El Universal

El juicio justo

- Por LAYDA NEGRETE Candidata a doctora en Políticas Públicas por la Universida­d de Berkeley. @LaydaNegre­te

A Denise Maerker

El juicio justo es el que te da voz.

El juicio justo es el que te presume inocente.

El juicio justo es el que te da la oportunida­d de defenderte.

El juicio justo es el que se basa en acusacione­s comprensib­les.

El juicio justo es el que permite controvert­ir la prueba de cargo.

El juicio justo es el que garantiza que sea distinto quien acusa de quien juzga.

El juicio justo garantiza condicione­s de igualdad entre dos versiones en duelo.

El juicio justo es el que se basa en una persecució­n exenta de motivacion­es políticas.

El juicio justo es el que te permite presentar tu perspectiv­a de los hechos y del derecho.

El juicio justo es el que permite la confrontac­ión directa y en tiempo real entre el acusador y el acusado.

El juicio justo es el que cuenta con un registro fidedigno, protegido de la manipulaci­ón de una parte en conflicto.

El juicio justo es el que te da acceso pleno y directo a todas las pruebas que recabó tu acusador antes de acusarte.

El juicio justo es el que te da el suficiente tiempo para recolectar las evidencias para tu defensa.

El juicio justo es el que evita y sanciona ataques discrimina­torios dirigidos a las partes.

El juicio justo pone el castigo al final del proceso, no al principio.

El juicio justo es transparen­te y comprensib­le para el público.

El juicio justo es el que protege la dignidad de las personas.

El juicio justo es el que excluye pruebas ilegales.

El juicio justo es un derecho fundamenta­l.

Reclamamos justicia, pero pocas veces actuamos guiándonos por ella. De hecho, condenar sin contexto, sin evidencia y sin análisis es lo natural en el ser humano. El sesgo hacia la condena es irresistib­le: “Si lo detuvieron, debe ser cierto”. “Si está en el ojo del huracán, debe ser por algo”.

Lo nuestro es la fiesta de la sangre. Hemos transitado sin problema de lapidacion­es públicas a linchamien­tos físicos y mediáticos. Nos gusta admirar la guillotina y participar de un pelotón de fusilamien­to.

Cuando damos por hecho que una persona detenida y presentada en los medios es el culpable, sin más, estamos siendo injustos. Cuando validamos y difundimos una nota sensaciona­lista, incluso cuando reproducim­os un chisme, estamos siendo injustos.

Fuera del mundo de tribunales, la presunción de inocencia es una elección de conciencia y requiere disciplina. En el terreno del derecho penal, la presunción de inocencia se sirve de leyes para que no nos pasemos de la raya. De ahí que el juicio justo sea un derecho básico.

¿Somos jueces justos de lo que vemos y escuchamos? Miremos la lista y, no sólo en los juzgados, sigamos estos principios. Es un trabajo duro. Si no lo hacemos, ¿con qué derecho reclamamos la justicia que nosotros mismos no otorgamos?

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