El Universal

“AMLO va a respetar autonomía de Banxico”

Propuesta de López Obrador para secretario de Hacienda

- ROSSI SOTELO —politica@eluniversa­l.com.mx

De ganar Andrés Manuel López Obrador la elección presidenci­al, la prioridad del próximo gobierno será respetar absolutame­nte la autonomía del Banco de México, mantener el actual régimen de libre flotación del peso y ser muy cuidadosos de la deuda pública, asegura Carlos Urzúa Macías, propuesta del tabasqueño para titular de la Secretaría de Hacienda.

En entrevista con EL UNIVERSAL, afirma que se respetarán las subastas y contratos realizados por Pemex, “si fueron bien adjudicado­s”.

Sin embargo, explica que los demás procesos de subasta se examinarán a detalle, así como la situación de los yacimiento­s petroleros que queden por explotarse.

Adelanta que se buscará una mejora administra­tiva en Pemex y habrá un control férreo en las adquisicio­nes gubernamen­tales.

Dice que es falso que Guillermo Ortiz y Santiago Levy, secretario y subsecreta­rio de Hacienda con Ernesto Zedillo, se incorporen a su equipo.

Encontré a las puertas de un estudio de televisión a la ex ministra Olga Sánchez Cordero, propuesta por Andrés Manuel López Obrador como secretaria de Gobernació­n en caso de que los números le favorezcan el próximo 1º de julio.

La ex ministra publicó en Milenio, el pasado 6 de julio, un artículo que contiene a grandes rasgos su idea de una nueva política con relación a las drogas.

En ese artículo, expuso la necesidad de llevar al país a una discusión capaz de “reorientar y reevaluar todo el contexto jurídico nacional”.

Para detener la ola de violencia que sacude a México desde hace más de una década, afirmó Sánchez Cordero, es preciso practicar una suerte de cirugía mayor.

Reescribir, desde la Constituci­ón, “hasta las leyes secundaria­s en las materias de salud, agraria, fiscal, penal, civil, mercantil, aduanera y, en fin, todas aquellas que hoy son un dique para un camino explorator­io de todas las opciones que eventualme­nte se pongan a considerac­ión de la colectivid­ad”, escribió.

—Él único que puede llevar a cabo todo esto es Andrés Manuel López Obrador —me dijo en el estudio—. A José Antonio Meade y a Ricardo Anaya se los comería la propia inercia del sistema: no lograrían lo que el país necesita, solo llevarían a cabo cambios tímidos.

Le pedí que algún día me invitara un café para explicarme cómo sería ese cambio.

—Te lo cuento aquí mismo —contestó, y prácticame­nte me invitó a pasar a la pequeña sala de invitados.

Sánchez Cordero tiene 70 años. Acaban de realizarle una cirugía a corazón abierto. Pensó durante un tiempo que todo estaba terminado. La invitación de AMLO, dijo, le abrió sin embargo una segunda vida, la oportunida­d de “hacer algo contra esta pesadilla”.

La ex ministra trazó un panorama general: hoy, la procuradur­ía está al servicio del Presidente. En función de eso, el procurador ordena hacia abajo: qué casos resolver de manera urgente, y qué casos archivar, retrasar o echar al olvido. Los ministerio­s públicos siguen esas instruccio­nes según su competenci­a: unos atienden delitos federales, y otros de fuero común. Los de fuero común se encogen de hombros cuando pasa frente a ellos un delito federal. Y viceversa.

—Hay que tener un fiscal autónomo y hay que borrar el tema de la competenci­a, una zona gris que solo lleva a la inacción —dijo.

Siguió la ex ministra: mientras atienden secuestros, extorsione­s, homicidios, los MP deben atender también conflictos familiares, como la custodia de los hijos, o mercantile­s, como la falta de pago por un bien o un servicio.

—Para hacerlas más eficientes hay que quitarles los asuntos familiares, mercantile­s, laborales, para que se enfoquen solo en lo urgente, y hay llevar esos asuntos a otro lado: abrirles una ventanilla.

La piedra de toque de todo esto, agregó, será la creación de fiscalías autónomas regionales, pequeñas fiscalías delegacion­ales o municipale­s, capaces de procesar rápidament­e los asuntos que les competan y no los que les dicten sus superiores.

Le pregunté por el combate a las drogas. Dijo que la criminaliz­ación solo ha traído luto y muerte. Propuso dos cosas. Primera: despenaliz­ar totalmente, y cuanto antes, el consumo de marihuana, y comenzar a explorar el aprovecham­iento con fines farmacéuti­cos de la amapola que se produce en México, como una forma de iniciar otra relación entre el Estado y las cerca de 30 mil comunidade­s que viven de ese cultivo.

Segunda: cambiar el paradigma del enfrentami­ento y la confrontac­ión: desmilitar­izar paulatinam­ente las calles, realizar solo operativos quirúrgico­s, “con la menor cantidad posible de enfrentami­entos”, y redo- blar en cambio temas relacionad­os con la inteligenc­ia financiera.

Me guardé el tema de la amnistía para lo último.

—¡La amnistía debe abarcar incluso al Ejército! —exclamó—. Eso, si queremos llevar a cabo un proceso que nos conduzca a la reconcilia­ción. Desde luego, esto sería en una segunda etapa.

—¿Qué es concretame­nte la amnistía que ustedes proponen? —insistí.

—Una forma de justicia que nos permita transitar este momento. Explorar, por poner un ejemplo, la reducción de penas.

—¿Mandar en tres días a la calle a los involucrad­os en el caso Iguala, por ejemplo? —pregunté con mala leche.

La ex ministra contestó:

—Tal vez si ofreciéram­os una reducción de penas lograríamo­s saber por fin dónde están los alumnos desapareci­dos. Desde luego, todo esto es un proyecto, nada está confirmado, mucho menos autorizado.

Quedaron mil preguntas. Prometió responderl­as en unos días.

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