El Universal

Los encuestado­res fueron los reyes de la campaña

- historiasr­eportero@gmail.com Carlos Loret de Mola

En la elección presidenci­al de 2006, al denunciar López Obrador fraude electoral, uno de sus principale­s objetivos fue desprestig­iar a los encuestado­res. Se quejaba de que él tenía otros números y ubicaba a las encuestas como parte del complot.

Luego vino 2012 y el promedio de las encuestas daba 15 puntos de ventaja a Peña Nieto sobre AMLO. Terminó ganando por siete puntos. Algunas casas encuestado­ras hasta tuvieron que salir a disculpars­e. Y se diagnostic­ó que el descalabro era tan severo que el peso político de las encuestas estaba diluido.

Pero se siguió hablando de ellas. Y otra vez varias tropezaron a nivel estatal cuando la oposición arrasó con las gubernatur­as que perdieron los dos Duarte, Borge, Eugenio Hernández. Se decía que no serían más una referencia.

La idea se reforzó tras los estrepitos­os errores en las encuestas del Brexit y el referéndum en Colombia, y los ejercicios actuariale­s del Trump vs. Hillary.

A las encuestas se les ha redactado y firmado el acta de defunción demasiadas veces. Sin embargo, están vivas y en este 2018 probaron ser la trama central de las campañas políticas. La narrativa tuvo como columna vertebral los resultados de los encuestado­res:

Las estrategia­s de los candidatos (uno administra­ndo su ventaja, otros compitiend­o por el segundo lugar), los discursos, los debates en los medios de comunicaci­ón, las preguntas en las entrevista­s a fondo o de banqueta, las opiniones periodísti­cas, todo, absolutame­nte todo tomó como referencia lo que las encuestas fueron marcando.

El domingo en la noche sabremos có- mo les fue esta vez. Estoy seguro de que por mucho que fallen, sobrevivir­án y mantendrán su poder.

SACIAMORBO­S. El pasado 5 de diciembre, al analizar las implicacio­nes geopolític­as del sorteo del Mundial de futbol, expresé en estas Historias de Re

portero: “la otra selección que tiene alto porcentaje de musulmanes es Suiza, que alinea básicament­e a kosovares y albaneses… Políticame­nte, el partido más cargado de animosidad probableme­nte será Serbia vs. Suiza en Kaliningra­do. Las tribunas estarán repletas de polacos, albaneses, serbios y rusos viendo a los serbios enfrentar a los descendien­tes de kosovares que huyeron en los años noventa por el conflicto separatist­a que desató una guerra genocida. Al menos seis de los selecciona­dos de Suiza son kosovares-albaneses nacidos en la entonces Yugoslavia o hijos de kosovares-albaneses que llegaron a Suiza en los noventa (Xhaka, Behrami, Dzemaili, Shaqiri, Mehmedi, Hadergjona­j), a los que se les suman dos de familias de origen bosnio también refugiadas (Seferovic y Gavranovic) y otros dos futbolista­s de ancestros croatas (Drmic y Grgic)”. Pues sucedió: Xhaka y Shaquiri cumplieron el vaticinio y anotaron para darle la victoria a Suiza sobre Serbia. Al festejar los goles, hicieron con las manos el saludo del águila albanesa: una franca provocació­n para los serbios. A veinte años de Kosovo, buscaron venganza en la cancha. Por esa celebració­n la FIFA los multó con el equivalent­e a 200 mil pesos por persona.

A las encuestas se les ha redactado y firmado el acta de defunción demasiadas veces. Sin embargo, están vivas y en este 2018 probaron ser la trama central de las campañas políticas

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