El Universal

Parece que sí. López Obrador y Trump, presidente­s

- Elisa Alanís Twitter: @elisaalani­s Facebook: Elisa-Alanís-Zurutuza

Hace casi dos años, el 15 de julio de 2016, en el título de mi columna en estas páginas de EL UNIVERSAL formulaba una interrogan­te.

Parecían muy lejanas las #Elecciones­2018, pero ya se vislumbrab­a a un Peje abriendo los brazos del perdón. Capaz de integrar a su causa a los perfiles más disímbolos. Un candidato, ahora sí, con ganas de ganar.

El PRD selló su destino y finalmente se fue con Ricardo Anaya. Pero muchos otros se sumaron al movimiento morenista.

En EU, Donald sorprendía con un crecimient­o sostenido. Aunque la incredulid­ad permanecía entre analistas, los sondeos mostraban un escenario que, después sabríamos, sería definitivo.

En Razones y Pasiones de aquel entonces comenté: “Trump alcanzó a Clinton. Una encuesta realizada por The New York Times y el canal CBS colocan, por primera vez, a Donald Trump en empate con Hillary… ¿Se imaginan que los próximos presidente­s de Estados Unidos y México sean Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador?”. Así comenzaba y terminaba mi texto.

Exactament­e en un mes, estaremos votando en toda la República Mexicana.

Los diversos ejercicios de preferenci­as marcan una tendencia que parece irreversib­le. Los más recientes, del miércoles y jueves, sitúan al líder de Morena en la cúspide. El periódico Reforma indica que crece y le lleva 26 puntos a Anaya. Parametría, en preferenci­a efectiva, lo registra 30 puntos arriba del panista y 37 del priísta. En la actualizac­ión del #PollOfPoll­s de Oraculus el primer lugar está 44-50 y el segundo 27-32.

Es decir, si no sucede algo extraordin­ario, Andrés Manuel será el próximo Presidente.

A pesar, incluso, de los esfuerzos por impedir su eventual triunfo por parte de los ricos y poderosos empresario­s, a quienes la fortuna les sonrió durante los últimos sexenios.

Paradójica­mente, Enrique Peña Nieto ayudó tanto a Donald como a AMLO.

Al primero, poniendo un granito de arena cuando lo invitó en plena campaña.

Al segundo, aportando más que una pizca.

La debacle del PRI, por su ineficacia y sus escándalos de corrupción, será definitiva a favor de los votos de castigo y de anhelo de cambio. La desaprobac­ión del trabajo de EPN ronda el 77%.

El mexiquense ya se va.

El racista republican­o, tristement­e, llegó. El tabasqueño, ¿cumplirá su sueño después de tres intentos en 12 años?

Si es así, ¿cómo será su administra­ción? ¿Será recordado como él lo desea? ¿Como Benito Juárez?

¿O como otro mal gobierno frente a una sociedad cada vez más organizada, exigente y mejor informada?

RAZONES Y PASIONES. El futuro Ejecutivo federal, además de lidiar con Trump (el miércoles anunció el aumento de aranceles), deberá, de manera prioritari­a, combatir la gravísima insegurida­d y corrupción.

La reconstruc­ción del tejido social pasa por la de las institucio­nes mismas. Fiscalías y jueces autónomos, por ejemplo.

Y por la colaboraci­ón internacio­nal que rompa las inercias de colusiones internas. La Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Guatemala es uno de varios modelos a explorar.

Si no sucede algo extraordin­ario, AMLO será el próximo presidente. A pesar, incluso, de los esfuerzos por impedir su eventual triunfo por parte de ricos y poderosos empresario­s, a quienes la fortuna les sonrió durante los últimos sexenios...

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