Cómo atacaban antes a los ferrocarriles
El robo violento a trenes no es reciente, pues iniciaron en la Revolución. Ante los frecuentes ataques, se suspendieron las garantías de algunos estados y se aplicó la pena de muerte.
El robo violento a trenes no es un fenómeno nuevo. Sus primeros antecedentes se remontan a la Revolución y están ligados al auge del ferrocarril en México.
Salvador Zarco, antiguo trabajador y activista sindical de Ferrocarriles Nacionales, comenta que es posible distinguir “un tipo de robos que son por hambre: principalmente se dedican a robar granos y chatarra que antes se movía en góndolas descubiertas, carga que podía ser vendida como fierro viejo a cinco centavos. Algo que para la gente era bastante, les permitía tener un ingreso.
Ahora hay otro tipo de robos, donde intervienen mafiosos, una plaga que está creciendo en el país”.
En entrevista, el investigador Patricio Juárez Lucas menciona que “los primeros ataques a la infraestructura ferroviaria se producen en los albores de la Revolución Mexicana; el 28 de noviembre de 1910 fueron quemados algunos puentes en la región de la Laguna, en las estaciones de La Loma y Pedriceña”, afirma.
Con el paso del tiempo, los ataques fueron más frecuentes en el gobierno de Francisco I. Madero y en los meses posteriores a su asesinato.
El expediente del CEDIF afirma que el 29 de septiembre de 1913, cerca de treinta o cuarenta hombres, se presentaron en la estación de Panzacola (en Tlaxcala) exigiendo que se les entregara el dinero , también rompieron los aparatos telegráficos. Momentos después llegó el tren núm. 4 de Puebla, dispararon y mataron al maquinista e hirieron al fogonero. Luego quemaron la estación, según se narra en el documento.
En los días siguientes, varios medios ampliaron la información, reportando que entre los pasajeros había miembros de la mesa directiva de la Asociación de Periodistas, a quienes despojaron de sus pertenencias y trataron “de una manera brutal e infame”, según narra el reporte de La Semana Ilustrada. La prensa publicó que catorce delincuentes fueron aprehendidos y serían fusilados.
Para contener la violencia y de acuerdo con Juárez Lucas, “a principios de 1912, el presidente Madero suspende las garantías en los estados de México, Morelos, Guerrero y Puebla, por donde pasaban las vías férreas, y aplica la pena de muerte a cualquier persona que atentara contra la infraestructura ferroviaria”; hasta para quien lanzara piedras contra algún tren de pasajeros.
“Los sucesivos gobiernos pusieron en práctica otras medidas, como militarizar los trenes y el trabajo ferroviario; por ejemplo, Victoriano Huerta propuso construir puestos de vigilancia a lo largo de las vías férreas”.
Pero dichas estrategias fueron insuficientes, ya que “la época de mayor destrucción de la infraestructura ferroviaria es entre 1913 y 1914, cuando la capital de la República queda prácticamente aislada, los trenes no podían circular”, pues las vías de los estados de Puebla y Morelos fueron prácticamente destruidas.
Otros testimonios en los archivos del CEDIF muestran el grado de ensañamiento; por ejemplo, el del 27 de noviembre de 1913, en Puebla, cuando un tren militar con 100 soldados, 80 mujeres y 3 oficiales que salieron de El Salado, a las 8:00 am, fue volado en San Salvador. En la explosión murió la mitad de los soldados, el resto, incluyendo a las mujeres fueron fusilados inmediatamente y los demás carros del tren terminaron incendiados y destruidos.
“Durante la Revolución, los ferrocarriles fueron el blanco permanente de los ejércitos en pugna, ya que además de servir para el transporte de las huestes y el armamento, en las estaciones se concentraban otros medios como el telégrafo y la telefonía.
“Los asaltos a los que me estoy refiriendo se dan en el contexto de la Revolución Mexicana y son producto de ese movimiento social, pudieron existir asaltos antes de esas fechas y posteriores que perpetraran delincuentes de todo tipo, los actuales asaltos los hace la delincuencia organizada, escudándose en la población y haciéndolos partícipes”, concluyó Patricio Juárez Lucas.
En los años 20 terminaron los conflictos armados, pero no la delincuencia esporádica hacia los trenes.
Salvador Zarco recuerda que en décadas pasadas estas bandas “en muchos casos estaban coludidos con los ‘trenistas’, con el personal de las estaciones, ya que sabían lo que se transportaba; no se puede explicar de otra manera”.