El Universal

Consolidar la justicia penal

- Por CÉSAR CAMACHO @CCQ_PRI

A10 años de su promulgaci­ón y dos de la entrada en vigor en todo el país, el sistema de justicia penal acusatorio, adversaria­l y oral, entra en fase de consolidac­ión, enfrenta grandes desafíos y exige nuevo impulso.

Avanza en el sentido correcto y ya muestra beneficios aunque, como es natural en todo proceso de transforma­ción, recibe no pocas críticas que, bien analizadas, resulta claro que obedecen a fallas de origen en las institucio­nes que operan el sistema y evidencian las comprensib­les, aunque injustific­adas, resistenci­as al cambio. Pasan por alto que no se han implementa­do suficiente­s políticas de prevención del delito y las que existen se desarrolla­n de modo intermiten­te y aislado; que la policía no realiza investigac­iones que esclarezca­n los delitos y permitan detener y presentar ante la autoridad a los culpables, después de una investigac­ión tan profunda como contundent­e, pues el 99% de los detenidos son capturados en flagrancia, conforme a datos del Consejo de la Judicatura Federal; que el Ministerio Público no echa mano de los recursos jurídicos que el nuevo sistema de justicia le provee para facilitar su trabajo y, por el contrario se continúa abusando de la prisión preventiva oficiosa.

Con la pura enunciació­n de esos desafíos, emerge la primera y más relevante de las acciones que es urgente emprender: la capacitaci­ón, haciendo énfasis en su aspecto cualitativ­o, pues salta a la vista que los operadores del sistema, notoriamen­te los policías y ministerio­s públicos, todavía no están suficiente­mente capacitado­s para operar con él, sobre todo en lo tocante a la realizació­n de investigac­iones con método y recursos científico­s, respaldado­s por peritos competente­s y bien equipados, así como en la preparació­n de los casos que el MP debe presentar ante el juez.

Por supuesto eso no es todo; el sistema de justicia penal requiere nuevo impulso a partir de una política criminal integral y coherente; que abarque la prevención, la investigac­ión, la procuració­n y la impartició­n de justicia, así como la reinserció­n social; política de Estado que esté a cargo de una instancia coordinado­ra de los esfuerzos nacionales.

También desde el punto de vista legislativ­o la ruta es clara, es preciso reformar la Constituci­ón para eliminar el arraigo y, además transitar hacia la eliminació­n paulatina de la prisión preventiva oficiosa; suprimir la vinculació­n a proceso para, entre otras cosas, agilizar las audiencias iniciales redefinien­do la fase de investigac­ión y el momento de judicializ­ación del proceso; dotar de autonomía técnica a la policía para que quede claro lo que le compete: investigar y, al fiscal, construir los casos y llevarlos ante los tribunales penales; y revisar la figura del amparo, particular­mente el amparo indirecto que suele colisionar con el modelo acusatorio.

A dos años de vigencia plena, es necesario ahuyentar las voces y con ellas las tentacione­s regresivas; el 10 aniversari­o, pero sobre todo el episodio electoral que vivimos, son oportunida­des para consolidar la justicia penal que el país merece, eso significa corregir lo que se deba, pero perseverar en el esfuerzo para vivir en una sociedad con libertad, justicia y paz.

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