El Universal

“No puedo callar ante crímenes como el 68”

La situación actual es peor, afirma el guionista de Rojo Amanecer Dice estar obligado a crear películas que generen conciencia política

- PEDRO VILLA Y CAÑA Y TERESA MORENO —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Como ex integrante del movimiento estudianti­l de 1968, Xavier Robles siempre tuvo “el gusanito” de querer llevar al cine este acontecimi­ento de la historia de México, pero la dificultad de realizarlo sin que se mostraran tanques del Ejército o masas de estudiante­s lo detenía.

Se le ocurrió la idea de producir una película en la que no se viera la represión, sino que se oyera y se escuchara sobre “algo que es aterrador”; así, miles de personas presenciar­on en Rojo Amanecer un tema que hasta 1990 estaba vetado: la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

ENTREVISTA

En entrevista con EL UNIVERSAL, el guionista de películas como Bajo la

Metralla, Los Motivos de Luz y Las Poquianchi­s afirma que ante situacione­s como la masacre del 2 de octubre no puede permanecer callado e indiferent­e, por lo que siente la obligación de crear películas que generen conciencia para que el público reflexione: “No puedo escribir melodramas o comedias ridículas. Yo tengo que escribir algo que cree conciencia, que genere interés y despertar político”. Al descartar una segunda parte de

Rojo Amanecer, en su casa al sur de la Ciudad de México y bajo los cuatro premios Ariel que ganó por esta película, Xavier Robles indica que cambiaría parte del guion de este filme, “quizá la matanza final debimos escucharla, no verla. Ahora se me hace excesivo”, menciona.

¿Cómo te inicias en la escritura?

—Escribí muchos años periodismo y luego me puse a escribir un libro sobre Las Poquianchi­s. Para ese texto, hice una investigac­ión muy profunda, en la que me ayudó Guadalupe Ortega, en las cárceles de Guanajuato.

Con esos datos me proponía escribir un libro, pero me fueron soltando imágenes cinematogr­áficas. Le comenté a mi cuñada, quien me dijo “deberías escribir eso en un guion”.

Entonces me puse a escribir. Casualment­e, Felipe Cazals iba a dirigir una película sobre el tema y le había encargado la investigac­ión a Tomás Pérez Turrent, quien no había conseguido nada más que las revistas Alarma, entonces mi investigac­ión le resultó como anillo al dedo.

Le dije [a Tomás] que, además del dinero que pactamos, quería escribir con él la historia. Aceptó, lo consultó con Felipe y así empezamos.

La participac­ión de Tomás fue fundamenta­l. Además fue mi guía en la escritura y [después] empecé a escribir historias por mi cuenta.

Sus guiones son políticos, ¿por qué este género?

—Siempre he considerad­o que el hombre está determinad­o por la política, por el sexo y por la economía, y estas siempre están presentes en mis obras. Mis personajes tienen sustancia porque están nutridos de la realidad, y aparte tienen sustento político, económico, sexual y una sicología desarrolla­da, por eso [mis guiones] siempre fueron muy exitosos y solicitado­s, y obviamente no quería escribir otro tipo de cine.

A mí me interesa el cine como arte, pero el cine político.

¿Cuál es el objetivo de sus guiones para películas políticas? —Conciencia­r, hacer reflexiona­r sobre un tema, sobre una situación. Siempre me ha interesado la clase trabajador­a, soy partidario, sin duda, de la clase trabajador­a porque creo que nos va a sacar de muchos apuros o problemas.

¿Cuáles han sido sus influencia­s al escribir guiones? —Bernardo Bertolucci, los italianos Federico Fellini e Ingmar Bergman en muchos sentidos han influido. Admiro mucho y, segurament­e, tengo una influencia de Stanley Kubrick, John Ford y Orson Welles, quien fue definitivo en mi vida.

¿Qué estaba haciendo en el verano de 1968? —Yo era militante y por eso estuve preso en la cárcel de San Juan, Puebla, cinco días nada más. Porque agarraban a todos los que podían, pero me sacaron los abogados del movimiento. ¿Cómo fue que ingresó al movimiento estudianti­l? —Yo era vendedor de revistas. Un día vi pasar una marcha de los estudiante­s en Puebla y me sumé. Así fue como ingresé al movimiento. Yo no era estudiante, me sumé como pueblo.

No tenía experienci­a de letras, pero traía mucha experienci­a de la a vida: había sido bracero, beachboy en Acapulco, vendedor... tenía una formación de vida maravillos­a, a tal grado que me desarrollé muy bien con los compañeros.

Uno de los dirigentes de los estudiante­s se interesó en mí y me dio a leer mis primeros libros políticos.

Ahí recuerdo haber leído a Carlos Marx, algunas cosas de Federico Engels y me fui interesand­o en la política cada vez más.

¿Cómo fue que comienza a escribir el guion de Rojo Amanecer? —Yo había sido militante del Partido Comunista, activista de la resistenci­a clandestin­a, y “traía siempre el gusanito”, el coraje del genocidio de Tlatelolco, y tenía esa idea rondando desde el 82 que escribí Bajo la Metralla, que trata sobre la guerrilla urbana.

La dificultad era resolver cómo escribir una historia sobre el genocidio sin apelar a los tanques del Ejército, a los estudiante­s en masa corriendo de un lado al otro o a los soldados.

Hasta que se me ocurrió la feliz idea de hacer todo en un departamen­to.

Entonces íbamos no a ver la represión, sino a oírla, escucharla, lo cual es aterrador y esto, más las imágenes y la vivencia de las personas de la familia que estaba en el

departamen­to, contribuyó a que la obra recibiera un premio en un concurso de ideas de guiones que creó la Sección de Autores del Sindicato de Trabajador­es de la Producción Cinematogr­áfica.

A raíz de eso, comencé a escribir, junto con Guadalupe, Bengalas en el

Cielo, que después se cambió el título

Rojo Amanecer.

La promovimos, anduve un año con la obra bajo el brazo hasta que le interesó a Héctor Bonilla y fue cuando se comenzó a filmar.

María Rojo fue decisiva en esto porque le pidió a Jorge Fons que él la dirigiera y así fue como surgió.

¿Qué sintió cuando vio su guion hecho película y exhibiéndo­se en las salas de cine? —Que esa era realmente una película, era una de mis primeras películas bien hechas.

Ya había hecho Los Motivos de

Luz y El Tres de copas, que me gustan mucho, pero considero que no tengo más de seis o siete obras que realmente valgan la pena. Se cumplen ¿ha pensado 50 años en del escribir movimiento, la segunda u otra película parte de sobre Rojo 1968? Amanecer

—No, nunca. Segundas partes nunca fueron buenas y yo no quiero escribir ni la continuaci­ón ni segundas partes o algo por el estilo.

A casi 30 años de que se estrenó

Rojo Amanecer, ¿ha pensado en si se debieron cambiar algunas partes del guion?

—Sí, podría cambiar la matanza final, quizá en el fin de la película debimos escucharla y no verla, o ver fragmentos de ésta, pero toda la matanza se me hace que fue algo excesivo.

Inmediatam­ente que pasaron los hechos en Iguala en 2014, en donde jóvenes normalista­s estaban boteando para venir a la marcha del 2 de octubre, hizo el documental Ayotzinapa: Crónica de un Crimen de Estado, ¿ve similitude­s en estos dos hechos?

—Ayotzinapa es mucho peor. La situación de ahora está mucho peor que en el 68.

Los crímenes del gobierno, la corrupción, la injusticia y la impunidad han hecho de este país campo de los ladrones. Campos de toda la gente nefasta de este país, corruptos a montón. La situación actual es mucho peor que en el 68.

¿Considera que a medio siglo del movimiento estudianti­l de 1968 se puede acceder a la justicia? —Se va a acceder a ella algun día, pero el gobierno no quiere tocar a los genocidias, entre ellos al ex presidente Luis Echeverría.

—¿Qué les diría a las nuevas generacion­es que verán Rojo Amenecer? —Les diría que el crimen político en México no es algo nuevo.

No sólo es Taltelolco, no sólo son Aguas Blancas o Ayotzinapa, los desapareci­dos se cuentan por miles, los presos políticos que ha habido desde entonces se cuentan por centenares, activistas masacrados son miles.

Este gobierno tiene las manos empapadas de sangre y yo no puedo permanecer callado ante una situación como esta, ni puedo hacer como que no la veo.

“Este gobierno tiene las manos empapadas de sangre y no puedo permanecer en silencio ante esta situación ni hacer como que no la veo”

Nunca escribiría la continuaci­ón de Rojo Amanecer. Cambiaría la matanza final, quizá debimos escucharla y no verla, o ver fragmentos de ésta, pero toda la matanza me parece que fue algo excesivo”

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