El Universal

DIEGO, FUERA DE SÍ

INSULTA, TRAS VICTORIA DE SELECCIÓN ARGENTINA.

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San Petersburg­o.— Un gol de Lionel Messi en la primera parte y una segunda parte de sufrimient­o extremo tras el empate del nigeriano Victor Moses que les dejaba fuera, finalizado por el tanto del defensor argentino Marcos Rojo, clasificar­on a Argentina a los octavos de final del Mundial.

No hubiera sido coherente un triunfo cómodo para los argentinos. Fue un pase agónico, marcado por un penalti innecesari­o de Mascherano y unos nigerianos que al contragolp­e dieron mil y un sustos. Era la última bala de Argentina. Sin red, ni siquiera sin depender de sí mismos.

Con ello, se vio al inicio una Argentina mejor asentada en el centro del campo para la creación, con un Banega que se movía sin cortapisas entre los medios. No obstante, era también una Argentina muy frágil en la defensa. Avisó Musa con un disparo lejano y una pérdida de Mascherano en un mal pase a Rojo dio el balón a Iheanacho, pero la lentitud del delantero del Leicester permitió al

Jefecito recuperar el esférico. Messi, a quien se había visto intentar un eslalon en los primeros 10 minutos, detenido con contundenc­ia por Obi Mikel, trazó en el 14’ una línea solo visible para Banega, que desde la divisoria lanzó un centro diagonal perfecto para el control con el muslo del delantero del Barcelona, que se dio un autopase antes de fusilar a la red, imposible para Francis Uzoho.

Alzó los brazos al cielo Messi y lo hizo también la Mano de Dios, Diego Maradona, dando “espectácul­o” en el palco.

Argentina respiró y buscó aumentar la cuenta. La tuvo Higuaín a pase de Messi, pero Francis tapó rápido y se llevó un buen golpe, del que se recuperó en minutos.

Todo cambió cuando no habían transcurri­do ni cinco minutos de la segunda parte, con un agarrón de Mascherano a Balogun dentro del área que más bien fue un abrazo, visto por el colegiado turco Cu- neyt Cakir, quien señaló penalti. Moses ejecutó la pena máxima para el 1-1 parcial.

Argentina tenía que buscar el segundo, pero los que llegaban eran los contragolp­es nigerianos. Enmudecía la hinchada argentina cuando veía correr a la contra a Musa, primero para dar un pase a Ndidi que disparó alto, después para centrar a Ighalo que se hizo hueco ante el despeje errado de Rojo y disparó solo, pero fuera.

Despeje de Rojo que el árbitro Cakir revisó ante el monitor, avisado por el VAR, porque tocó con la mano tras cabecear, pero no lo vio punible como penalti.

El tiempo corría y Argentina se lamentaba de las oportunida­des perdidas, como la de Higuaín, que recibió un centro raso de Rojo por la izquierda y lo mandó a las nubes cuando estaba solo en el área. Cuando todo parecía perdido y quedaban tres minutos de tiempo reglamenta­rio, un centro desde la derecha de Mercado encontró al central Marcos Rojo, en sorprenden­te ocupación de delantero, que conectó el esférico con su bota derecha y lo alojó en el fondo de la portería de Francis.

El sufrimient­o extremo de Argentina tenía premio: los octavos de final. Una parada de Franco Armani a la última ocasión de las Súper Águilas finiquitó el encuentro y certificó el pase.

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Messi hizo un golazo que dio confianza.

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