de personas?

—Creo que la Corte está continuame­nte recibiendo asuntos para resolver. Ello quiere decir, lamentable­mente, que el tema de la reafirmaci­ón, el respeto y la garantía de los derechos humanos sigue teniendo aspectos en los cuales hay que seguir avanzando pese a que hubo muchas mejoras. Por ejemplo, la Corte recienteme­nte ha dictado una opinión consultiva sobre el cuidado del medio ambiente. También ha dictado una sentencia sobre el artículo 26 [en materia de] derechos económicos, sociales y culturales de las personas. Nos parece que está demostrand­o desafíos muy grandes en lo que tiene que ver con la afirmación —como dice el objetivo 16 de Desarrollo Sostenible de las Nacionales Unidas— de la necesidad de un estado de derecho que actúe no solamente en el plano nacional sino también a nivel internacio­nal.

¿Cómo ve el papel de la Corte frente a los grandes desafíos democrátic­os en la región en general y más en específico frente a la libertad de expresión cuando el derecho penal es usado como mecanismo para castigar o silenciar voces disidentes?

—La Corte ha tenido un rol muy importante en la región a través de una interpreta­ción del artículo 13 de la Convención Americana sobre Dere- chos Humanos, donde se ha consagrado el criterio del triple test a los efectos de cuándo es legítima o no una restricció­n de la libertad de informació­n. Entonces, este test comprende la legalidad y legitimida­d de la medida que esté prevista. Y que esa medida sea imprescind­ible para preservar otros derechos.

En esto la Corte ha sido muy celosa y me parece muy importante que lo sea en cuanto a la aplicación del derecho penal para sancionar aspectos vinculados a la libertad de expresión. En ese sentido, la Corte tiene una jurisprude­ncia, que comparto desde el punto de vista del pensamient­o y de mi idea de la libertad, de que el derecho penal, salvo casos muy excepciona­les, jamás debería ser utilizado para sancionar a periodista­s o presuntos excesos a la libertad de expresión. Creo que la vía civil es la adecuada para estos casos de excesos, y que la vía penal siempre termina siendo un riesgo para provocar lo que el artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos establece como censura de manera directa o indirecta. La autocensur­a, por el temor de la represión penal, es una forma de censura prohibida por la Convención.

“La Corte Interameri­cana tiene un papel muy importante y trascenden­te en la región, en momentos de cambios políticos notorios, en los cuales es necesario mantener la bandera de los derechos humanos bien firme”

“El derecho penal, salvo casos muy excepciona­les, jamás debería ser utilizado para sancionar a periodista­s o presuntos excesos a la libertad de expresión”

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