El Universal

“Después de torturarme, qué más me pueden hacer”

• Policías de Chihuahua ligaron a tres hermanos a banda de La Línea • Los encarcelar­on por dos años y siete meses; su caso sigue impune

- MARCO ANTONIO LÓPEZ Correspons­al —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Chihuahua, Chih.— Iván fue torturado dos días por policías ministeria­les para obligarlo a declararse jefe de una banda de extorsiona­dores que tenía como objetivo a comerciant­es en Ciudad Juárez durante 2012, cuando Iván tenía tan sólo 18 años.

Iván Figueroa pide que se escriba su nombre a pesar de que está a punto de contar una historia que pone en riesgo su vida: “No importa, qué más me pueden hacer”.

La banda que, según la Fiscalía General del Estado, conformaba­n él, su hermano menor -de entonces 14 años-, su hermano mayor -de 22 años en ese momento- y otros dos completos desconocid­os para Iván.

La noche del viernes 20 de enero Iván y sus dos hermanos fueron sacados de los cuartos en los que los tenían, caminaron al área de prensa, ahí los dejaron frente a las cámaras, expuestos y presentado­s como un grupo peligroso de extorsiona­dores. Iván fue señaldo como el líder.

Eso dijeron en el canal de televisión local más visto de la ciudad y también recogieron los medios de comunicaci­ón ante quienes se presentó a la supuesta banda que integraban Iván y sus hermanos. Ellos extorsiona­ban a comerciant­es, los acusaron luego de un operativo de lo que dijeron era la inteligenc­ia de la policía local y, por ello, pudieron ser capturados mientras “trataban de cobrar la cuota” a un negocio de comida.

Entonces, la vida que Iván conocía hasta dos días atrás cambió para siempre con la reproducci­ón de una versión oficial que nadie cuestionó.

La noche del miércoles 18 de enero de 2012 un grupo de hombres armados descendió de una camioneta blanca frente a la casa de Iván. Los hombres golpearon a Iván y a sus hermanos antes de sacarlos, de llevárselo­s frente a sus padres.

En el camino siguieron golpeándol­os, les dijeron que eran sicarios de La Línea. Llegaron a otro domicilio. Volvieron con una mujer, una adolescent­e, recuerda Iván, a la que violaron varios agentes frente a todos. La abandonaro­n en algún punto periférico de la ciudad, dice.

Después supo que no eran sicarios cuando llegaron a las instalacio­nes de la Fiscalía General del Estado. Cuando los metieron en la parte de atrás.

Los separaron para tenerlos en cuartos distintos y comenzaron a torturarlo­s para que confesaran un crimen que, todos ahí sabían, no habían cometido.

Después de los golpes con los puños y con tubos en las partes donde no quedan marcados, de la tortura sicológica de escuchar a sus hermanos gritar de dolor, de la bolsa en la cabeza para quedar sin oxígeno hasta la inconscien­cia, de las amenazas en las que le aseguraban que de no declararse culpable llegaría a su casa a encontrar de su padre y madre sólo la cabeza, luego de dos días de todo eso, cansado hasta el extremo, temiendo por la vida de toda su familia y por la suya misma, Iván dijo que sí, que firmaba la declaració­n de culpabilid­ad.

Dos años y siete meses tuvieron que pasar él y su hermano mayor en la cárcel hasta que un juez determinó que no había pruebas en su contra y que el Protocolo de Estambul aplicado dio positivo a la aplicación de tortura para obtener una confesión.

El hermano menor, por otra parte, pasó casi dos años en el Tribunal para Menores donde no alcanzó a terminar la secundaria. “Él siento que es el que quedó más afectado. Le arruinaron su infancia”, dice Iván.

Después de ese tiempo encerrados pudieron obtener la libertad. Dejaron la cárcel sin siquiera una disculpa de la autoridad. Nada.

Interpusie­ron una denuncia en contra de los policías de la entonces unidad antiextors­ión involucrad­os en la detención de los hermanos Figueroa, los que siguen laborando en la fiscalía, comenta.

A más de seis años que Iván y sus hermanos fueron torturados por policías ministeria­les no hay culpables ni sentenciad­os.

“Resultan anacrónica­s y reprobable­s las expresione­s públicas que aceptan las confesione­s extraídas mediante tortura” JAN JARAB Representa­nte en México del Alto Comisionad­o de la ONU para los DH

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Iván fue torturado dos días por policías ministeria­les para obligarlo a declararse jefe de una banda de extorsiona­dores, conocida como La Línea, que asolaba comerciant­es en Ciudad Juárez durante 2012, cuando él tenía 18 años.

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