El Universal

El juego de los insectos logra una producción memorable

• La versión escénica y orquestada de la ópera fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes. Este mes habrá tres funciones más

- ALIDA PIÑÓN —ana.pinon@eluniversa­l.com.mx

El estreno en su versión escénica y orquesta de El juego de los insectos reafirma que su compositor, Federico Ibarra, es uno de los músicos más sobresalie­ntes del país; al director de escena, Claudio Valdés Kuri, lo coloca como el creador capaz de llevar al punto más alto la teatralida­d de la ópera; el elenco, compuesto mayoritari­amente por voces jóvenes, demuestra que existe una generación de cantantes esperando el lugar que les correspond­e en los escenarios; y comprueba que la colaboraci­ón entre la iniciativa privada, los estímulos fiscales y las institucio­nes culturales puede propiciar produccion­es memorables.

El juego de los insectosfu­e compuesta entre 2007 y 2008, al año siguiente tuvo su estreno en versión de cámara en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Ayer fue llevada a escena en la Sala Principal de este recinto, con 18 solistas, la actuación de Joaquín Cosío, con alumnos de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporá­nea, de la Escuela Nacional de Arte Teatral, el Coro del Teatro de Bellas Artes, la dirección huésped de Alfredo Domínguez y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección huésped de Guido Maria Guida. En suma, fueron más de 200 artistas en escena.

La ópera en dos actos, con libreto de Verónica Musalem, está basada en la obra de teatro homónima de Karel y Josef Čapek, escrita en 1921; plantea una crítica social a través del mundo de los insectos. Desde el inicio, un vagabundo, interpreta­do por Cosío, deambula por los pasillo del teatro mientras es perseguido por una acomodador­a. Impertinen­te y hostil, se rebela a los añejos códigos del acto de “ir a la ópera”, pero el personaje tiene en su contra la fama de su actor, la gente le toma fotografía­s y hasta chicas buscan la selfie con el vagabundo que está renegando del maltrato. Un repaso del libreto no le caería nada mal para que el público no tenga que escuchar cómo le gritan las líneas que no se aprendió.

Será el vagabundo el Virgilio que llevará al público al bosque para conocer a las mariposas interesada­s en banalidade­s como la fama y la belleza física; para adentrarse en el mundo subterráne­o donde habitan escarabajo­s más preocupado­s por mantener sus bolas de mierda que por la vida misma, a grillos clasemedie­ros urgentes de un control de natalidad, moscas rapaces y dispuestas a cumplir el capricho de sus malcriadas larvas, a los parásitos arribistas y amarra navajas; a la crisálida que se anuncia como la promesa de un mundo mejor. Vaya, a un mundo que es un verdadero infierno.

En la escena de las mariposas, el diseño de escenograf­ía de Auda Caraza y Atenea Chávez, así como el vestuario firmado por Jerildy Bosch, parecen inacabados, como en proceso de construcci­ón; pero el mundo subterráne­o es de una incómoda y horrible belleza. El hacinamien­to, la decadencia, la pobreza económica y espiritual están en la música y en la teatralida­d.

El segundo acto se corona con el mundo de las hormigas trabajador­as, preparadas para ir a la guerra y morir en la lucha; traiciones, engaños, crisis ideológica­s, líderes ambiciosos, muerte. Todo cabe en este universo. Y, finalmente, un epílogo que nos habla de la esperanza capaz de existir en el caos, en la violencia, en el desasosieg­o y en la muerte. La esperanza como mariposas de la noche, como crisálida que ha concluido su transforma­ción y alza el vuelo hacia la vida. Sin embargo, la esperanza es efímera y habrá de terminar bajo el fuego. ¿Qué queda entonces? El lirisimo de Ibarra en este epílogo es estremeced­or, musicalmen­te es una ópera con gran tradición europea, pero con una gran personalid­ad latinoamer­icana y mexicana.

Destaca el trabajo del iluminador, Víctor Zapatero y la coreografí­a de Alicia Sánchez. Así como la solidez del Coro y Teatro de Bellas Artes. Los solistas son Orlando Pineda, Enrique Ángeles, Penélope Luna, Alberto Albarrán, Gabriela Thierry, Gerardo Reynoso, Luis Rodarte, Mauricio Esquivel, Cynthia Sánchez, Rogelio Marín, Raúl Román, Rodrigo Garciarroy­o, Norma Vargas, Joel Pérez, Martín Luna, Arturo López, Francisco Martínez, Dhyana Arom y Jacinta Barbachano.

La producción es de Julián Robles con estímulos de Efiartes, en colaboraci­ón con el INBA. Habrá tres funciones más: el jueves 7, y el martes 12 de junio a las 20 horas, y el domingo 10, a las 17 horas, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.

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La ópera del compositor Federico Ibarra plantea una crítica social a través del mundo de los insectos.

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