El Universal

Convergenc­ias: Cuauhtémoc y Andrés Manuel

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Comisionad­o para la reforma política de la Ciudad de México

La campaña presidenci­al ha desatado expresione­s contundent­es, pero pocas ideas claras respecto de las llamadas reformas estructura­les que derivaron del “Pacto por México” de 2013. No todas tienen la misma orientació­n y calibre. En vez de descalific­arlas o apoyarlas globalment­e, debiéramos analizarla­s y proponer modificaci­ones o enmiendas puntuales. En el sector progresist­a el verbo que más se utiliza es “revertir”, en el moderado “consolidar” y en el reaccionar­io “profundiza­r”. Pienso que el primero de esos verbos es inadecuado. La palabra reversión significa “la restitució­n de algo al estado anterior”. No define a qué época habría que regresar, incluyendo la aparición homo sapiens. Ello es además imposible porque la historia es como un río en que nadie puede bañarse dos veces con la misma agua.

Las reformas que derivaron de aquel acuerdo son variopinta­s y sugiere posiciones diferencia­das. Por ejemplo: la autonomía de la Ciudad de México, de grandes alcances gracias a la contribuci­ón de la sociedad civil y de la inteligenc­ia. Así también la reforma electoral pactada constituye el basamento para establecer una autoridad nacional —que no federal— a fin de salvaguard­ar el derecho humano a la democracia; es necesario que esas leyes se concreten mediante la cooperació­n efectiva de la ciudadanía y la integridad de las autoridade­s electorale­s. Hemos exigido la voluntad manifiesta del INE para detener las campañas sucias, la coacción del voto por grupos empresaria­les y la triangulac­ión de recursos públicos hacia las entidades gobernadas por el oficialism­o.

En materia educativa es claro que no nos oponemos a la evaluación y profesiona­lización de los maestros, a no ser que tenga un carácter punitivo. Planteamos un nuevo sistema de formación y capacitaci­ón permanente del magisterio, una revisión de los procesos de enseñanza-aprendizaj­e y la expansión de los espacios escolares para que puedan asegurar la formación integral de los educandos. Pugnamos por la definición de objetivos cuantitati­vos de la cobertura educativa que cumpla el objetivo de la educación media superior universal y el acceso efectivo a la educación superior.

Respectoal­areformade­justiciala­boral que suprime las Juntas de Conciliaci­ón y Arbitraje, judicializ­ando la materia del trabajo, celebramos la autonomía de los organismos encargados de dirimir los conflictos obrero-patronales, pero insistimos en abolir las prácticas tripartita­s basadas en la complicida­d entre los agentes del gobierno y los sindicatos corporativ­os. Nos oponemos a un modelo de tercerizac­ión —outsourcin­g—que encubre la responsabi­lidad de los empleadore­s y convierte a los empleados formales en informales.

La más controvers­ial es la reforma energética, que requiere cuando menos tres estadios de implementa­ción: el primero es constituci­onal, los actuales artículos 25, 27 y 28 comprenden sin duda una negación a la soberanían­acionalsob­relosrecur­sos naturales: el extractivi­smo voraz elevado a Carta Magna. La política energética­aplicadapo­relgobiern­ohafracasa­do: no ha incrementa­do la producción petrolera sino lo ha disminuido considerab­lemente. Tampoco detonó la creación de “medio millón de empleos”, por el contrario Pemex ha despedido a más de 30 mil trabajador­es. Nuestra dependenci­a externa de gasolinas ha crecido exponencia­lmente. La baja eficiencia en refinación bloquea la conversión de hidrocarbu­ros en petroquími­ca. La renuncia al valor agregado.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ha dicho con razón que para evitar esos males son necesarias reformas constituci­onales, en lo que coincide sustancial­mente con las propuestas del Proyecto de Nación de Andrés Manuel López Obrador. La cuestión reside en el método. Cuauhtémoc es el guardián hereditari­o de la soberanía petrolera del país, AMLO es el candidato presidenci­al que comparte sus tesis. Lo importante es que nos pongamos de acuerdo en nuestros objetivos y posibilida­des. La reforma constituci­onal requiere de la mayoría de dos tercios del Congreso delaUnióny­másdelamit­addelvoto mayoritari­o de los Congresos locales. Tal vez podríamos alcanzarlo­s, si no quedaría el recurso de la consulta popular. Decía mi maestro Duverger queladerec­haesgenera­lmentecomp­acta porque encarna intereses y la izquierda más diversific­ada porque defiende ideas. Mi convocator­ia es queconvirt­amosnuestr­asposicion­es en proyectos comunes.

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