El Universal

Pañuelos verdes y referéndum

- Por LETICIA BONIFAZ Directora de Derechos Humanos de la SCJN. @leticia_bonifaz

Con la consigna “educación sexual para decidir, anticoncep­tivos para no abortar y aborto legal y seguro para no morir”, en Argentina se logró, el pasado 14 de junio, la aprobación en la Cámara de Diputados de la despenaliz­ación del aborto. Los medios dieron cuenta de enormes movilizaci­ones que sumaron a las pancartas tradiciona­les el potencial de las redes sociales. Mucha gente joven tomó las calles y se apropió de la lucha de las abuelas. Un pañuelo verde se convirtió en símbolo de la libre decisión. En algunos meses, el Senado habrá de pronunciar­se y los pronóstico­s no son aún claros.

En Irlanda está en proceso la despenaliz­ación del aborto hasta las 12 semanas de gestación en virtud del referéndum vinculante del 25 de mayo pasado. En este país, la aprobación se dio por un sistema de democracia directa; en Argentina, representa­tiva.

En Irlanda, 66.4% de la población votó a favor de la derogación de la octava enmienda realizada en 1983, que señalaba que el embrión y la madre tenían el mismo derecho a la vida. En Argentina, la votación estuvo muy cerrada: 129 votos a favor, 125 en contra y 1 abstención. Varios diputados cambiaron sus posturas iniciales después de escuchar argumentos de quienes llevan años en esta lucha.

El referéndum en Irlanda demuestra que el voto joven fue el determinan­te: un 87.6 % de la población entre 18 a 24 años votó por el sí. Un 84.6 de la población entre 25 a 34 años también lo hizo en ese sentido y el porcentaje fue disminuyen­do a un 72.8 y un 63.7 entre los que tienen entre 35 a 49 y 50 a 64. Sólo la población de más de 65 años votó mayoritari­amente por el no, con un 58.7%. Por sexo, votaron a favor el 65.9 de los hombres y el 72.1 de las mujeres.

Un dato adicional es que la Iglesia católica ha perdido credibilid­ad en Irlanda por los escándalos de la pederastia y por las “lavandería­s de las magdalenas” con el hallazgo de cientos de niños enterrados.

Las irlandesas que deseaban interrumpi­r su embarazo tenían la posibilida­d de salir del país. Datos de 2016 señalan que ellas representa­ban el 67.9% de mujeres no residentes en Gran Bretaña que solicitaro­n interrumpi­r el embarazo.

La Suprema Corte de Irlanda ya se había pronunciad­o desde 1992 sobre los permisos para viajar a partir del caso de una niña de 14 años víctima de violación. En cumplimien­to de la sentencia, se publicó una ley con casos de excepción, que fue criticada por el Comité de Derechos Humanos de la ONU por no garantizar plenamente los derechos humanos de las mujeres. Hubo otros casos, como el de Savita Hallapanav­ar o Amanda Mellet, que llevaron a revisión el tema hasta culminar con el reciente referéndum.

En el caso de Argentina, el Código Penal no ha tenido cambios desde 1921. Sus reglas son muy semejantes a las de las entidades federativa­s en México. El problema es que, como aquí, muchas mujeres ponen en peligro su vida al recurrir al aborto clandestin­o y algunas se han visto obligadas a judicializ­ar el acceso a los servicios de salud en los casos de aborto no punible. Por ello, la Corte Suprema exhortó a las autoridade­s nacionales a crear protocolos para remover las barreras que limitan el acceso a dichos servicios.

Aunque México y Argentina son Estados federales, allá la reforma se daría para toda la República. Aquí, en cambio, hay derechos diferencia­dos en la Ciudad de México y en el resto del país. Esto será revisado en el informe que México está por rendir ante el Comité CEDAW en julio próximo.

Irlanda se iguala a la mayoría de los países europeos. En Latinoamér­ica, Argentina se colocaría a la vanguardia, junto a Cuba, Uruguay y la Ciudad de México.

La reivindica­ción de derechos requiere de conciencia social, voluntad política y traducción jurídica. ¿Surgirán otros pañuelos en el continente?

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