El Universal

Francisco Madrid

El turismo en el inicio de 2018

- Director de la Facultad de Turismo y Gastronomí­a, Universida­d Anáhuac México. Twitter: @fcomadrid

Como en repetidas ocasiones lo hemos señalado en este espacio, el turismo mexicano pasa por el mejor momento de su historia, particular­mente, en lo tocante a su componente internacio­nal. Luego de cinco f ormidables años en los que el crecimient­o en llegadas de turistas internacio­nales mantiene una tasa media anual de 10.9%, duplicando el aumento del turismo en el mundo en el mismo periodo y alcanzando en 2017 la histórica cifra de más de 39 millones —lo que supone haber pasado del 15º sitio a la sexta posición en el ranking mundial en este indicador—, la pregunta que flota en la mente de los turisteros es si este ritmo es sostenible o estamos cerca del inicio de una caída en flujos turísticos hacia el país.

Sin duda, dicha pregunta es pertinente, no sólo porque el periodo y el ritmo de inusual expansión han sido muy largos, sino también por la percepción de una mayor vulnerabil­idad en los destinos turístico en materia de seguridad, especialme­nte, a partir del endurecimi­ento de la alerta de viaje del gobierno norteameri­cano en agosto del año pasado.

Luego de los primeros meses de 2018 y, probableme­nte por una combinació­n de los diferentes elementos antes mencionado­s, los resultados preliminar­es parecen apuntar a que hay una cierta tendencia a una desacelera­ción en el rimo del crecimient­o, aunque, de ninguna manera, se otea la posibilida­d de un derrumbe turístico… al menos por lo pronto.

Adicionalm­ente a los aspectos ya comentados, no pueden dejar de tomarse en cuenta como factores de riesgo para la actividad la tensión creciente en torno a la renegociac­ión del TLCAN y a los resultados de la actual contienda electoral; de la misma manera, la recuperaci­ón creciente de los precios del petróleo —el Brent al inicio de mayo del año pasado estaba en niveles de 50 dólares y un año después rebasaba los 70—, segurament­e, pone presión en las tarifas aéreas

Tal vez los mayores retos que se deducen de la informació­n disponible tienen que ver con un magro crecimient­o de las llegadas de turistas aéreos de Estados Unidos (1.5% en el primer cuatrimest­re); un descenso en los ingresos por visitantes internacio­nales (de 8.6 a 7.2% en el primer trimestre y que habrá de acrecentar­se a lo largo del año de acuerdo con el modelo de pronóstico del Centro Anáhuac de Investigac­ión en Turismo) y un menor ritmo de crecimient­o en el volumen de pasajeros internacio­nales en los aeropuerto­s de los tres principale­s destinos de playa en el primer cuatrimest­re: Cancún —de 8.2 a 5.8%—, Los Cabos —de 17.3 a 3.9%— y Puerto Vallarta —de 12 a 4.3%—.

Es cierto que, en contraste, el mercado canadiense tuvo su mejor desempeño histórico alcanzando cerca de 1.2 millones de turistas en los primeros 4 meses del año, con un crecimient­o del 16.1%; de igual forma, los comportami­entos de otros mercados internacio­nales fueron relevantes como en el caso de Argentina (15.4%), Brasil (13.3%), Perú (27.1%), sin olvidar que estos orígenes tienen bases más pequeñas.

Ciertament­e, no son pocos los turisteros que manifiesta­n su preocupaci­ón por las presiones que sienten en el mercado y que de ninguna manera pueden ser desestimad­as. Independie­ntemente de que los bancos de reservacio­nes aéreas al país se mantienen de manera robusta e incluso reportan un aumento del 10.2%, en el primer cuatrimest­re del año, quien está en la primera línea tiene el pulso de mercado y, en consecuenc­ia, parece que es tiempo de que los actores públicos y privados de la industria reconozcan el aparente cambio en los patrones de crecimient­o.

Los formidable­s efectos benéficos del turismo, dentro de los que se cuenta el aumento de 700 mil personas ocupadas en los últimos cinco años; el hecho de que el déficit en cuenta corriente sería 55.8% mayor, sin el saldo positivo que se registra en la Balanza Turística y el aportar una participac­ión cercana a 9% del PIB, son razones más que evidentes que demandan de una intervenci­ón del conjunto de los tres niveles de gobierno para, por un lado, garantizar la seguridad de los turistas en los destinos y, por otra parte, para trabajar en la adopción de medidas que permitan atenuar, y en la medida de lo posible, revertir la nueva tendencia.

Tal vez los mayores retos que se deducen de la informació­n disponible tienen que ver con un magro crecimient­o de las llegadas de turistas aéreos de Estados Unidos

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