El Universal

PRIMER PRESIDENTE “LEGÍTIMO”

Nicolás Zúñiga y Miranda fue famoso porque compitió por la Presidenci­a entre 1894 y 1924. Aunque nunca ganó se hacía llamar el “Presidente legítimo de México”

- MAURICIO MEJÍA CASTILLO

En 1896, Nicolás Zúñiga y Miranda compitió con Porfirio Díaz, pero el general lo mandó a la cárcel.

Su obsesión por ser Presidente de México lo volvió loco. Durante 30 años se postuló como candidato en las elecciones. Nunca ganó pues, según él, era víctima de los fraudes electorale­s. Esto no le impedía presentars­e como el presidente legítimo en cualquier lugar a donde iba. Su nombre era Nicolás Zúñiga y Miranda y fue uno de los personajes pintoresco­s del Porfiriato.

Nació en la ciudad de Zacatecas en 1865. A los veinte años llegó a la capital para estudiar Jurisprude­ncia. Se hizo famoso por su afición a predecir temblores que nunca ocurrieron.

A principios de 1896 un grupo de opositores al gobierno del general Porfirio Díaz se presentaro­n ante él para ofrecerle la candidatur­a de su partido en las elecciones presidenci­ales de ese año. Creían que con un hombre preparado como don Nicolás y una campaña formal sería fácil quitar al viejo mandatario de Palacio Nacional. El aludido aceptó encantado pues era enemigo de la reelección de los gobernante­s. Se inició entonces su única campaña tomada en serio.

Poco antes de las elecciones Zúñiga y Miranda fue hecho prisionero y encerrado en la cárcel de Belén (donde hoy está la estación del metro Balderas). Ahí permaneció hasta que pasaron las elecciones que dieron el triunfo a Porfirio Díaz para el periodo 1896-1900. Don Nicolás no aceptó la derrota y se hizo llamar el presidente legítimo de México.

Cuando fue liberado fundó con sus partidario­s el periódico “La Voz Zuñiguista” que dirigió él mismo. Unos de sus editoriale­s titulado “El presidente soy yo” llegó a manos de don Porfirio quien ordenó que lo enviaran a la cárcel del callejón de la Diputación (en la actual avenida 20 de Noviembre) a dormir con los borrachito­s escandalos­os. Fue trasladado de nuevo a Belén donde permaneció siete meses. Cuando salió sus facultades mentales ya estaban dañadas.

Una mañana hizo llamar a su habitación a doña Ramona, la dueña del mesón donde vivía. La mujer enmudeció cuando vio a su inquilino en ropa interior contemplán­dose en un espejo. Lo único que tenía sobre el pecho era una banda tricolor. “No se vaya, le dijo, la he llamado porque quiero que sea la primera persona que reconozca en mí al presidente de la República. De Porfirio Díaz no me ocupó. Es un usurpador”. Doña Ramona salió del cuarto con la seguridad de que aquel hombre había perdido completame­nte la razón. La anécdota la cuenta Guillermo Mellado en su libro Don Nicolás de México.

No tardaron sus antiguos partidario­s en darse cuenta que don Nicolás enfermó gravemente de manía presidenci­al. Poco a poco su locura se convirtió en el tema favorito de los cafés. Mellado cuenta que las andanzas de Zúñiga y Miranda fueron conocidas por don Porfirio quien vio en su antigua preocupaci­ón al hombre que necesitaba para simular una oposición en sus futuras elecciones. De esta manera el presidente le mandaba trabajos para que pudiera sostener sus campañas. Según Mellado don Nicolás nunca se enteró de esta trampa del hábil oaxaqueño. Con el paso del tiempo el mismo general le fue tomando afecto.

Cuando murió Nicolás Zúñiga y Miranda en 1925, EL UNIVERSAL anunció que había desapareci­do el ti- po más popular de la metrópoli. Y es que, desde que su locura fue declarada, quienes se topaban con él en la calle de Plateros, hoy Madero, o en la Alameda lo saludaban cordialmen­te: “¿Cómo le va a usted, señor presidente?”. Los niños lo saludaban y se decía para sí mismo “Quién sabe si el día de mañana sean mis electores”.

La última vez que se postuló fue en 1924. Perdió ante Plutarco E. Calles.

Fueron famosas las propuestas de campaña del perpetuo contrincan­te. Aseguraba que si ganaba los huevos costarían dos centavos; las rentas bajarían un ochenta por ciento; los estudiante­s tendrían cuenta abierta en los mejores restaurant­es y prometía para ellos becas para el extranjero. Nunca dijo cómo lo haría. “¡Maravillos­o plan, cuyo secreto nunca quiso revelar el autor, llevándose­lo a la tumba!” apuntó Alfonso Taracena en EL UNIVERSAL ILUSTRADO.

El director de cine Juan Bustillo Oro hizo un homenaje al célebre candidato en su película México de mis recuerdos, de 1943. En ella Joaquín Pardavé encarna al secretario particular de Porfirio Díaz quien se entera de que sus amigos invitan a sus tertulias a Nicolás Zúñiga y Miranda. “¿Pero qué burla es esta? ¿Se atreven ustedes a llamar presidente a Zúñiga y Miranda? ¿Presidente este señor que no es más que el eterno candidato sin partidario­s?”, pregunta el escandaliz­ado personaje. A lo que el otro responde “¡Yo he triunfado en todos los comicios y su don Porfirio no es más que un usurpador!

Otra alusión al perpetuo opositor fue en la cinta Las tandas del Principal. Don Nicolás Zúñiga y Miranda murió en una vecindad de La Merced en condicione­s miserables.

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 ??  ?? Don Nicolás Zúñiga y Miranda compitió por la Presidenci­a de la República entre 1894 y 1924. Era utilizado por Porfirio Díaz para simular una oposición en su régimen.
Don Nicolás Zúñiga y Miranda compitió por la Presidenci­a de la República entre 1894 y 1924. Era utilizado por Porfirio Díaz para simular una oposición en su régimen.
 ??  ?? Su manía presidenci­al” hizo de este hombre uno de los personajes más pintoresco­s de la Ciudad de México. Se hizo referencia a él en algunas películas.
Su manía presidenci­al” hizo de este hombre uno de los personajes más pintoresco­s de la Ciudad de México. Se hizo referencia a él en algunas películas.

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